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Provinciales
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¿Cómo se explica esto?

La hipótesis de la evolución ha colonizado toda la ciencia moderna al punto que la única manera "correcta" de pensar parece ser en términos de progreso, de paso de lo inferior a lo superior, de lo menos a lo más evolucionado, de lo antiguo a lo moderno. La dirección contraria, que implicaría involución o repliegue, está rechazada de antemano.


El mito del progreso fue instalado con fuerza por la Ilustración, que dijo venir a liberar al hombre de todo mito y temor. Como corolario natural de este punto de vista -que aparece todavía, aunque ya vacilante, como la realidad misma para la mayoría- se concluye que el presente es necesariamente mejor que el pasado, sin considerar más que como patrañas retrocesos parciales o hundimientos totales de civilizaciones avanzadas. Solo se admiten algunos casos imposibles de negar, como la civilización egipcia, que dejó monumentos difíciles de explicar.


Otra idea, que sugiere que las cosas responden todas a un arquetipo que realizan en el tiempo, es negada, desconocida o mitificada. Sin embargo, hay científicos actuales, como el psicólogo estadounidense Ken Wilber, que consideran imposible psicológica y metafísicamente una evolución que produzca algo que no esté contenido in noce en los orígenes, que no sea el despliegue de una potencialidad.


Los ooparts encajan mal en las doctrinas científicas modernas, que son capaces de extraer conclusiones extraordinariamente frondosas de lo que parece una muesca en una piedra, pero se niegan a considerar algo más robusto que pueda ponerla en entredicho o minar sus bases.


Oopart es el acrónimo de la expresión inglesa "out of place artifact", artefacto fuera de lugar. Si bien el nombre se debe a un científico estadounidense moderno, no entró en la ciencia, que no lo considera en la medida en que los ooparts desafían las cronologías y abren interrogantes que las hipótesis en boga no explican.


Por eso el uso del término quedó para los fantásticos creyentes en ovnis o en explicaciones del homo sapiens-sapiens y de la civilización por influencias subterráneas o de seres llegados de las estrellas en tiempos remotos. Relegados a ese ámbito, donde se espera que no molesten y que sean rápidamente reducidos al absurdo, los ooparts siguen no obstante interrogando a la ciencia, porque una pregunta sin respuesta es más importante que mil respondidas.


La respuesta por ahora es: palimpsesto, pareidolia, falsificación o ignorancia. Palimpsesto es el papiro, pergamino o vitela raspado para escribir nuevamente sobre él. Pareidolia es un engaño inconsciente por el que la mente organiza arbitrariamente algunos indicios para construir una figura con sentido, como en otro tiempo los canales de Marte o más recientemente una cara humana sobre la superficie de aquel planeta. Falsificación es una práctica a que han acudido a veces los mismos científicos para acreditar sus propias doctrinas o desacreditar las ajenas, por lo que no está del todo bien que la atribuyan en exclusiva a las especulaciones populares. Ignorancia es el desconocimiento de muchos aspectos de las civilizaciones de las que provienen los ooparts.

El reloj de Anticitera

Un oopart que resistió todas las objeciones y obligó a replanteos de fondo fue el mecanismo de Anticitera, una especie de computadora griega de hace más de 2000 años.

En un pedazo de bronce oxidado descubierto por buscadores de esponjas en el mar cerca de la isla griega de Anticitera los científicos no vieron nada inteligible. Pero poco a poco aparecieron cosas intrigantes: inscripciones, 27 ruedas de engranajes, complejas relaciones entre ellos, los números 223 y 225 y sus vinculaciones con las fases de la luna y sus eclipses, etc. El mecanismo se reveló como una computadora analógica que servía para determinar cuándo sembrar, la estrategia en la batalla, los días de fiestas religiosas, el momento de pagar deudas y de hacer viajes nocturnos, la predicción de eclipses y seguramente otras cosas por descubrir.

El túnel de Noruega

En los fiordos de Noruega, al hacer una excavación para construir un edificio, apareció en la roca un agujero de sección igual a una estrella de cinco puntas pero de profundidad indefinida. Al seguir excavando por curiosidad, para saber hasta dónde llegaba, no hubo respuesta. Después se supo que el agujero, de 6 centímetros de diámetro, era un túnel que atravesaba toda la montaña de roca granítica a lo largo de kilómetros. ¿Una milagrosa casualidad, resultado de la erosión de miles de años? Para casualidad, es mucho; milagros no se consideran. ¿Es una construcción del tiempo en que esa zona iba a ser usada como cantera? No había en 1930 ninguna herramienta capaz de realizar ese trabajo ni ningún motivo para hacerlo. ¿Una civilización desaparecida, como les gusta a los más imaginativos? ¿Con qué fin?

Los esqueletos de Guadalupe

En la isla de Guadalupe, en las Antillas, aparecieron restos humanos. Nada muy extraño, salvo un punto: el estrato donde estaban los fósiles data de 28 millones de años, cuando la antigüedad máxima del hombre en nuestro continente no se admite cuanto mucho más allá de 40 ó 50.000 años.

La objeción más obvia es que la datación no es correcta, pero solo tomó fuerza en apariencia definitiva cuando con la llegada de la teoría de Darwin los esqueletos quedaron archivados en un sótano del Museo Británico. Quizá la perspectiva de ver alguna contrariedad para el evolucionismo ha llevado a demorar hasta ahora el estudio de los restos y los estratos donde aparecieron para constatar si hubo un error o...si son del Mioceno.

Trilobites en el talón

En 1968 un geólogo de excursión en Antelope Spring, en Utah, Estados Unidos, abrió con su martillo una losa de cinco centímetros de espesor. En el interior apareció la marca de una sandalia. Lo extraño era que la sandalia, antes de quedar encerrada en la losa, había pisado tribolites, artrópodos extinguidos hace unos 250 millones de años.

Como el hallazgo fue de un geólogo, estudiaron el caso en las Universidades de Columbia y de Colorado. La conclusión fue que la zona de excavación era adecuada a la muestra, pero la incompatibilidad entre la sandalia y los tribolites quedó sin explicar. Rondó la idea del fraude, a pesar de que todo se dio entre científicos.

Una lupa de cinco milenios

En el museo Británico, donde fueron a parar tesoros encontrados en los países que tuvieron la desdicha de ser colonizados por el Imperio, hay una lupa. Hay muchas, pero esta tiene al parecer 4800 años y estaba en Heluan, Egipto, en la tumba del faraón Semempses.

Es de cristal de roca (óxido de silicio, cuarzo transparente) y está pulida a la perfección, a pesar de que la sustancia con que se pule el cuarzo no fue descubierta hasta el siglo XIX. No sabemos si en los remotos tiempos de Semempses esa lente fue usada para escudriñar el cielo, pero de ser así, se abrirían perspectivas novedosas para los conocimientos astronómicos de los antiguos, de los que por otra parte hay evidencia por todo el mundo y grandes dificultades para saber cómo los consiguieron.

El Stegosaurio de Angkor

En un templo perdido actualmente en las selvas de Camboya, en Angkor Wat, hay labrado en un pilar un animal entre muchos. Lo sorprendente del grabado es que representa un stegosaurio, un dinosaurio que debiera estar extinguido hace 60 millones de años.






¿Cómo lo conocieron los que lo esculpieron durante la civilización Kmer de Camboya en el siglo XVI? Para la ciencia el stegosaurio no fue conocido sino hasta iniciado el siglo XX. Pero aparece en el XVI con monos, búfalos, ciervos y otras especies contemporáneas.

Nanotecnología en Los Urales

La búsqueda de minas de oro en 1993 en los Urales, Rusia, permitió encontrar otra cosa: nanotecnología de hace 300.000 años. Por lo menos, los objetos de tungsteno y cobre encontrados en las excavaciones tienen los más pequeños apenas tres milésimas de milímetro y son fabricados. Los más nuevos tienen 20.000 años, cuando según las hipótesis oficiales, lejos de estar haciendo no sabemos cómo objetos pequeñísimos con fines desconocidos, los hombres de entonces cazaban mamutes con lanzas y hachas de piedra.

La cabeza que hace pensar

En el valle de Toluca, en México, en 1933 fue descubierta una cabeza de mujer de terracota con un ajuar típicamente romano, junto a otras vestidas al modo conocido en Mesoamérica antes de la invasión europea.

El descubridor fue el arqueólogo mejicano José García Payón, y su antigüedad de más de 20 siglos fue confirmada por estudios mediante la termoluminiscencia. Se ha querido ver en ella evidencia de contactos antiquísimos de nuestro continente con Europa, pero la respuesta fue escéptica: desde una broma, hasta que García Payón no presenció el descubrimiento, desde un fraude hasta el olvido en un rincón.

Las esferas de Costa Rica

Las esferas de piedra descubiertas en el sur de Costa Rica, en Centroamérica, más allá de su utilidad para los que las construyeron, que sigue desconocida, son prueba de la maestría de los pueblos originarios de nuestro continente desde milenios. Son unas 500 esferas de piedra, exquisitamente pulidas y perfectamente esféricas, de hasta dos metros y medio de diámetro. Se ha especulado mucho sobre ellas, sin alcanzar ningún acuerdo. Son únicas y expresan gran madurez plástica en sus constructores. Desde 2014 son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Calavera de cuarzo de Belice ¿Fraude?

Una jovencita de 17 años, Ana Le Guillón Mitchell-Hedges y su padre adoptivo, el explorador inglés Frederick Albert Mitchell-Hedges, dijeron haber descubierto en Yucatán, en la zona maya, una calavera de cristal de roca en las ruinas de un templo en Lubaantún, Belice.






Esa es la historia que padre e hija contaron, porque los últimos análisis insisten en que la calavera fue tallada a mediados del siglo XIX y que contra lo que se viene afirmando, tiene signos de herramientas.

La reproducción en cristal de roca de un cráneo de mujer dejó perplejos a los científicos y los obligó a dejar las explicaciones para más adelante. La mandíbula es una pieza separada del cráneo, pero se ajustan perfectamente. Ambas pesan en total cinco kilogramos.

No es un objeto cualquiera. Sus propiedades ópticas sorprenden: El informe científico da cuenta de la sorpresa: “alumbrada por debajo, la luz sale por las cuencas. Alcanzada por detrás por los rayos del sol, un intenso haz luminoso (capaz de encender fuego ) sale por las cuencas, la nariz y la boca.

Está hecha con cuarzo natural sumamente puro, de dióxido de silicio piezoeléctrico anisótropo (El efecto piezoeléctrico es la propiedad del cuarzo y otros cristales de generar diferencias de potencial eléctrico al ser sometidos a tensiones mecánicas. Anisótropas son las sustancias que no tienen las mismas propiedades en todas las direcciones, como los cristales o las vetas de la madera).

Las dos partes están talladas en el mismo bloque de cristal de roca. Ninguna huella de instrumento, ni siquiera rastro microscópico. Sin señal de fabricación, resulta imposible fecharla (el cristal no envejece. Con una tecnología moderna con diamante haría falta un año de trabajo para conseguir el aspecto exterior; pero con huellas de fabricación, que no tiene la calavera) La fabricación manual hubiera necesitado 300 años de una labor continua. “¡Este maldito cacharro ni siquiera debería existir” ! según la opinión exasperada de un investigador que no pudo ocultar su contrariedad ante la imposibilidad de fecharlo ni explicarlo cuando todavía la última conclusión de los estudios no se conocía.

Ahora, la descubridora está considerada por la ciencia que estudió la calavera como alguien que a fuerza de repetir su historia en conferencias y entrevistas terminó por creerla, y su padre como un aventurero. Es decir, la desorientación inicial se encauzó hacia la normalidad: la ciencia zanjó este problema oscuro con un dictamen claro: el padre es falsario, y la hija, orate. De la calavera no se sabe porque no declara.

El tornillo que nos faltaba

En una roca en la China apareció un tornillo de hierro con su hélice de filete triangular, que según las dataciones tiene más de 10.000 años, es decir, de la época de la historia “legendaria” del país.

De todos modos, un tornillo implica conocimientos tecnológicos y teóricos avanzados; no puede ser anterior a una civilización capaz de producirlo, que por menos conociera la metalurgia del hierro y dispusiera de máquinas avanzadas. Los tornillos de metal se hacen con tornos de metalurgia, emparentados con los antiguos tornos de madera atestiguados en Egipto desde hace casi tres milenios.

El tornillo chino fue estudiado por seis universidades, que no llegaron a ninguna conclusión, salvo que se trata de un objeto ubicado en un tiempo en que no debería estar.

La esfera negra de Ucrania

El obrero de una mina de Ucrania encontró a ocho metros de profundidad una bola que se destacaba de la arcilla que la rodeaba. Quiso romperla para ver qué había adentro, pero solo consiguió “cacharla” un poco. La esfera pasó por varias manos hasta llegar a un estudioso, Boris Naumenko, que se propuso estudiarla mejor. Para empezar, descubrió que había sido encontrada en un terreno que databa de 10 millones de años. Pero lo más inquietante es que adentro no tenía nada. En realidad menos que nada, porque la densidad interior era negativa, propiedad de la antimateria.

La esfera pasó entonces al Instituto de Física de la Tierra de Moscú, donde la esfera siguió mostrando propiedades impropias de la época de la que parecía provenir. Es un ovoide de 8,75 centímetros de eje mayor y de diámetro menor de 8,47 centímetros. Pesa 617,22 gramos. Su densidad, de 1,934 gramos por centímetro cúbico, es inferior a la del cuarzo o la obsidiana.

Los rayos revelaron que el núcleo de la esfera tiene una densidad negativa, como ninguna materia, ya que en un campo gravitatorio toda masa tiene peso.

Hace poco, científicos estadounidenses lograron crear materia de densidad negativa en mínimas cantidades, entre otras cosas “antiintuitivas” capaz de tomar una aceleración de dirección contraria a la de la fuerza que le es aplicada.

Una idea es que el centro de la esfera de Ucrania es un depósito de antimateria empleado, por decir algo, como fuente de energía no sabemos por quiénes ni cuándo, aunque la idea de que hubo civilizaciones que caminaron la tierra mucho antes de lo que estamos dispuestos a reconocer reaparece una y otra vez.

Si fuera un depósito de antimateria, como indicaría la densidad negativa del núcleo, ¿se podría activar? Y en ese caso ¿qué pasaría? La triste verdad es que a pesar de todos los estudios nadie sabe todavía decir nada seguro sobre ella. La piedra se sigue estudiando, aunque por el momento, no hay ningún veredicto sobre su procedencia o el posible uso que se le diera. Todo son suposiciones ante la conjetura sin prueba de que en un pasado indefinido, pero mucho más remoto que el admitido, otras civilizaciones caminaban por nuestro planeta.

El mapa de Piri Reis

En 1954 el cartógrafo estadounidense Arlington Mallery quedó sorprendido por fragmentos de un mapamundi antiguo atribuido a Piri Reis, almirante y cartógrafo otomano, sobrino del corsario Kemal Reis, al que de niño acompañó en sus correrías, a inicios del siglo XVI.






En su libro de las Materias Marinas, dedicado al sultán Suleimán, cuenta la historia de su mapa, según él basado en datos aportados por un navegante de un “infiel portugués, un astrónomo llamado Kolón, que salió en busca de Antyle y la descubrió”

Por Antyle (Antillas) podemos entender América, una gran isla al oeste de España que se identificaba con las islas Afortunadas.

Piri Reis atribuye su obra a un mapa de Colón, encontrado en un barco español apresado en 1501, a cuatro mapas portugueses más recientes y a fuentes orales de marinos cristianos apresados por su tío.

No se conoce ningún mapa de Colón, pero lo notable del mapa de Piri Reis, que está custodiado en un museo de Estambul fuera de la vista del público, es que da detalles precisos de las costas de la Patagonia y de la Antártida…como era hace 6000 años, cuando no estaba cubierta de hielos como ahora.

Ni Colón ni los portugueses tenían noticia de la Patagonia ni de la Antártida, mucho menos sin hielos. ¿De dónde obtuvo esos datos Piri Reis?

No lo sabemos. El investigador inglés Gavin Menzies, tras dos décadas de investigaciones atribuye los datos a los chinos, que según él dieron la vuelta al mundo en 1421 en un expedición al mando del almirante Zheng He un siglo antes que Magallanes.

Dice Menzies que Piri Reis atribuye al “infiel portugués” (Colón) haber estado en un lugar donde el día en invierno dura dos horas. Así es al sur de Tierra del Fuego, donde Colón jamás estuvo, porque nunca atravesó el paralelo del ecuador hacia el sur.

Además, el mapa de Piri Reis contiene un dibujo prolijo de las costas patagónicas y esquemas de animales vistos desde la costa: un huemul, un guanaco, un puma y otro desconocido, pero identificable con el mylodonte, un perezoso gigante desaparecido desde antes de la llegada de los españoles a la zona.

El mapa contiene un dibujo de la cordillera de los Andes y cartografía con exactitud las tierras de la Antártida.

De la Redacción de AIM.

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