El cantautor de música entrerriana de raíz folklórica Guille Lugrin, presentó su tercer disco titulado Los últimos. Al frente de un quinteto de guitarrón, guitarra, acordeón, piano y violín, encaró un trabajo con canciones, en su mayoría, nuevas y propias. El eje temático del álbum pasó por descubrir la voz y la potencia de “los últimos, los postergados, los olvidados, los del extremo”, tal y como reza la tapa su flamante CD. “No busqué rescatar historias lacrimógenas sino demostrar que los últimos crean, resisten y aman”, expresó a AIM el artista, oriundo de Concepción del Uruguay y radicado en Paraná.
[{adj:23750 alignright}]
En total, fueron 16 las canciones incluidas por Lugrin en un disco en el que el hombre, como elemento clave del paisaje rural y urbano, está siempre presente. “La idea Los últimos fue poder cantar, como folkloristas, lo que le pasa a la tierra. No podemos dejar de tener presentes a esos últimos, los del extremo”, explicó el artista.
La idea de realizar este trabajo proviene, en buena parte, de su experiencia personal en el Barrio Belgrano de Paraná, donde ejerce como docente en la escuela Nina 88, Bartolomé Mitre. “Tuvo que ver el hecho de ver gente hacinada, pero también el hecho de tener presente a la gente del campo que tenía una vida con otros sentidos de dignidad, hasta que dos o tres se quedaron con toda la tierra”, dijo Lugrin.
“La idea no fue buscar 12 canciones de vidas duras, lacrimógenas o sufridas, sino poder entender la potencia que esos últimos tienen. Abelardo Dimotta o Marcelino Román eran últimos, y sin embargo fueron grandes creadores. Si no eran últimos, entonces, ¿qué eran?. Los últimos resisten y aman. Por eso también está la historia del acordeonista Alcides Müller en el tanguito montielero Este querer”, agregó.
En este sentido, cabe destacar que Los últimos tiene una canción dedicada a Dimotta (acordeonista de Villaguay), La fragua del diablo, y también a Román (escritor, poeta y periodista victoriense), Así canta Marcelino.
“Pero también hay otros últimos que se nos van yendo. Y hablo, por ejemplo, de ese ramo de marcelas que es tapa de mi disco. Con esos últimos yuyos hicimos estas canciones. Esos yuyos que se van perdiendo con el monocultivo, la fumigación. Así también vamos perdiendo los boliches de campo. Por eso está el tema El último bolicho, dedicado a un lugar que conocí cuando era chico. También, Delantal sin tiempo, dedicado a esas abuelas que también se van junto con un modo de vida que se va perdiendo. O Canción para Don Pedro, un clásico que canto con su autor Pocho Gaitán”, dijo Lugrin.
No obstante, cabe aclarar que el disco no es una oda a lo rural sino “un modo de entender que, cuando perdimos nuestra población rural la concentramos en la ciudad, en el cemento, donde esa gente queda desterrada”, según expresó el artista. “También, este disco es un modo de reconocer que todos somos últimos en algo, para poder ponernos en el lugar del otro y entenderlo”, concluyó.
La parte musical[{adj:23752 alignright}]A diferencia del Guille Lugrin Trío del disco anterior (titulado Desde la patria del agua), integrado por el acordeonista Facundo Torresán y el guitarrista Juan Martín Caraballo, para Los últimos se conformó un quinteto con José Bulos en piano y Gustavo Cuchi Martínez en violín. “Además del contenido de las letras quise que aparecieran nuevas sensaciones en la parte musical. Por eso, a ese trío que conozco y con el que trabajo tanto, lo ampliamos. Además, los arreglos de Juan Martín entendieron esa complejidad de sumar estos nuevos timbres y el disco se volvió un poco más profundo respecto de lo que quisimos plantear”, explicó Lugrin.