El 15 de febrero de 1525 Hernán Cortés hizo ejecutar a Guatimozín, último emperador azteca de México.
El último tlatoani de Tenotchtitlan se llamaba Cuahtémoc, “el águila que se posó”, que con la terminación tzin adquiere el sentido de “señor”, una forma de trato
Cuando asumió el poder después de Moctezuma, los españoles habían sido desalojados de Tenochtitlan, que había quedado devastada por el hambre, la viruela y la falta ede agua
Un año después de las batallas de las calzadas, donde fueron derrotados, volvieron los españoles con un ejército de 100000 nativos, todos adversarios de los mexicas, cuyo jefe militar era Guatemozín.
Después de un sitio de tres meses, Hernán Cortés y sus tropas capturaron de nuevo la ciudad. La canoa en que huían Guatemozín, su familia y algunos guerreros cayó en poder de un bergantín
Dicen los cronistas que siguiendo normas militares aztecas, Guatemozín pidió a Cortés que lo matara, pero el conquistador vio la oportunidad de usar su condición de emperador, ahora sometido al rey de España y al propio Cortés
Guatemozín fue una de las tantas víctimas autóctonas de la insaciable codicia de oro de los europeos.
Para que revelara dónde había más oro, Guatemozín fue torturado untando sus pies y manos con aceite y quemándolos.
Cuando uno de los torturados se aprestaba a hablar Guatemozín lo miró con desprecio y le preguntó si él estaba él en algún deleite o baño. Rubén Darío recoge la versión “yo no estoy en un lecho de rosas” de una novela del siglo XIX.
Tiempo después, Cortez magnificó una versión de conspiración contra él que habría promovido Guatemozín y lo hizo ejecutar en la horca.