Alrededor de 40 expertos en oceanografía, biología y otras disciplinas hicieron el mapa más detallado de las regiones del mar y solo el 8,7 por ciento de la superficie marina está protegida. Por qué es insuficiente y qué medidas hacen falta para cuidar a las especies.
El Mar Argentino parece una enorme cantidad de agua en una superficie de 1,6 millón de kilómetros cuadrados. Sin embargo, no es igual en todos sus rincones: incluye 11 regiones que se distinguen por sus masas de agua, procesos oceanográficos relevantes, y la dominancia de ciertos grupos de especies que la habitan.
Allí viven desde el tiburón gatopardo, que puede estar en las aguas del Río de la Plata, hasta el pingüino penacho amarillo, que puede verse en la zona más austral.
Por primera vez, más de 40 especialistas en oceanografía, química ambiental, biología marina, y otras disciplinas lograron compilar toda la información disponible sobre las regiones del Mar Argentino -que llaman “biorregiones”, elaboraron un mapa con sus límites y detallaron en un reporte cuáles son las especies distintivas y amenazadas.
Los expertos forman parte de organizaciones no gubernamentales como WCS Argentina, el Foro para la Conservación del Mar Patagónico, y Fundación Vida Silvestre Argentina, y de instituciones públicas, como el Conicet, la Administración Nacional de Parques Nacionales, e Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), universidades, entre otras.
“Hay muchas maneras de ver al Mar Argentino. Los oceanógrafos, los biólogos, y otros profesionales tienen sus propias miradas. Entre 2019 y 2022 nos estuvimos reuniendo en talleres y se logró una síntesis que tiene en cuenta 25 modelos que describen la heterogeneidad de mar desde la perspectiva de las masas de aguas, el zooplancton, los crustáceos, los peces óseos y cartilaginosos, las ballenas, entre otras especies”, contó Valeria Falabella, bióloga y directora del Programa de Conservación Costero Marino de la organización ambientalista WCS Argentina.
Independientemente de su clasificación formal como “amenazadas”, en toda la plataforma argentina hay especies que requieren más cuidados que otras, como los tiburones, las rayas, los mamíferos, las aves oceánicas, y las tortugas, resaltó Oscar Iribarne, investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
“El grado de amenaza para cada especie depende de sus características, como la longevidad, la tasa reproducción, la supervivencia natural, pero también del tipo de amenazas posible. Por ejemplo, no es lo mismo la captura con uno u otro arte de pesca que la exploración/explotación petrolera o minera. Cada una de las actividades va a generar que diferentes especies pasen a ser más sensibles que otras”, indicó Iribarne.
“Si bien hay especies que están más amenazadas, nuestra mirada a favor de su conservación/cuidado debería ser ecosistémica, es decir, deberíamos integrar el ambiente y las demás especies con las que coexisten e interactúan, y obviamente los seres humanos nos deberíamos incluir como parte del ecosistema”, sostuvo Iribarne.
“Las zonas con especies más amenazadas son las biorregiones del Río de la Plata, la de la costa bonaerense y norpatagónica, y la plataforma media”, explicó el doctor Claudio Campagna, que también formó parte del equipo que elaboró el mapa, ex investigador del Conicet y fundador del Foro para la Conservación del Mar Patagónico.
En el Río de la Plata y zonas cercanas, están amenazados los tiburones que se conocen como bacota, cazón, escalandrún, gatuzo, y el gatopardo. También allí se ubican el delfín franciscana, que es una de las especies de cetáceos más pequeñas y misteriosas, la tortuga verde, la tortuga laúd y la tortuga cabezona.
Más al sur, en la costa bonaerense y norpatagónica, también el caballito de mar patagónico y el pez ángel también están en problemas. Allí también las especies de tiburones corren riesgos.
En el área de la plataforma magallánica, que bordea las costas de las provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, el pingüino penacho amarillo es una especie amenazada y sensible al cambio climático. También enfrentan diferentes niveles de vulnerabilidad aves como el cormorán gris y la pardela oscura y la ballena sei.
En otra región, como el banco Burdwood, que es una meseta submarina con profundidades mínimas de 50 metros y máximas de 200 metros (es una área marítima protegida), se encuentran amenazadas las aves albatros errante, petrel gigante del sur, petrel gigante del norte y petrel barba blanca. Esas aves también están en otras biorregiones.
En tanto, en otra de las biorregiones, el talud superior, la raya lija y el cachalote, que es el animal con dientes más grande que existe, son las especies que enfrentan riesgos.
Dentro de toda la superficie del Mar Argentino, hay tres grandes parques oceánicos (se llaman Namuncurá - banco Burdwood 1, Namuncurá banco Burdwood 2 y Yaganes), y 62 áreas costero-marinas que son áreas naturales protegidas bajo la jurisdicción nacional o provincial. Tras la investigación, los expertos detectaron que ocho de las 11 biorregiones marinas tienen nula o muy baja protección. Al no tener protección, muchas especies están expuestas a la explotación de la pesca, la contaminación y otros factores.
El gobierno de Argentina ya asumió el compromiso de cumplir la meta ‘30x30′ para conservar, al menos, el 30 por ciento de la tierra y el mar para el año 2030. Eso figura en la Estrategia Nacional de Biodiversidad como del Nuevo Marco Global para la Biodiversidad que se acordó en diciembre del año pasado. Actualmente el país tiene solo el 8,7 por ciento de superficie marina protegida.
“Debería fortalecerse una red de áreas marinas protegidas efectiva, bien conectada y representativa de todas sus ecorregiones y diversidad de especies del Mar”, comentó Falabella.
Actualmente, en el Congreso de la Nación de Argentina hay un proyecto de ley para crear el área marina protegida bentónica Agujero Azul.
Claudio Bertonatti, museólogo, naturalista e investigador del Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas de la Universidad Maimónides y asesor científico de la Fundación Azara, comentó sobre el nuevo mapa de las regiones del mar:
“La herramienta que generaron es de enorme valor en múltiples sentidos. En particular, para la conservación de la biodiversidad marina, pero también para algo que va de la mano: el desarrollo del país”.
Es el resultado “no solo del trabajo realizado por los especialistas sino de la larga y erudita experiencia que tienen sobre nuestro mar. Sería deseable que fuera aprovechada con inteligencia por las autoridades oficiales. Por ejemplo, para crear nuevas áreas naturales protegidas en las áreas reproductivas de las especies de mayor interés económico. También, de las especies endémicas (exclusivas de nuestro mar)”, dijo Bertonatti.
“Sabemos que nuestros recursos marinos están siendo depredados por toda una flota pirata internacional. Por eso, -sostuvo- reforzar el sistema federal de áreas protegidas marinas es estratégico, hasta para agravar las penalidades de quienes están destruyendo lo que queda de la riqueza nacional”.