La muerte del periodista Guillermo Alfieri golpeó fuerte en la prensa entrerriana, pero más aún en quienes compartieron su vida laboral con él. Todavía shockeado por la noticia, el periodista, escritor e investigador Jorge Riani, recordó para AIM a su quien fue “un Maestro con todas las palabras”.

Riani está triste y no lo disimula. La partida de quien fue su Maestro lo marcó fuerte. En diálogo con esta Agencia, el periodista explicó que recordar a Alfieri entraña un sinnúmero de sensaciones: respeto, compromiso y verdad. Desde la Redacción de un medio, donde la noticia no para, ser periodista entraña un compromiso cada vez mayor. Por eso, Riani explicó que “mi recuerdo va a ser para un hombre, un espécimen que no existe más porque no existe más tampoco ese ámbito natural dónde él se supo manejar como el mejor de todos, que son los diarios. Ya no existen aquellos diarios que eran los que marcaban el pulso de los hechos, el pulso de la ciudad”.

El periodista  evocó que durante dos siglos, esos diarios fueron el factor de comunión entre las personas, porque contaban los hechos y narraban todo lo que debía ser narrado en la vida se la sociedad. “Ser alguien destacado en una tradición de 200 años, por lo menos entre nosotros, es decir, ser, no uno, sino uno de los mejores, es un mérito. Guillermo Alfieri era uno de los mejores. Fue un Maestro con todas las letras, con todas las palabras. Fue un hombre que pagó con  cárcel en los tiempos más duros de éste país”.

Disparan la admiración de Riani la coherencia y la altura moral de Alfieri, así como su forma de ver la vida  -que no conocía las “medias tintas”,  ni las tibiezas ni los grises-. “Era un hombre amado por muchos y temido por otros. Se anunciaba con su vozarrón, pero también se hacía notar con su personalidad extraordinaria y magnifica”.

Un Maestro generoso

Riani explicó que Alfieri “nunca se guardó los secretos del oficio; fue quien me enseñó que las Redacciones son comunidades éticas, y que uno, entre compañeros, puede socializar conocimientos y valores”. “Yo era muy chico, era trabajador gráfico, pero quería ser periodista. El vio alguna condición en mi,  me cobijó en su oficio y me enseñó. Increíblemente, el sábado revisando mi archivo encontré los papelitos que Alfieri me dejaba en la Redacción de El Diario, para que cuando yo llegara tuviera una tarea que hacer.  Los guardo porque siempre consideré que eran un testimonio para mi futuro: esa forma imperativa de pedir las cosas, pero que hacía cálida en la despedida, siempre con: Un abrazo, son testimonios invalorables”.

Para el periodista, si bien Alfieri era un hombre de carácter duro, que muchas veces les enseñaba retándolos, “es a quien respetaremos siempre porque siempre creyó en sus alumnos y en sus compañeros menores de trabajo. Era el gran Maestro que siempre buceaba en el semillero, y por eso, gracias a él, muchos de nosotros nos hemos convertido en periodistas. Alfieri fue el que refundó el periodismo en Paraná, después de muchos años de silenciamiento que impuso la dictadura en base a sus métodos más temibles. Después de la experiencia maravillosa de El Independiente, esa redacción cooperativa de La Rioja, pagó con cárcel, pero después de su liberación, llegó a Paraná, y esta ciudad tuvo la suerte de encontrar al escriba del florecimiento democrático”.

Columnas memorables

La columnas de Alfieri Temas pendientes, y Coloquios, hicieron escuela y contaron la ciudad, cuando Paraná se abría en el regreso a la democracia, cuando empezaba su primavera cívica, cuando los anfiteatros se llenaban de gente que concurría a escuchar a sus artistas populares, silenciados durante siete largos años. “Alfieri estuvo a la altura, no solo lo contó sino que lo anunció y compartió la emoción de saber que ese momento iba a ser irrepetible. Tenia el valor de ver las cosas con el valor que el tiempo les otorgaría”.

Sin perder la dignidad, Alfieri pudo convivir en El Diario con la familia propietaria, de carácter fuerte, también como él. “Era líder natural, se destacaba sin proponérselo, y se constituyó en un referente ineludible de la profesión que dejó su huella, su marca, dejó a sus alumnos ejerciendo el periodismo, dejó sus libros y su hermosa familia, con sus hijos y su esposa Mercedes Porqueres, una mujer a la altura de ese personaje, que lo supo amar y que se complementó, no a la sombra de Guillermo, sino como un matrimonio maravilloso”.

Aunque Alfieri fue duro y fuerte contra la injusticia y la inequidad, y contra muchos patoteros que quería abrirse camino de otro modo, siempre daba lecciones.  “Así lo hizo en La Rioja del obispo Enrique Ángel Angelelli, denunciando a (Carlos) Menem, y fue implacable al mostrar la pobreza que venia de la mano del neoliberalismo. Nunca se dejó obnubilar por las luces del poder”.

Riani, que visitó a Alfieri hace dos meses, señaló que nunca imaginó que el Maestro enfermaría después, que estaría internado y que partiría tan rápido. “Lo que si puedo decir que en esa visita lo vi feliz, apostando por la vida; había dejado de fumar y se interesaba por la vida de los demás, como lo hizo siempre.  Era un tipo con un alma grandísima, si es que en el alma radica la bonhomía de las personas. Era un hombre extraordinario. Lo que ocurrió ayer no puede pasar inadvertido para la comunidad periodística, porque ha muerto el Maestro de los Maestros, el más destacado, el que era la expresión viva de una forma de hacer periodismo. Mi agradecimiento eterno para Guillermo Alfieri”.

De la Redacción de AIM.