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Indios, indígenas, aborígenes

La palabra indígena ha sido contaminada por el sentido peyorativo anexado por los invasores europeos a los pueblos que encontraron en América-Abya yala. Colón los llamó "indios" por creer que había llegado a la India, pero lo que era un error que él no superó nunca, porque murió con esa creencia, se volvió intencionado y  también malintencionado. No hay razón para llamar "indios" a los pueblos de Abya yala. Era un error y luego fue algo peor.

La palabra indígena ha sido contaminada por el sentido peyorativo anexado por los invasores europeos a los pueblos que encontraron en América-Abya yala.
La palabra indígena ha sido contaminada por el sentido peyorativo anexado por los invasores europeos a los pueblos que encontraron en América-Abya yala.

Otra cosa es "indígena". La palabra no tiene nada que ver con "indio" a pesar de un parecido fonético fortuito. Proviene del latín "indigena",  y éste del sánscrito. Es una palabra formada por "indi" y "gen", que traducido a la letra sería "parir allí", y con más refinamiento "nativo de ese lugar".

En España

Es claro que es una palabra española, como casi todas las que usamos, y por allí se nos filtra abundantemente la mentalidad  del invasor, a la que no son extrañas las palabras.

Sin embargo,  en la "Gramática histórica de la lengua española",  Ramón Menéndez Pidal varias veces menciona que tal o cual palabra es "indígena" de cierta región de España.  Parece entonces justificado usarla.

Menéndez Pidal la emplea para referirse al origen de las palabras, pero también se ve en libros de botánica para  referirse a las plantas.

El uso para seres humanos es el más frecuente. Se puede decir por ejemplo que los lapones son "indígenas" de Finlandia; siempre que no averigüemos mucho, porque resultará que llegaron a Finlandia en cierta época producto de  una de tantas migraciones de pueblos.

De la misma manera se podría decir que  los vascos son indígenas del norte de la zona cantábrica del Noreste de España  y la región pirenaica de Francia,  y ellos mismos no rechazan la designación. Pero los ingleses no dicen ser "indígenas" de Inglaterra.  Y no porque en realidad, como anglos  y sajones, provengan del Norte de la Germania, sino porque la palabra no les gusta, la tienen reservada para otro  uso,  un ejemplo de la  contaminación aludida al principio.

La palabra "indígena" sola, sin  mencionar de dónde, se entiende solo para los "indios" americanos,  y acá aparece en los usos  lingüísticos la discriminación contra ellos, porque en esta variante del uso queda abierta la carga peyorativa que el invasor se cuidó de inocularle.

El conocido Juan Ginés de Sepúlveda, que creó una ideología fuertemente discriminatoria contra los nativos de Abya  Yala,  pasa por ser el primero que la  usó en castellano....para referirse a españoles. Porque se refiere a una colonia fundada por romanos en España, con un puñado de patricios (romanos) y un grupo de "indígenas escogidos". Estos indígenas eran nativos del actual territorio español.

Solo en 1803 aparece en el diccionario de la academia con el significado de nativo del lugar, es decir,  una definición apegada a la etimología.

Esa misma definición da el diccionario actual; pero quizá  yerra  con la palabra "indigenismo" porque la considera el estudio de los  pueblos originarios  de  los países iberoamericanos donde actualmente predomina la civilización europea. Sin embargo, el mismo diccionario se refiere luego a los pueblos "indígenas" de Australia.  Sin duda en su definición,  ya que se trata solo de "iberoamericanos", no se incluyen los pieles rojas, los más conocidos de todos gracias a las películas del  Oeste.

Los indígenas son humanos

No hay contradicción entre indígena y ser humano. Si consideramos según la definición que un indígena es  un originario del país que se trata, se trata de un concepto contenido dentro del concepto más general de ser humano. En este sentido, sería lo mismo que decir que un rosarino es un argentino. Una construcción como "no es un indígena, es un ser humano", es un paralogismo.

Aparte, otra vez, la cuestión de la discriminación y  la carga peyorativa inoculada en las palabras. Esa misma carga se puede transformar en su contraria en el momento en que los discriminados acepten la designación con orgullo  y sin culpa ni ideas de inferioridad.

Sin entrar a sopesar, así como se puede evitar el uso de una palabra por el contenido negativo que tiene para nosotros, podemos cambiar ese contenido por otro positivo, sobre todo cuando la negatividad de "indígena" no es intrínseca a la  palabra.

Indígena a mucha honra

Los eslavos se llaman así por haber padecido mucho la esclavitud en el pasado; pero los movimientos paneslavistas del siglo XIX, por ejemplo, ni soñaban con cambiarse el nombre recordando su origen.

De la misma manera, los indígenas americanos pueden aceptar  y ya lo están haciendo, con orgullo las designaciones con que sus genocidas trataron de denigrarlos. Es necesario que recuperen la conciencia de su propia individualidad, de su especificidad, ni  más ni menos que nadie: iguales en la diferencia.

Aborígenes

La palabra aborigen proviene etimológicamente del latín “ab origine” que significa desde el origen o desde el principio, y se utiliza para referirse a los pobladores que habitaron un territorio desde sus comienzos, oponiéndose a la población que luego ocupó el territorio.

Los aborígenes americanos impropiamente son llamados indios, pues los conquistadores europeos creyeron haber llegado a las Indias orientales, pues ese lugar era su objetivo al intentar hallar una ruta alternativa hacia el país de las especias, dominada la ruta hasta entonces utilizada (por África) por los turcos.

Como sinónimo de aborigen puede decirse indígenas, término empleado por los europeos para designar a los aborígenes desde el siglo XVIII, y que significa “de allí”.

Entre estos aborígenes podemos citar a los mayas, aztecas, los chibchas, los mapuches, diaguitas, onas, querandíes, guaraníes, charrúas, y muchos otros,  que fueron diezmados por la conquista a partir del siglo XV. Los que quedaron fueron evangelizados y perdieron sus rasgos culturales. Perviven actualmente en número reducido (aunque son muchos en Bolivia, Perú, México y Paraguay) y con grandes carencias socio económicas. Aún luchan por el reconocimiento de sus derechos como pobladores originarios.

De la Redacción de AIM.

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