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El crimen de Fuentealba: Los que luchan, triunfan; los que no, se esconden

El 4 de abril de 2007 un policía de Neuquén disparó por la espalda a quemarropa al maestro, activista sindical y militante socialista Carlos Fuentealba, que murió al día siguiente. Ese vil asesinato, y muchos otros, instan a no olvidar a quienes construyen la historia de la lucha del movimiento obrero y de los trabajadores de la educación. Fuentealba era un trabajador, y no por tener el título de docente, sino porque había entendido que podía dibujar en los pizarrones conciencia colectiva.

Carlos Fuentealba: el docente asesinado en Neuquén que potenció la lucha en las calles.
Carlos Fuentealba: el docente asesinado en Neuquén que potenció la lucha en las calles.

Ese día, 4 de abril de 2007, Fuentealba se manifestaba en la ruta, en defensa de la educación pública, cuando un policía de la provincia del Neuquén, que entonces gobernaba Jorge Sobisch, lo asesinó en Arroyito.

Según se supo en el juicio las fuerzas de seguridad presentes tenían pertrechos suficientes como para perseguir a los docentes unos 20 kilómetros. Además contaban con munición para reponer a 11 kilómetros del lugar.

Por entonces, Eugenio Burzaco, luego funcionario de la gestión de Cambiemos en el Gobierno de Mauricio Macri, asesoraba a Jorge Sobisch.

El color de la lucha docente

Fuentealba tenía el color de la propia lucha docente, porque además de educador, era un trabajador. La represión cargó contra él, que fue asesinado en la ruta luchando por un salario justo.

Ese vil asesinato, y muchos otros, instan a no olvidar a quienes construyen la historia de la lucha del movimiento obrero y de los trabajadores de la educación. Fuentealba era un trabajador, y no por tener el título de docente, sino porque había entendido que podía dibujar en los pizarrones conciencia colectiva.

El grito: 'las tizas no se manchan con sangre' ha recorrido todo el país y hoy cientos de miles de trabajadores de la educación, recuerdan a Carlos Fuentealba. Pero no lo recuerdan fusilado, sino luchando con su sonrisa, su trabajo, junto a su familia, frente a sus alumnos. Lo piensan de pie, alegre, soñador y creador de esa escuela que debe ser defendida con alma y vida. Carlos Fuentealba siempre pensó que la posibilidad de salvar a la escuela pública está en una acción colectiva que involucre a todos.

Los que luchan triunfan, los que no, se esconden

Para el inicio del ciclo lectivo 2007 los docentes estaban en conflicto, en la mayoría de las provincias de Argentina. Un grupo de militantes y dirigentes de base de varios distritos, entre ellos de Agmer Rojo y Negro, se movilizaron a la Ctera (el 13 de marzo),  para solicitar la nacionalización de la protesta.

Sin embargo, la secretaria de Educación de entonces,  Estela Maldonado, se negó a recibirlos con argumentos conocidos de los burócratas sumisos con el poder de turno, eso sí,  muy lejos de encabezar la lucha por las necesidades de los trabajadores. Días más tarde, el 4 de abril, caía asesinado Fuentealba. Muchos docentes entrerrianos asistieron a la marcha de repudio más grande de la historia de Neuquén,  el 9 de abril de 2007, y ese mismo año volcó a la docencia argentina a una de las más importantes luchas en lo que va de la década pasada.

El tema no se agotó con la condena al cabo Darío Poblete, el asesino material. Si bien fue un primer logro, muy importante, todos saben que detrás del arma de un policía que le apunta a un trabajador hay un Gobierno que ordena.

De la Redacción de AIM.

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