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Día internacional de las montañas

Las montañas cubren el 22 por ciento de la superficie terrestre del mundo y son el hogar de 915 millones de personas aproximadamente, representando el 13 por ciento de la población mundial. Sin embargo, uno de cada tres habitantes de las montañas en los países en desarrollo es vulnerable a la inseguridad alimentaria, y se enfrenta a la pobreza y al aislamiento. El tema sugerido para este año es “Montañas bajo presión: clima, hambre, migración”, registró AIM.[{adj:29954 alignright}]

El Día internacional de las montañas tiene su origen en 1992, cuando la adopción del Capítulo 13 del Programa 21 «Ordenación de los sistemas frágiles: Desarrollo sostenible de las zonas de montaña», marca un hito en la historia del desarrollo de las zonas de montaña durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo. El creciente interés acerca de la importancia de las montañas llevó a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas a declarar 2002 como Año Internacional de las Montañas. En esta ocasión, la Asamblea General de la ONU declaró el 11 de diciembre «Día internacional de las montañas», a partir de 2003. La FAO es el organismo coordinador para la preparación y festejo de esta conmemoración (DIM) y está encargada de dirigir su observancia a nivel mundial. El programa de Ordenación de Cuencas hidrográficas y montañas del Departamento Forestal es el responsable de coordinar este proceso internacional.

La población de montaña, que son en gran parte agricultores familiares, basa sus medios de subsistencia en actividades muy diversificadas. Durante generaciones, han desarrollado sistemas de producción únicos, resilientes y sostenibles, adaptados a sus ambientes locales que favorecen la producción de productos y servicios de nicho y específicos de la montaña.

La demanda mundial en calidad, alto valor, alimentos y artesanías tradicionales producidas en zonas de montaña, como el café, el queso, las hierbas y las especias, así como artesanías y medicamentos está en aumento. La agricultura de montaña de pequeña escala no puede competir con los volúmenes de producción de las tierras bajas, pero tiene el potencial para aprovechar los mercados de nicho como el orgánico, el comercio justo, o los de alta calidad, y alcanzar precios premium.

Año 2017

“Montañas bajo presión: clima, hambre, migración”, es el tema 2017 de este día.

Casi mil millones de personas viven en zonas montañosas, y más de la mitad de la población del planeta depende de las montañas para abastecerse de agua, alimentos y energía renovable. Sin embargo, las montañas están amenazadas por el cambio climático, la degradación de los suelos, la sobreexplotación y los desastres naturales, con consecuencias potencialmente devastadoras y de largo alcance, tanto para las comunidades de montaña como para el resto del mundo.

Las montañas son los primeros indicadores del cambio climático y, a medida que el globo terráqueo se calienta, los habitantes de las alturas — entre los más hambrientos y pobres del mundo — se enfrentan a más dificultadas para sobrevivir. El aumento de las temperaturas también significa que los glaciares de montaña se derriten a niveles sin precedentes, afectando los suministros de agua dulce de millones de personas. Las gentes de las montañas han acumulado, sin embargo, una gran cantidad de conocimientos y estrategias a lo largo de generaciones para adaptarse a la variabilidad climática.

El calentamiento global, la variabilidad climática y los desastres inducidos por el clima, combinados con la marginación política, económica y social, aumentan la vulnerabilidad de los pueblos de las montañas frente a la escasez de alimentos y la pobreza extrema. Actualmente, se estima que alrededor del 39 por ciento de la población de montaña en los países en desarrollo, o 329 millones de personas, sufren inseguridad alimentaria.

A medida que crece la vulnerabilidad, la migración aumenta tanto hacia el extranjero como hacia centros urbanos. Quienes permanecen son a menudo las mujeres, que se quedan al cuidado de los cultivos y el ganado, pero que cuentan con escaso acceso a los créditos, la formación y los derechos de tenencia de la tierra. La emigración desde las zonas de montaña también da lugar a una pérdida inestimable de servicios ecosistémicos y la preservación de la diversidad cultural y agrobiológica. Las inversiones y las políticas pueden aliviar las duras condiciones de vida de las comunidades de montaña y revertir las tendencias migratorias.

¿Cómo celebrar el Día internacional de las montañas?

El Día Internacional de las Montañas brinda la oportunidad de destacar cómo el clima, el hambre y la migración afectan a las tierras altas y de asegurar que el desarrollo sostenible de las montañas se integre en la Agenda 2030 y en la aplicación del Acuerdo de París.

Este año, el tema también está vinculado a la Reunión Global de la Alianza para las Montañas, que se celebrará del 11 al 13 de diciembre en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma (Italia). La reunión se enfocará en los retos y las oportunidades relacionados con el desarrollo sostenible de las montañas, y lanzará un Marco de Acción para apoyar acciones concretas y establecer políticas que fortalezcan la resiliencia de los pueblos y entornos de las montañas.

Aunque el tema sugerido para este año sea “Montañas bajo presión: clima, hambre, migración”, los países, las comunidades y las organizaciones son libres de elegir un tema diferente que pudiera ser más relevante para ellos en el Día internacional de las montañas.

Más datos

Las montañas cubren aproximadamente un cuarto de la superficie terrestre y albergan al 12 por ciento de la población humana. Las montañas se caracterizan por su enorme diversidad a nivel mundial – pasando de los bosques tropicales lluviosos a las nieves y hielo permanentes; de los climas con más de 12 m de precipitación anual a los desiertos de altitud; del nivel del mar hasta los 9.000 m de altitud. Las montañas representan los depósitos de agua del mundo – y proveen de agua dulce a al menos mitad de la población mundial. Sin embargo, las montañas también constituyen ambientes de alto riesgo; avalanchas, deslizamientos de tierra, erupciones volcánicas, terremotos e inundaciones de los lagos glaciales amenazan la vida en las regiones montañosas y zonas aledañas. Las montañas desempeñan un papel importante al influenciar los climas en las distintas regiones y en el mundo, así como las condiciones meteorológicas.

Los pueblos de las regiones montañosas figuran entre los más pobres y desfavorecidos. Éstos se enfrentan a menudo a la marginación política, social y económica, así como a la falta de acceso a los servicios básicos de salud y educación. Además, los retos mundiales actuales, tales como el cambio climático, el desarrollo económico y el crecimiento de la población, exacerban las dificultades que los pueblos de las montañas enfrentan. Los enfoques de desarrollo sostenible son por lo tanto, particularmente importantes en las regiones montañosas. En el curso de las generaciones, los pueblos de las montañas han aprendido a convivir con la amenaza de los peligros naturales y han desarrollado y adaptado apropiadamente sus sistemas de uso de la tierra para hacerlos resistentes a los riesgos. Sin embargo, es evidente que las regiones montañosas se han vuelto cada vez más sujetas a desastres en las últimas décadas.

La gestión

Para dar respuesta a los desafíos y amenazas a nivel mundial, se requiere de enfoques integrados, holísticos y participativos que aborden todos los aspectos de la sostenibilidad. Las necesidades específicas y las interconexiones de los distintos aspectos del desarrollo sostenible en las zonas montañosas, tales como el agua, la diversidad biológica, el turismo y la infraestructura, los cuales deben ser tomados en cuenta. Para alcanzar el desarrollo sostenible de las montañas, es fundamental que todos los actores interesados participen y se realice una sensibilización acerca de los ecosistemas de montaña, su fragilidad y problemas más importantes, así como acerca de las maneras de enfrentarlos.

El desarrollo sostenible y la protección de las regiones de montaña, además del mejoramiento de las condiciones de vida locales, debería ser el núcleo de la legislación en materia de zonas montañosas. Dicha legislación debe abordar la protección de las minorías étnicas y la herencia cultural de los pueblos de las montañas, así como reconocer los derechos de propiedad comunitarios. Muchas cadenas montañosas son transfronterizas, de manera que el desarrollo sostenible de las zonas montañosas requiere de la cooperación internacional.

El camino por delante

En el ámbito de las políticas es necesario fortalecer las políticas existentes, así como crear políticas nuevas e innovadoras en las instituciones, en los ámbitos nacional, regional e internacional, así como mecanismos basados específicamente en los temas relacionados con las montañas; asimismo, los gobiernos deberían poner más atención a la gestión de riesgos en las zonas montañosas a través del desarrollo de medidas, enfoques y políticas para la prevención, mitigación de los desastres naturales y la rehabilitación de los servicios públicos después de los desastres. También es necesario implementar infraestructuras de transporte y comunicaciones. La participación activa de los pueblos de las montañas en los procesos de toma de decisiones, con especial énfasis en el papel de las mujeres, es de grandísima importancia, pues garantizaría que el reconocimiento de las culturas, tradiciones y conocimientos indígenas sea plenamente reconocido e incluido en el desarrollo de las políticas y la planificación en las regiones montañosas, y que el acceso y los derechos reconocidos a la tierra y a los recursos naturales sean respetados.

En el ámbito económico, los niveles de inversión y financiación para el desarrollo sostenible en las regiones montañosas, en los ámbitos mundial, regional, nacional y comunitario, deberían ser incrementados, a través de una mejor integración con el sector privado. Los pagos por servicios ambientales (PSA) mejorarán la situación económica de las comunidades de las regiones montañosas, representando así una forma innovadora de financiar los proyectos de desarrollo sostenible. Todos estos esfuerzos deberían ser respaldados por un ambiente amigable y de apoyo a la promoción de productos y servicios de alta calidad de las zonas de montaña, como un medio para mejorar las condiciones de vida de la población y proteger el ambiente, facilitando también el acceso de las zonas de montaña a los mercados internacionales.

La gestión sostenible de los recursos naturales es fundamental para promover la conservación y el uso sostenible de los recursos, cada vez más escasos en las zonas de montaña, tales como el agua, la diversidad biológica, los bosques, los pastos y los suelos. Ante el cambio climático y la cada vez más frecuente incidencia y amenaza de peligros naturales, es de vital importancia incrementar la sensibilización, la prudencia y la eficiencia en la gestión de los recursos naturales en las zonas de montaña, e implementar las medidas específicas para la adaptación y la mitigación.

En el ámbito internacional, la promoción de iniciativas para la cooperación transfronteriza, con particular atención a los vínculos entre aguas arriba-aguas abajo, así como el apoyo a los países en desarrollo y a los países con economías en transición en sus esfuerzos hacia el desarrollo sostenible de las zonas de montaña, mediante la cooperación bilateral, multilateral y Sur-Sur aportará resultados concretos. Además, el respaldo de los esfuerzos de colaboración de la Alianza para las Montañas, el fomento de la participación activa de sus miembros y mayores esfuerzos para incluir y promover los temas relacionados con las montañas en los debates y negociaciones internacionales, especialmente en lo que se refiere a los tres principales convenios de la Organización de las Naciones Unidas,(el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y su Programa de Trabajo sobre la Diversidad Biológica en las Montañas, la Convención de las Naciones Unidas sobre la Desertificación (Cnud) y la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc), el Foro de las naciones Unidas sobre el Agua y el Foro Mundial del Agua se convertirán en una enorme asamblea de participación proactiva.

El fomento de capacidades, sin lugar a dudas, promoverá el desarrollo sostenible de las montañas en todos los ámbitos. Por ello es fundamental respaldar los esfuerzos destinados a mejorar el conocimiento de los elementos promotores de cambio que afectan a las regiones montañosas, así como fortalecer la recopilación de datos desagregados acerca de las zonas de montaña, como base para la toma de decisiones y la elaboración de políticas de manera informada. En el contexto del cambio climático, uno de los principales requisitos consiste en redoblar los esfuerzos para vigilar los glaciares y los patrones de escorrentía en las zonas montañosas, a fin de evaluar la disponibilidad de agua en el futuro.

 

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