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¿Es suficiente ser víctima de la violencia para obtener asilo en EE. UU.?

Una caravana de migrantes provenientes de Centroamérica que realizó recientemente un trayecto por México hacia la frontera con California atrajo la atención de los medios y del presidente estadounidense, Donald Trump. De las 300 personas que llegaron a Tijuana el pasado fin de semana, se espera que al menos 150 soliciten asilo en Estados Unidos.

Pie de foto: Irma Rivera, de 31 años, con su hijo Jesús Eduardo y su hija Soany, es una de las integrantes de la caravana que llegaron esta semana a Tijuana, México, con la intención de solicitar asilo. Credit Meghan Dhaliwal para The New York Times
Pie de foto: Irma Rivera, de 31 años, con su hijo Jesús Eduardo y su hija Soany, es una de las integrantes de la caravana que llegaron esta semana a Tijuana, México, con la intención de solicitar asilo. Credit Meghan Dhaliwal para The New York Times

“La probabilidad de que lo obtengan es mínima”, dijo Thomas Haine, exabogado de juicios del Servicio de Inmigración y Control Fronterizo (ICE), quien ahora se dedica a la práctica privada en San Diego.

El principal obstáculo para los migrantes es convencer a un juez migratorio de que ellos pertenecen a un grupo social particular —dígase niños soldado o personas transgénero— que les da derecho para el refugio, pues muchos de ellos no pueden argumentar que enfrentan persecución por razones de raza, religión, nacionalidad u opinión política.

Por lo general, los migrantes centroamericanos huyen de las pandillas, grupos de delincuencia organizada u otro tipo de violencia. Pero temer por tu vida usualmente no es suficiente para un caso de asilo, según Haine.

Los inspectores fronterizos entre Tijuana y California comenzaron a darles acceso a algunos solicitantes de asilo el 30 de abril. Ya que sean procesados en un sitio de ingreso, serán transferidos a un centro de detención en el cual deben aprobar la entrevista de “temor creíble”.

Quienes pasan el primer filtro son referidos a una corte migratoria para audiencias, que pueden durar meses o más. (Los que no pasan pueden ser deportados).

“En las cortes es donde se complica todo”, dijo Devin Theriot-Orr, quien enseña Derecho Migratorio en la Universidad de Seattle. “Es como tirar los dados”.

Los casos de asilo sometidos por latinoamericanos reciben un tratamiento distinto al de casos similares de África, Asia y el Medio Oriente, según el profesor. Las autoridades estadounidenses temen que darles asilo a migrantes de países más cercanos incentivará que lleguen más.

Más del 75 por ciento de los casos de asilo de El Salvador, Honduras y Guatemala que fueron presentados ante las cortes migratorias entre los años fiscales de 2012 y 2017 resultaron en rechazos, de acuerdo con el centro de investigación Transactional Records Access Clearinghouse de la Universidad de Siracusa. En comparación, fue rechazado el 17 por ciento de los casos de Etiopía, el 20 por ciento de los de China y el 25 por ciento de los de Nepal.

Un recuento de ciertos casos refleja la variedad en las resoluciones.

Joël Kangudi, 34 años, República Democrática del Congo

Kangudi, especializado en tecnología de la información y cantante de góspel, huyó del Congo después de publicar una canción en YouTube en la que criticaba al gobierno por abusos a los derechos humanos. Las autoridades congoleñas arrestaron a Kangudi, lo encerraron y lo torturaron. Cruzó por un puente hacia El Paso, Texas, en 2017, y pasó cuatro meses en un centro de detención en Nuevo México antes de que le otorgaran asilo.


  1. P., en sus treinta, de El Salvador

  2. P. y su hijo, también identificado por sus iniciales, J. G., huyeron de El Salvador en 2014 después de que la MS-13 intentó reclutar a J. G. varias veces y amenazó con matar a la madre del adolescente si no accedía. Ingresaron de manera ilegal a Estados Unidos y solicitaron el asilo en 2016, en Utah. Un juez rechazó el caso de M. P. en marzo al considerar que los reclamos de violencia pandillera no la vuelven elegible para el asilo, aunque ella ha apelado. Mientras tanto, no puede trabajar y tiene miedo de ser deportada en cualquier momento, según su abogada, Christina Brown. J. G. es parte de la misma solicitud. (Pidieron no ser identificados con nombres completos por temor a que eso afecte su caso).


Cristina Bebawy, 62 años, Marruecos

Policías marroquíes allanaron el departamento en el que Bebawy, una profesora, participó en estudios de catecismo en 2009. Ella y otras mujeres presentes fueron arrestadas y encarceladas, donde se les forzó a desnudarse y a participar en actos sexuales. Los empleados de la prisión tomaron video y fotografía, y luego utilizaron esa evidencia para justificar el haberlas arrestado en múltiples ocasiones. Bebawy recibió asilo después de viajar a Estados Unidos, donde ingresó con una vista de turista, en 2013, dijo su abogado Christopher Casazza.

Che Eric Sama, 28 años, Camerún

Sama, un estudiante universitario, solicitó asilo después de haber huido primero hacia Nigeria y después de haber viajado por México hacia la frontera con Estados Unidos, en 2015. Dijo que había sido golpeado y asaltado por un grupo antigay por publicar una declaración en una publicación estudiantil a favor de los derechos de homosexuales en Camerún, donde es ilegal cualquier actividad sexual entre personas del mismo sexo y se castiga con tiempo en prisión. La primera solicitud de Sama, quien afirmó que sería víctima de daños sancionados por el Estado si era forzado a regresar a Camerún, fue negada, al igual que su apelación. Fue deportado hace poco.

Yomara Rivas, 27 años, Guatemala

Rivas huyó hacia Estados Unidos en 2014 con su hija, que entonces tenía 4 años, y recorrió un trayecto peligroso desde Guatemala hasta el desierto de Arizona. Rivas nació en una familia cafetalera pobre y dijo en su solicitud de refugio que su novio abusaba físicamente de ella y que había intentado ahorcar a su hija. A Rivas le otorgaron el asilo antes de que Jeff Sessions, el fiscal general estadounidense, indicara que podría dejar de dársele asilo a víctimas de violencia doméstica.

  1. C., Honduras


Detenida en el sur de Texas en 2015, M. C. solicitó asilo como víctima de violencia doméstica. Pasó la entrevista de “temor creíble”, pero después fue mantenida en detención por nueve meses. Un juez rechazó la solicitud al final, con el argumento de que el gobierno hondureño estaba por implementar políticas para atender la violencia doméstica. M. C. apeló, aunque esa acción también fue rechazada por temas similares; prepara una segunda apelación. La junta de apelaciones migratorias envió el caso al mismo juez, que ya está retirado. El caso de M. C. podría ser revisado de nuevo en 2020. Mientras, ella no puede trabajar y depende del apoyo familiar para subsistir en el día a día con su hijo en Nueva Jersey. (Pidió no ser identificada por su nombre completo para que su caso no sea afectado).

Zahid Ali, 26 años, Pakistán

Ali es integrante de una organización política que respalda que haya mayor autonomía para el Balochistán, una región pakistaní que muchos habitantes aseguran fue anexada inapropiadamente en 1968. Fue detenido durante tres meses en 2008 por un grupo paramilitar llamado Frontier Corps, donde, según le dijo al oficial de asilo, estuvo en una habitación oscura subterránea y fue interrogado y golpeado. Ali testificó que el mismo grupo paramilitar amenazó con asesinarlo en 2011. Le dieron asilo el año pasado y recientemente fue aceptado para estudiar en la Universidad de Columbia. “El proceso de asilo es extremadamente difícil”, dijo Ali, y lo comparó a “cruzar el puente de Siraat”, una creencia islámica sobre el trayecto que debe caminarse para ingresar al paraíso.

Por Miriam Jordan y Simon Romero para The New York Times

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Miriam Jordan reportó desde Los Ángeles y Simon Romero, desde Albuquerque, Nuevo México. Kirk Semple colaboró con este reportaje desde Ciudad de México.

 

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