El 30 de mayo de 1994 murió el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, destacada figura del «Boom» de la literatura hispanoamericana de los años 60. Elogiado como uno de los máximos creadores de la narrativa en lengua castellana del siglo XX, es sin duda el más importante novelista que ha dado la literatura de su país, protagonismo que sólo puede disputarle Mario Benedetti, la otra gran figura de las letras uruguayas.

En 1930 viajo a Buenos Aires con su primera esposa y comenzó a escribir criticas de cina y a colaborar en revistas.

En 1936 trató sin éxito de alistarse en las Brigadas Internacionales para participar en la Guerra Civil española. En  1939 comenzó a trabajar en la   revista Marcha  de Montevideo pasó a formar parte de la Agencia Reuters.

En 1975 se radicó en Madrid. Onetti creó un universo propio en que la vida pasa  dura,   seca y sin esperanza: Santa María, una ciudad sin geografía que se confunde con Montevideo.

Onetti (1909-1994)  pasó los últimos 12 años de su existencia en una  cama, en un apartamento en la avenida América de Madrid, donde bebía whisky, fumaba cigarrillos, escribía libros y recibía a sus amigos como si la muerte no tuviera chance de alcanzarlo. Había sido expulsado del Uruguay por la dictadura. Allá trabajó en su primera juventud como mecánico, mozo de bar y pintor de brocha gorda hasta que  a los 21 años escribió un cuento largo que fue   el origen de su primera novela, El pozo.

Después, y a lo largo de su vida, publicó otras 15, unos 10 libros de cuentos y cinco cuadernos con sus artículos periodísticos. Entre las novelas de Onetti está La vida breve, Los adioses, Para una tumba sin nombre, La cara de las desgracia, Jacob y el otro, El astillero, Tan triste como ella, Juntacadáveres, Dejemos hablar al viento y Cuando ya no importe.

En una encuesta realizada por el semanario Marcha, de Montevideo,   fue elegido como el mejor narrador uruguayo de los últimos 50 años. En 1980 recibió en España el Premio Cervantes.

«Soy inocente. El único compromiso que acepto es la persistencia en tratar de escribir bien y mejor y encontrar con sinceridad cómo es la vida que me tocó conocer y cómo es la gente condenada a convertirse en personajes de mis libros».