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Estalló París con otra protesta de los chalecos amarillos

Miles de personas marcharon en la capital francesa contra las políticas económicas de Macron. Los chalecos amarillos volvieron a manifestarse por cuarta vez consecutiva. Las autoridades blindaron París con más de 8000 policías y el cierre de varios negocios y monumentos, como la Torre Eiffel, para evitar nuevos estallidos de violencia.

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Como resultado, más de 1400 personas fueron detenidas durante la jornada, indicó la Prefectura, muchas de ellas durante controles antes de ingresar a la zona de protesta. Además se registraron algunas corridas y la Policía respondió con gases lacrimógenos.

Según informó el el secretario de Estado al Interior, Laurent Nuñez, más de 31.000 personas marcharon en toda Francia. En la capital fueron alrededor de 8.000 chalecos amarillos.

Las autoridades llevaron adelante controles en las estaciones de trenes y en los puntos estratégicos de la capital donde se congregaron los manifestantes vestidos con un chaleco fluorescente convertido en el símbolo de este movimiento de contestación popular.

Todo el oeste de París, donde se encuentra el Palacio del Elíseo (sede de la presidencia) y la mayoría de ministerios, estaba cubierto de azul, el color de los furgones de la policía.

Las patrullas bloquearon el acceso a las principales plazas de la capital, incluida la de la Concordia, uno de los extremos de la avenida de los Campos Elíseos que va hasta el Arco del Triunfo. Además, por primera vez en más de una década, se vieron vehículos blindados de Gendarmería.

Desde las 06.30 comenzaron a distinguirse algunos chalecos amarillos, como Hervé Benoît, que llegó acompañado por tres amigos desde Dordoña (suroeste). "¡Hay que estar en París para que nos escuchen!", proclamó a la agencia de noticias AFP.

Como otros miembros de este movimiento, Benoît exigió un "aumento del poder adquisitivo y el restablecimiento del impuesto a la fortuna", que el presidente Macron eliminó tras llegar al poder en 2017.

Muchos de los chalecos amarillos se manifestaron pacíficamente, pero otro se radicalizaron, especialmente de sectores de extremas derecha e izquierda, irrumpiendo en las protestas para enfrentarse a las fuerzas de seguridad.

En los Campos Elíseos, epicentro de los violentos disturbios el sábado pasado, cientos de chalecos amarillos comenzaron a reunirse, algunos con banderas francesas en las manos.

Los comercios de la zona amanecieron tapiados con paneles de madera para evitar daños y saqueos. La Torre Eiffel, el museo del Louvre y las tiendas del barrio de la Opera mantuvieron cerradas sus puertas. Los hospitales de París, en cambio, reforzaron el servicio de emergencia.

La ola de manifestaciones comenzó el 17 de noviembre en oposición a un aumento de los impuestos a los combustibles, pero en las últimas semanas se convirtió en una protesta generalizada contra la política económica y social del Gobierno.

Macron cedió esta semana ante algunas de las demandas: anuló el alza del gravamen a los combustibles, que formaba parte de un plan para combatir el cambio climático, y congeló los precios del gas y la electricidad durante los próximos meses.

Pero estas medidas no fueron suficientes para calmar la ira de los chalecos amarillos, un movimiento sin estructura ni dirigentes, que expresa el hartazgo de la clase media por la pérdida de poder adquisitivo y de las pequeñas ciudades y del campo ante una situación de "abandono".

El primer ministro Edouard Philippe recibió el viernes por la noche a una delegación de los llamados "chalecos amarillos libres", un ala moderada de este movimiento que instó a la gente a no ir a París este sábado.

Fuente: Tn.com.ar-AFP.

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