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Provinciales
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Árbol o humo

En 1963, el historiador Osvaldo Bayer, recientemente fallecido,  dio una charla en la biblioteca popular de Rauch, una ciudad de la provincia de Buenos Aires. Bayer propuso a los asistentes un plebiscito para cambiar el nombre del pueblo por el de "Arbolito". Se hizo el silencio entre los asistentes, que se fueron retirando hasta que  él se quedó solo.

El historiador y periodista anarquista Osvaldo Bayer, uno de los intelectuales más prestigiosos de la Argentina.
El historiador y periodista anarquista Osvaldo Bayer, uno de los intelectuales más prestigiosos de la Argentina.

Cuando se enteró de la iniciativa de Bayer, a pesar de la falta de éxito, el general Juan Enrique Rauch, ministro del Interior en el gobierno de Guido, producto del golpe que derrocó a Frondizi,  metió preso al historiador en Buenos Aires valiéndose del estado de sitio que había declarado el gobierno. Rauch ( pronunciación ráuj, humo en alemán)  era descendiente del coronel alemán Friedrich Rauch, que vino a la Argentina contratado por Bernardino Rivadavia para exterminar a los ranqueles de la pampa.

Rauch había cumplido con extraordinaria crueldad su trabajo cuando topó en la batalla de Las Vizcacheras, en 1829, con Arbolito, un ranquel que lo degolló.

Preso en  la cárcel de mujeres

Bayer, que quiso dar vuelta el relato  histórico consagrado para hacer lugar a la verdad, debió permanecer preso por dos meses en una cárcel de mujeres, que para el general golpista  descendiente del coronel genocida era una detención denigrante, otra demostración de la mentalidad familiar. ¡Denigrante para Bayer, que confiesa que se duerme cada noche arrullado por la voz de su amada imposible, que le llega en una canción de   Marlene Dietrich!

"¿Por qué a la cárcel de mujeres?", pregunté. "¡Porque no merece ir a una cárcel de hombres!", respondió el oficial. Estuve preso dos meses en la cárcel de Riobamba, que era para prostitutas y mecheras...pero no había ninguna porque las habían trasladado a la calle Umberto Primo...las cárceles de hombres estaban saturadas". Confiesa que pasó vergüenza porque le escribían periodistas extranjeros que tenían que poner  "Osvaldo Bayer, Cárcel de Mujeres de Buenos Aires".

El  general golpista Rauch, bisnieto del coronel genocida y mercenario Rauch, entendía que era infamante la cárcel de mujeres, además de la prisión por sí misma. Sin, sin duda ante todo por sus prejuicios machistas, pero también porque Bayer había atacado el punto más sensible de la oligarquía: el fundamento de su poder, que se basó siempre no tanto en disponer de enormes extensiones de tierra, sino de excluir a los demás de la propiedad, de modo de constituir una clase propietaria dominante  frente a otra clase dominada,  privada de propiedad.

En los Estados Unidos y en Australia los padres de la patria repartieron la propiedad territorial en parcelas pequeñas, porque entendían dentro de su modo liberal de pensar que la democracia se fundaba en la propiedad y ésta no debía estar en pocas manos, contra la tendencia actual del mundo a la concentración. Pero Rivadavia, que era la antipatria, tomó medidas para crear una oligarquía terrateniente que acaparó la tierra y no la explotó, sino que la retuvo para no tener competencia. Y el coronel Rauch vino a dar perfeccionar militarmente a esa iniciativa, que no admitió en adelante discusión ni crítica como la que ensayó Bayer.

El pensamiento de Friedrich Rauch era simple: estaba constituido por una suma de prejuicios bien conocidos, todos ajenos, todos hechos propios.

“Hoy, 18 de enero de 1828, para ahorrar balas, degollamos a 28 ranqueles”, dice en uno de sus partes de batalla, redactados en alemán. O esta otra observación: “Los ranqueles no tienen salvación porque no poseen el sentido de la propiedad (privada)” (Que vaya si tenían los rivadavianos que lo habían contratado con una remuneración que lo hizo abandonar Alemania para convertirse en un mercenario).

El coronel Rauch había encontrado una caracterización para los ranqueles que le parecía adecuada: "anarquistas". Bayer se pregunta de dónde la habrá sacado cuando Bakunin no tenía todavía 15 años.  Pero es un recurso socorrido del poder. Para Mitre, anarquista fue Artigas, y también contrabandista y ladrón de caballos. Y cuando Isabelita quiso exponer su aversión por los que desafiaban a su gobierno, y le movían el suelo  bajo sus pies, los llamó anarquistas. No eran sino los que llevados por un ansia de poder vesánica al ver débil al gobierno querían sentarse en los sillones, probarse los cargos, todo lo contrario de anarquistas.

Sin embargo, con Sarmiento los liberales probritánicos encontraron otra palabra más adecuada: ¡bárbaros!, que se oponía mejor a los "civilizados" que pretendían ser ellos porque creían copiar bien a Europa. Posiblemente desecharon "salvajes" por la interferencia de la valoración positiva que Rousseau le había dado a la palabra, que para él contrastaba positivamente contra la civilización que cuestionaba.

La mentalidad del coronel Rauch era  similar a la de su bisnieto, que pensaba que meter preso sin siquiera acusación a Bayer en una cárcel de mujeres era "denigrante" para el detenido, como si un hombre auténtico pudiera sentirse denigrado por la sola compañía de mujeres.

Rivadavia. La formación de la oligarquía argentina

Los estancieros habían conseguido enormes extensiones por casi nada, porque la ley rivadaviana  de enfiteusis les daba la facultad de fijar ellos  mismos la tasación de los campos.  El profesor Juan Antonio Vilar, en su libro "Revolución y lucha por la organización",  dice (página 195): La tierra (arrebatada a los indios) fue acaparada  en grandes extensiones en la campaña bonaerense por hacendados, comerciantes y militares, porteños e ingleses, constituyendo la base de la burguesía terrateniente creada por Rosas 10 años después. Al menos 8.656.000 hectáreas fueron entregadas a 538 enfiteutas. Más adelante agrega: "No se necesitaba ser adivino ni malpensado para afirmar que se le asignaría un valor ínfimo. Mi que tampoco pagarian el canon".

Los estancieros se mostraron agradecidos con el trabajo militar de Rauch contra los ranqueles: le dieron un premio por  su extrema dureza y "efectividad" en la eliminación de indios, que tenían la osadía de querer mantener su relación ancestral con la  tierra que era su habitat.

Los estancieros no tenían inclinaciones poéticas, pero había algunos de su clase que hablaban por ellos. Juan Cruz Varela, poeta unitario, dedicó al militar prusiano en 1827 un ditirambo más bien flojo, pero significativo:

 

“Joven terrible, rayo de la guerra

espanto del desierto,

cuando vuelves triunfante a nuestra tierra

del negro polvo de la lid cubierto,

te saluda la Patria agradecida

y la campaña rica

que debe a tu valor su nueva vida

tus claros hechos, y tu honor publica”.

 

¿De quién era "espanto" Rauch? ¿Cuál era "nuestra tierra" y  por qué era nuestra? ¿Quiénes constituían la "patria" que agradecía los degüellos a Rauch? ¿Eran claros sus hechos? La codicia brilla sin querer cuando Varela habla de la "campaña rica", y era esa riqueza la que movía cualquier elogio.

El 24 de febrero de 1827, Rivadavia emitió un oficio que servía como preámbulo a la entrega de un sable en honor de Rauch, que venía cumpliendo de manera más que satisfactoria el trabajo para el que había sido contratado.

En Las Vizcacheras  encontró la muerte, en circunstancias que no están claras. Un retrato de un pintor casi desconocido, Fortuny o Fortini, lo muestra impecable en su vestimenta, con la gorra bien colocada en la cabeza, las botas lustradas, batiéndose contra varios indios que lo atacan a traición, una emboscada sin duda.

El retrato, conveniente a los intereses del poder porteño, fue tomado como verdad histórica hasta que poco a poco asomó otra interpretación. Pero hay un relato del jefe de la tropa adversaria, el más confiable a nuestro alcance:

Rauch peleó en Las Vizcacheras, territorio mapuche, participando de las guerras internas argentinas, para lo que no había sido contratado, de parte de los unitarios. Se había puesto del lado de los unitarios de Lavalle, contra los sublevados partidarios del fusilado gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego. Rauch comandaba una tropa de 600 hombres, número similar al que sus adversarios, entre los que militaban indígenas ranqueles.

Dice un  oficial de las fuerzas federales, Prudencio Arnold, en un libro de memorias:   "En tales circunstancias el enemigo se avistó. Sin tiempo que perder, formamos nuestra línea de combate de la manera siguiente: los escuadrones Sosa y Lorea formaron nuestra ala derecha, llevando de flanqueadores a los indios de Nicasio; los escuadrones Miranda y Blandengues el ala izquierda y como flanqueadores a los indios de Mariano; el escuadrón González y milicianos de la Guardia del Monte al centro, donde yo formé".

Arnold dice que Arbolito, que participaba del combate como jefe ranquel,  se llamaba Nicasio y llevaba como apellido cristiano Maciel, y lo destaca como un  "valiente cacique que murió después de Caseros".

Rauch arrolló el centro de los federales y se empeñó a fondo –siempre según Arnold- sin percibir que sus dos alas eran derrotadas. Se distrajo y comenzó a saborear su triunfo pero pronto se vio rodeado de efectivos a los que supuso suyos. Los  federales sólo se diferenciaban de los unitarios por un cintillo que llevaban en sus sombreros,  decía "Viva la federación". Cuando Rauch quedó dentro de las filas rivales reconoció a sus enemigos y supo que estaba en grave peligro. Trató de escapar defendiéndose con bizarría; pero los perseguidores le salieron al encuentro, cada vez en mayor número, deslizándose por los pajonales, hasta que el cabo de Blandengues, Manuel Andrada le boleó el caballo y el indio Nicasio lo ultimó... Así acabó su existencia el coronel Rauch, víctima de su propia torpeza militar".

Como dice el periodista Adrián Moyano, Arbolito bien puede ser una creación de la imaginación vindicativa de Osvaldo Bayer, que lo ve como un ranquel alto de pelo largo, que por eso mereció la comparación con  un pino, y que tomó a su cargo vengar a su pueblo, que sufrió la pérdida de un territorio equivalente a la provincia de Entre Ríos por obra de Rauch, inmumerables degüellos "para ahorrar balas", el robo de numerosísimas cabezas de ganado, y una destrucción tremenda.

Moyano observa que  Nicasio (Arbolito) y Mariano tuvieron sobradas razones para combatir a Rauch al lado de los federales. "El prusiano había llegado a Buenos Aires en 1819 y en 1826 ya era jefe. Expedicionó hacia Kakel y Sierra de la Ventana, en carrera encarnizada detrás de los lofche. Les arrebató miles de cabezas de ganado, destruyó los toldos e hizo prisioneros. "Persigue hasta el exterminio en los vericuetos de la Sierra de la Ventana a los derrotados...", escribió el "progresista" Álvaro Yunque hacia 1956. A pesar de sus ideas supuestamente de avanzada, para Yunque Rauch fue "un jefe excepcional". Decía: "Así exterminó muchas tribus del sud y del oeste. Y llevó la confianza a los hacendados sobre quienes se erguía la riqueza de Buenos Aires. Tan es así que el propio Rosas, siempre tan avaro en sus pesos y a pesar de su amistad con Rauch, propicia una suscripción entre los estancieros en beneficio de los húsares: gratitud de propietario para con el can bravo que lo defiende".

La cabeza de Rauch fue arrojada en la puerta de la casa de la madre del después coronel federal Prudencio Arnold, a quien Rauch supuestamente había jurado matar, y luego llevada en triunfo a la ciudad de Buenos Aires y arrojada en una calle céntrica como un desafío.

Fue homenajeado con las exequias más lujosas de la época. Hoy el pueblo en la zona centro de sus genocidios lleva su nombre, así como calles de muchas ciudades bonaerenses, incluida la Capital Federal. Osvaldo Bayer hace notar que en cambio, nadie se acuerda de Arbolito, cuyo nombre debería llevar la ciudad de Rauch.

Sin embargo, el recuerdo comienza a aparecer, la verdad se abre paso sobre la declinación de la mitología liberal: Arbolito es el nombre de una banda argentina de folk-rock en homenaje a Nicasio Maciel.

La Escuela Especial 503 de Azul se llamaba General Roca, pero le cambiaron el nombre por  Arbolito, en honor al indígena ranquel.

En mayo de 2013, en la ciudad de Vedia, la hasta entonces llamada Calle Federico Rauch fue rebautizada como "Cacique Arbolito".

Arbolito, que todavía se llama Rauch en los mapas,  es una población situada a la altura del paralelo de Mar del Plata, a más de 200 kilómetros del mar y a 270 kilómetros al suroeste de Buenos Aires. Tiene actualmente unos 15.000 habitantes.

De la Redacción de AIM.

 

anarquista. escritor Osvaldo Bayer Rauch

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