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Una ola de calor paraliza a Europa

En Portugal, España y Francia los termómetros superan los 42 grados; alarma de la Organización Meteorológica Mundial; se registran diversos incendios forestales

Una nueva ola de calor azota gran parte de Europa, anticipándose en la Península Ibérica. Algunos modelos predicen valores extremos nunca antes imaginados para los próximos días. Esta semana la temperatura máxima superará los 35°C, incluso los 45°C en Europa Central.

La nueva ola de calor no sólo se refleja en las fotos del andar agobiante en las ciudades sino que provoca un impacto en los suelos, los glaciares alpinos e incendios forestales.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó que la nueva ola de calor, la segunda del verano boreal, se intensificará y se va a expandir más allá de la península Ibérica y Francia, donde esperan el pico del calor para el sábado o martes de la próxima semana.

Las altas temperaturas son monitoreadas de cerca por el programa europeo de observación de la Tierra Copernicus. Pero tan inusual es la situación que para los meteorólogos alemanes todavía no está claro qué tan caliente será. Los especialistas actualmente no esperan un calor más alto hasta principios de la próxima semana, pero los modelos todavía son muy imprecisos con siete días de anticipación. Pero cada vez hay más indicios de que podrían ocurrir temperaturas inusuales en Europa Central.

“Todavía pueden pasar muchas cosas, los modelos todavía saltan mucho de un lado a otro”, dice el meteorólogo Simon Trippler del Servicio Meteorológico Alemán (DWD). “Pero vemos una masa de aire potencialmente extraordinaria, son concebibles nuevos récords de temperatura”.

En tanto, especialistas aseguraron que la ola de calor tiene relación directa con las consecuencias del calentamiento global, que aumentan la intensidad, duración y frecuencia de los fenómenos climáticos.

En ese sentido, la vocera de la OMM, Clare Nullis, explicó que estas temperaturas extremas producen sequías con "suelos muy, muy secos", e impactan en los "glaciares en los Alpes, que están siendo muy castigados en este momento". "Ha sido una estación muy mala para los glaciares. Y estamos aún en un momento relativamente temprano del verano", advirtió.

A principios de mes, una avalancha de hielo, nieve y rocas se registró en la Marmolada, el pico más alto y el mayor glaciar de los Dolomitas, una cordillera en los Alpes orientales italianos. El derrumbe del enorme bloque glaciardejó once muertos.

Incendios forestales
Más de 20 incendios forestales se extendían por Portugal y varios ardían en el oeste de España el miércoles, poniendo en peligro localidades y perturbando las vacaciones de los turistas durante una ola de calor que según los meteorólogos elevará las temperaturas hasta los 40 grados.

También en Francia, unos 800 bomberos, respaldados por seis hidroaviones, luchaban contra dos incendios forestales en el suroeste del país, que ya han provocado la evacuación de miles de campistas, dijo la prefecta de la Gironda, Fabienne Buccio.

La agencia francesa Météo France espera una ola de calor que dure al menos de "ocho a diez días", con sus peores momentos entre "sábado y martes próximos".

Una situación que llevó a la primera ministra, Elisabeth Borne, a llamar al gobierno a movilizarse para enfrentar un fenómeno que "tiene un impacto muy rápido en el estado de salud de la población, en particular de las personas más vulnerables".

En Portugal, el riesgo de incendio llevó a las autoridades a cerrar el parque de Sintra, situado al oeste de Lisboa, donde varios palacios atraen a turistas del mundo entero. "Ante la gravedad de la situación meteorológica prevista hasta finales de la semana, es fundamental observar una máxima prudencia", declaró el primer ministro portugués, Antonio Costa.

Como señal del peligro, un incendio que quemó 2.000 hectáreas en Ourém (centro) desde el jueves y que había sido contenido el lunes, se reactivó esta mañana.

En Santiago de Guarda, en el distrito central portugués de Leiria, Albertina Francisco luchaba por contener las lágrimas mientras una nube de humo negro se cernía sobre su pequeño pueblo.

“Fue muy duro”, dijo Francisco, de 42 años, que estaba ayudando a evacuar a su hermana enferma. “Nadie ayudó: los bomberos y los aviones [hidrantes]recién llegaron ahora. El Estado debe hacer más para ayudarnos”.

Algunos vecinos rescataron animales domésticos mientras otros ayudaban a los bomberos a combatir las llamas.

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