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Aborígenes mexicanas denuncian plagio de sus diseños ancestrales

Las comunidades indígenas a nivel global se ven afectadas constantemente por el fenómeno del plagio. Esto consiste en la copia de una creación intelectual, en este caso bordados que han sido traspasados entre mujeres por muchas generaciones en países como Argentina, México, Panamá y otros.

Las comunidades indígenas a nivel global se ven afectadas constantemente por el fenómeno del plagio.
Las comunidades indígenas a nivel global se ven afectadas constantemente por el fenómeno del plagio.

En el pasado marcas como Rapsodia (Argentina), Pineda Covalín (México), Isabel Marat y Hermes (Francia), y más recientemente Zara (España) han sido acusadas de plagiar diseños de comunidades aborígenes, afectándolas económicamente al producir las piezas de forma industrial más barata y rápida, quitándoles mercado a estas mujeres artesanas. Algunos esfuerzos apuntan a que las marcas dejen de producir usando diseños plagiados y otros a que las grandes marcas compartan sus ganancias con las comunidades, que son las verdaderas dueñas intelectuales.

En el caso de Zara, en julio pasado una comunidad de Aguacatenango, Chiapas, en el sur de México, denunció que la firma usó un bordado tradicional para una colección de ropa de mujer que se vendían en sus tiendas por unos 31 dólares, sin darles participación de ganancias a las aborígenes.

Según la organización civil Impacto Textil, que acuerpa a estas mujeres, entre 2012 y 2017 se han registrado al menos ocho casos de plagio por parte de marcas a artesanas de Higalgo, Oaxaca y Chiapas.

Organizadas contra el robo intelectual

Recientemente, artistas aborígenes de varios países se reunieron en el Primer Encuentro de Artesanas por la Defensa de sus Diseños, con la intención de conservar el patrimonio cultural de sus pueblos a través de los bordados y para combatir el robo de sus obras, que han estado entre ellas por generaciones.

“Como mujeres luchadoras, como mujeres con dignidad, estamos luchando para conservar nuestros propios diseños, diseños que nuestras abuelas nos han heredado”, explicó Marina Rodríguez, una mujer indígena maya originaria de Guatemala.

Marina, de 58 años, porta una blusa bordada por ella misma, donde viene la historia de su pueblo. “Esto significa cumatzin, que es serpiente emplumada; esto significa las estrellas; esto tziquin, los pájaros; esto es el relámpago, coyopá; esto ecotzig, la reproducción femenina”, dice mientras muestra un símbolo que semeja a una vagina.

“Para nosotras esto tiene un gran significado, una gran ideología, son pensamientos, son historia. Son pensamientos ancestrales que nuestras abuelas nos heredaron”, agregó.

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