Tras días de calor veraniego en este otoño anómalo no tardarían en instalarse los primeros fríos de este temporada, que obligará a encender estufas y a tomar precauciones.
Uno de los incendios más comunes que estamos acostumbrados a ver son los de hogares a leña. Al ser utilizados con combustible vegetal se depositan sedimentos de madera (hollín) en las paredes de la chimenea.
Es allí donde existe el riesgo de que estos sedimentos generen combustión produciéndose así un incendio. Este mal momento puede evitarse con la limpieza de las paredes internas de la chimenea.
Con la estufas a querosén hay que tener cuidado porque son transportables y fáciles de volcar. Se debe evitar siempre poner la estufa en lugares de paso y sin ventilación; cerca de cortinas o cualquier elemento que genere combustión por ejemplo el bidón de kerosene para la carga.
En el caso de las estufas a gas, se recomienda la revisión previa del artefacto antes de encenderlo por primera vez, recuerde que estuvo sin uso durante un período de tiempo importante y en ese lapso pudo haber sufrido inconvenientes técnicos imperceptibles.
Uno de los inconvenientes más comunes es la llama color naranja la cual produce una mala combustión generando monóxido y dióxido de carbono perjudicial para la salud.
Las esfufas eléctricas suelen usarse para calefaccionar el baño, pero al ingresar a ducharse hay que apagar el artefacto. Esto prevé el riesgo de electrocutarse, siendo que la ducha con agua caliente genera humedad la que puede provocar una inducción eléctrica y posterior siniestro eléctrico.
Para todos estos casos hay que recordar que una buena ventilación es
importante para reducir el monóxido de carbono que despiden todos
estos elementos de combustión, salvo la estufa eléctrica.