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Caleidoscopio
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Darwin, Hitler y los neoliberales

En los tiempos gloriosos de la Albión victoriana, Inglaterra necesitaba afirmar una ideología que justificara los desmanes que el Imperio británico estaba cometiendo en todo el mundo, en lo que algunos historiadores llamaron "aventura comercial".

Charles Darwin era un ser psicológicamente amorfo, un pastor de la iglesia anglicana como quisieron sus padres, aunque él estuvo atraído siempre por la investigación de la naturaleza. Sobre su fe, dio una respuesta clara a un joven que quería conocerla antes de leer sus libros: "Lamento informarle de que no creo en la Biblia como revelación divina y por lo tanto tampoco en Jesucristo como el hijo de Dios”.

Darwin tuvo una serie de patrocinadores, reunidos en el X club de Londres, un círculo exclusivo de nueve hombres que apoyaban la selección natural y el liberalismo, que veían apuntando al mismo fin. Eran todos aristócratas supremacistas blancos, seguros de que el destino de la raza inglesa era dominar el mundo para siempre.

Cuando Darwin lanzó su libro “El origen de las especies”, vieron de inmediato que había allí un fundamente a sus intenciones y sugirieron al autor introducir algunos cambios que se avinieran mejor a sus propósitos.

Uno de estos patrocinadores era Thomas Huxley, un biólogo y filósofo cuyas observaciones seguía Darwin, de quien se consideraba "el perro guardián”.

La corriente de pensamiento que se originó en Darwin y Huxley se continuó con Hitler en "Mi Lucha"; con los neoliberales y la supremacía del más fuerte, trasunto transparente de la "lucha por la vida" y el triunfo de los "más aptos"

El titulo de su obra más conocida de Darwin, El Origen de las Especies, pudo resultar chocante pero fue acortado por los patrocinadores para evitar un impacto demasiado directo. Sigue con "Preservación de las razas más favorecidas en la lucha por la vida". Razas más favorecidas y lucha por la vida, son tópicos retomados por el nazismo.

En su libro "Mein Kampf" (Mi Lucha), Hitler plantea el origen del hombre en términos evolucionistas, no religiosos ni míticos. Dice: "Lo que liberó al hombre del mundo animal fue su capacidad de hacer descubrimientos. Muchos de ellos se basaban en el ingenio, cuyo uso facilitó la lucha por la supervivencia y el éxito en la misma".

Menciona la lucha por la supervivencia darwiniana, y agrega que los artificios que ayudaron a los cazadores primitivos en la lucha por la vida, ahora sirven bajo la forma de inventos científicos "para ayudar al hombre en la lucha por la supervivencia".

Hitler sostiene que los débiles físicos o mentales no deben reproducirse, para no trasladar su debilidad a la prole. "Un Estado de concepción racista debe sacar al matrimonio del plano de una perpetua degradación racial y consagrarlo a crear seres a imagen del Señor y no monstruos, mitad hombres y mitad monos".

La necesidad de evitar la descendencia, incluso mediante la intervención estatal más cruel, está tomada de las ideas de Darwin agravada con prejuicios que en Hitler eran mucho más fuertes que en Darwin y tuvieron consecuencias desastrosas.

Darwin especuló sobre la variabilidad de las especies y sacó conclusiones sobre las experiencias de los ganaderos de su país, que seleccionaban cerdos gordos y vacas de patas cortas y ubres hipertróficas; expuso la posibilidad de que un proceso similar se diera en la naturaleza y por fin se aventuró a teorizar sobre el ser humano en base a conjeturas y a datos de viajeros, a veces fabulosos.

Los cerdos y las vacas de los granjeros, librados a sí mismos, no tardarían en desaparecer por inhábiles para sobrevivir en la naturaleza.

Pensemos en la relación de un jabalí con un cerdo doméstico y de una vaca actual con el uro euroasiático del que proviene por domesticación para notar la diferencia entre la obra de la naturaleza y la del hombre.

El darwinismo es una interpretación sórdida de la naturaleza y de la vida, basada en una antropología tenebrosa, como lo es el neoliberalismo en la sociedad humana. Hay un campo de batalla donde sobreviven los que tienen alguna ventaja, como en el libre mercado capitalista.

El evolucionismo ha terminado por describir las relaciones entre seres vivos en los mismos términos que los economistas de la escuela clásica a partir de Malthus y Spencer, como relación costo-beneficio, explotación de recursos y ventajas competitivas, así entre verduleros como entre algas.

Darwin demoró en publicar El Origen de las Especies hasta que tuvo noticias de que otro biólogo inglés publicaría un trabajo en que llegaba a conclusiones similares. Pero vaciló y cambió su texto. En la edición que para él debía ser final había poco espacio para la selección natural y demasiado para las características de los animales domésticos.

Los ideólogos que patrocinaban a Darwin lo indujeron a cambiar el texto. Eran el botánico John Hooker, el geólogo Charles Lyell y, sobre todo, Thomas Henry Huxley. Todos ellos eran supremacistas blancos embanderados en la causa del Imperio británico, que veían en las doctrinas de Darwin retocadas una confirmación de las suyas, conveniente para la propaganda.

El supremacismo blanco anglosajón entendía que el Imperio, igual que los más aptos en la naturaleza, debía dominar a otros pueblos por la economía y la fuerza militar.

Estos promotores fueron los creadores del darwinismo como premio a los más aptos más allá de las opiniones del propio Darwin.

El libre mercado y el darwinismo van en el mismo paquete. Friedrich von Hayek, otro continuador hoy de moda en la Argentina dijo: "Las demandas de justicia social carecen de sentido porque son sencillamente incompatibles con cualquier proceso natural de carácter evolutivo".

La teoría darwiniana de la evolución es obra más de supremacistas británicos que del propio Darwin, y su primer propósito fue dar justificación a una política. En la historia detrás de un interés muy fuerte aparece una concepción ideológica adecuada. Cuando el reino de Castilla vio la oportunidad de saquear a América a partir de 1492, el catolicismo acompañó con la necesidad de divulgar el evangelio y salvar almas.

Los más aptos para la lucha por la vida eran los mismos que impulsaban el comercio mundial y disponían de flotas poderosas para hacer entrar en razones a los reacios.

Es seguro que Darwin hubiera rechazado el racismo explícito de loa nazis, pero entre él y lo que padeció la humanidad el siglo siguiente hay continuidad, incluso un parentesco ideológico indudable.

Churchill estaba en línea con Hitler cuando hablaba del destino de los pieles rojas y los indígenas australianos al contacto con una "raza más fuerte y mejor dotada" (la anglosajona)

Algunos de los efectos que posiblemente Darwin no previó fueron formulados un siglo después con toda claridad, y salieron del ámbito científico para convertirse en doctrinas políticas, como el darwinismo social.

Posiblemente en El Origen del Hombre, Darwin fue demasiado claro para los promotores de su punto de vista, que aparecerá transmutado de manera particularmente siniestra en el siglo XX.

De ese libro es esta cita: "Los hombres civilizados construimos asilos para los idiotas y los enfermos, legislamos la mendicidad, y nuestros médicos despliegan toda su sagacidad para conservar el mayor tiempo posible la vida de cada individuo. Abundan las razones para creer que la vacuna ha preservado a millares de personas que, a causa de la debilidad de su constitución, hubieran sucumbido a los ataques de la viruela.

Aprovechando tales medios, los miembros débiles de las sociedades civilizadas propagan su especie. Todos los que se han ocupado en la reproducción de los animales domésticos, pueden calcular cuán perjudicial debe ser el último hecho a la raza humana. Sorprende el ver de qué modo la falta de cuidados, o tan sólo los cuidados mal dirigidos, pueden arrastrar a una rápida degeneración á una raza doméstica; y, exceptuando en los casos relativos al hombre mismo, nadie es bastante ignorante para permitir que se reproduzcan sus animales más defectuosos".

Estos argumentos fueron repetidos por Hitler, que los reformuló con racismo intransigente en "Mi Lucha", sin citar fuente, como parte de su programa, y los aplicó en su gobierno. En Alemania, para mantener la pureza de la raza y evitar la degeneración por vía de la reproducción de enfermos y tarados, fueron esterilizadas unas 400.000 personas durante el nazismo.

La sagacidad de los médicos llegó a eliminar pacientes en los hospitales. El método continuó en los Estados Unidos, que lo aplicó a unos 40.000 individuos pobres, negros y latinos identificados como "inferiores", hasta la década de los 70. Los que perdieron la batalla son para el darwinismo los mismos que para el neoliberalismo. Hay indicios de que algunas campañas "filantrópicas" financiadas por multimillonarios estadounidenses en los países periféricos tienen la misma finalidad racista "depuradora".
De la Redacción de AIM.

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