El 21 de junio de 1993 el matemático inglés Andrew Wiles dio una prueba matemática del último teorema de Fermat, problema que se había mantenido sin solución por tres siglos y medio.

Wiles recibió un premio de 700.000 dólares por confirmar la conjetura matemática cuya validez no había podido ser demostrada desde 1642, cuando Fermat la expuso con la aclaración de que tenía una solución que no cabía en los márgenes de su cuaderno.

Pierre de Fermat fue un abogado y jurista francés, genial matemático aficionado, que mientras leía su copia del libro 'Arithmetica' del alejandrino Diofanto en sus márgenes iba anotando problemas y conjeturas que se le ocurrían sobre la marcha. En los siglos que se sucedieron tras su muerte, otros matemáticos fueron abordando y solucionando cada uno de los problemas que Fermat había garabateado… Hasta que sólo quedó uno por resolver:

“No existe ningún número entero positivo mayor que 2 que satisfaga la ecuación a(n) + b(n) = c(n)”

Donde “n” es dicho número, por supuesto. Esta conjetura fue bautizada con el nombre de “el último teorema de Fermat”, precisamente porque era la última proposición de este autor que nadie había podido refutar o verificar

Cuando n es igual a dos, se trata del teorema de Pitágoras, que está demostrado desde milenios, pero con valores de n superiores a dos, no hay demostración posible según Fermat.

Nacido en 1953, Wiles se había encontrado por primera vez con el teorema de Fermat a los 10 años, cuando encontró un libro sobre éste en la librería mientras volvía del colegio. El teorema le fascinó porque, pese a ser tan simple que lo podía entender él mismo con 10 años, era tan complejo que nadie lo había resuelto en sus tres siglos de historia. Muchos matemáticos incluso sostenían que era imposible de resolver.

Wiles resolvió al tenaz problema comparando curvas elípticas durante siete años

En 1993 presentó su demostración que tenía que pasar por el proceso de revisión para comprobar que todo estaba en orden. Pero, en agosto de ese mismo año, se descubrió que su demostración tenía un error en uno de sus apartados.

Wiles pasó un año trabajando en el error y consiguió solventarlo. En septiembre de 1994 terminó su prueba definitiva que hoy en día le ha valido el premio Abel de matemáticas, en honor a un gran matemático noruego