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Fútbol: “Mientras el dinero sea el valor central, la violencia va a continuar en aumento”, dijo Zalisñak

En el marco de las agresiones suscitadas por hinchas a partir del superclásico por la final de la Copa Libertadores, y de situaciones cotidianas de este tipo en el mundo del deporte argentino, la abogada, docente y referente del Partido Humanista de Entre Ríos, Bernardita Zalisñak, expresó a AIM que “existe una tradición de violencia naturalizada, permitida y valorada” dentro del fútbol, en la que también influyen el poder económico y político. Asimismo, opinó que se debe trabajar "en la educación" para "la no violencia activa como metodología de acción".

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—¿Qué factores hacen que nuestro fútbol sea tan violento?

—La violencia es el fenómeno fundamental que opera en todos los ámbitos de la historia de la humanidad. Y el fútbol y el deporte, como toda construcción humana, no es ajena a ello. Muchas veces se potencia por ser el medio donde la gente aprovecha para hacer catarsis de todas las tensiones que acumula por múltiples causas, como la situación psicosocial que estamos viviendo. En el caso de los partidos clásicos y el fútbol en general, existe una tradición de violencia naturalizada, permitida y valorada entre quienes son hinchas de distintos equipos. Es como que habría un derecho u obligación de degradar al otro. Se construye una relación violenta, intencionada, que después se termina saliendo de control. A su vez, esta violencia se cruza con otras grandes causas que tienen que ver con el poder económico que se juega en los grandes partidos o torneos, o el poder que se ejerce sobre la dirigencia de los clubes. Entonces, en lugar de tener un gran espectáculo que hace al orgullo nacional argentino, obtenemos una situación de violencia y estallido.

—Entonces, el poder influye mucho en la violencia.

—Mientras el dinero sea el valor central, en lugar del ser humano, la violencia va a continuar en aumento. Bajo las condiciones de presión social, política y económica por las que estamos pasando, a nivel globalizado, la cuestión se acrecienta. Donde hay plata de por medio, hay violencia. Los humanistas lo venimos denunciando hace 50 años a esto.

—¿Nosotros, como sociedad, ponderamos o somos cómplices de esta violencia?

—Creo que somos parte de una cultura donde el dinero es el valor central. La violencia, a la que a veces se le llama ‘sana competencia’, es el germen del enfrentamiento, la oposición, el no reconocimiento del otro como ser humano en sus virtudes o su aporte, y de la discriminación en aquel que es diferente a uno. Es una cultura en la que nosotros hemos crecido, una construcción histórica que, a pesar de que ha tenido grandes corrientes opuestas, sigue siendo hegemónica a partir de las grandes potencias imperiales que se han desarrollado a través de la violencia. En este contexto, se nos dan algunos de estos emergentes que a veces no encuentran explicación pero que son parte de un sistema violento e inhumano que se sale de las previsibilidades.

—Finalmente, ¿qué hacemos para erradicar esta violencia?

—Lo que venimos promoviendo desde el Humanismo es la no violencia activa como metodología de acción. La educación para la no violencia, debe ser una de las herramientas principales a poner en juego en todos los ámbitos, incluso los deportivos. Cualquiera que vaya a una cancha, por poco que haya en juego en materia económica y de aspiraciones de prestigio, escucha barbaridades misóginas, discriminatorias, degradatorias, y existen siempre situaciones que están al borde de la violencia sistemática. Pero también, se trata de un buen ámbito para establecer el tema de la educación para la no violencia y comenzar a reconfigurar el sentido que tiene un partido de fútbol. Y también es necesario hacer un vacío a la violencia: Que los partidos se suspendan todas las veces que sea necesario cuando lo que esté emergiendo sean enfrentamientos de violencia. Por otro lado, el Estado tiene que actuar en consecuencia revisando las políticas culturales, sociales y deportivas que está promoviendo. El fútbol muchas veces es puesto a jugar para desviar la atención de la opinión pública respecto de la crisis económica que estamos viviendo. El hecho de que los grandes clubes puedan comprar y vender jugadores, nos dice prácticamente que la esclavitud existe y no pasa nada. Los abusos sexuales denunciados hace poco tiempo ya pasaron por la agenda mediática y, sin embargo, existieron. Hay que revisar un montón de aspectos que hacen al folklore futbolístico de los argentinos.

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