A fin del año pasado, Juan encontró a su abuela desvanecida en el departamento. Inmediatamente, llamó al servicio de emergencias de la Ciudad de Buenos Aires para reconocer que la persona estaba muerta. La situación era sospechosa. El camillero del servicio le indicó amablemente que, los ayudarían a él y a su familia a atravesar el momento. No dieron aviso a la policía, contó el nieto a AIM. El procedimiento se alejaba de la burocracia típica de lo que el sistema mortuorio implica. Desde el servicio, “nos quisieron cobrar 50.000 pesos solo el certificado de defunción”, para “darnos más rápido el cuerpo”. A continuación, el negocio entre la el servicio de ambulancias más reconocido y las funerarias.

A finales del año pasado, Juan encontró a su abuela desvanecida en el departamento. Inmediatamente, llamó al servicio de emergencias de la Ciudad de Buenos Aires para reconocer que la persona había fallecido.

El camillero del servicio le indicó amablemente que, los ayudarían a él y a su familia a atravesar el momento. A los pocos minutos de retirarse el servicio de emergencias, sonó el teléfono y una casa velatoria indicó que “debido al paro que se efectuaba en la morgue de Buenos Aires por la aparición del cuerpo de Santiago Maldonado, el cuerpo podía llegar a estar demorado hasta 11 días”.

Por lo cual les ofrecieron “acelerar” los papeles abonando $50.000 por la preparación del certificado de defunción. “La policía nunca se presentó en nuestra casa”, contó el nieto a AIM. El procedimiento se alejaba de la burocracia típica de lo que el sistema mortuorio implicaba: “Nos avivamos a tiempo”, contó el joven “y decidimos llamar a otro lugar para ver si todo esto era verdad”.

Finalmente, la familia decidió retirar el cuerpo antes de la llegada de la funeraria, luego de averiguar si realmente era un procedimiento formal. El caso se enmarca dentro de un sistema de emergencias de la capital del país, que logra réditos en medio del dolor.