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Salud y Bienestar
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¿Por qué nos comportamos como nuestras madres (o padres)?

Si no deseamos repetir las actitudes de nuestras madre/padre con nuestros propios hijos, tenemos que desprogramar los aprendizajes tóxicos de nuestra infancia.

Al nacer nuestros hijos, cuando mecemos a nuestros bebés, un fenómeno bastante curioso nos sucede a madres y padres. Casi sin percatarnos de ello, comenzamos a tararear las mismas canciones y nanas que nos cantaban a nosotros de pequeños.

Aunque hayamos pasado varias décadas sin pensar en estas melodías, cuando estamos con nuestros hijos, no tenemos que realizar ningún esfuerzo para recordarlas.

Es como si ser padres abriera un portal mágico dotado de la capacidad de trasladarnos directamente a las emociones, sensaciones y vivencias de nuestra propia infancia.

Sin embargo, este portal no tiene filtro, por lo que, no siempre viajamos a recuerdos entrañables. A veces, también conectamos con las partes oscuras de nuestro pasado.

Actitudes tatuadas en nuestro inconsciente

Al igual que recordamos los momentos más amenos, nuestra mente puede traernos al presente recuerdos, gestos, sensaciones y emociones que, aunque no fueran tan agradables, también forman parte de nuestra historia.

Ya fueran malas palabras que dirigieron contra nosotros o actitudes poco respetuosas como amenazas o castigos, toda esta información permanece durante años guardada en nuestro inconsciente, lista y preparada para aparecer ante la primera oportunidad que se presente.

En la maternidad/paternidad, esta coyuntura suele darse ante las situaciones de mayor cansancio o de alta tensión emocional, cuando nuestro cerebro más profundo toma el control.

En estos momentos, la amígdala, nuestro principal centro de regulación emocional y de la memoria, se desborda y anula nuestra parte racional.

Justo entonces, afloran en nosotros aquellas palabras o actitudes que nuestros mayores nos dirigieron cuando éramos nosotros los pequeños.

La tensión, el estrés, la angustia, y la respuesta de los adultos ante nuestro desbordamiento emocional, quedaron guardadas en nuestro interior como una especie de programación secreta.

Actuamos como actuaron los adultos de nuestro alrededor porque así quedó grabado en nuestra memoria a través de nuestras sensaciones y emociones (y el flujo hormonal derivado de éstas).

Estos aprendizajes tóxicos, se presentan de forma automática para tomar el control de nuestros actos.

Aunque de forma consciente reneguemos de esos comportamientos e, incluso, aunque nos hayamos prometido no repetirlos con nuestros hijos, en ciertos momentos en la crianza, al sentir la misma tensión y las mismas emociones que en nuestra infancia, afloran.

¿Estás repitiendo el modelo educativo de tus padres?

Laura había acudido a consulta para trabajar con su ansiedad, pero un día llegó a la sesión asustada por un descubrimiento que había hecho.

Se había dado cuenta de que, cuando tenía algún conflicto con su hija (que tenía 6 años, entonces), repetía las mismas palabras y el mismo tono de voz amenazante que su madre usaba con ella cuando era pequeña.

Laura me confesó que, al principio, ni siquiera se daba cuenta de lo que estaba haciendo, y que era su marido el que le decía que, cuando se enfadaba con sus hijos, se comportaba igual que su madre.

Ella se negaba a creerlo, sin embargo, cuando tras trabajarse en algunas sesiones, Laura pudo comenzar a prestar atención a cómo reaccionaba realmente en estos momentos.

Se quedó horrorizada al comprobar que utilizaba exactamente las mismas frases que tantas veces había escuchado en su infancia y que tanto daño le hacían.

Repetía las frases que la marcaron en su infancia: “no vales nada”, “eres torpe” o “nunca lo vas a conseguir”.

Al reconocer estas reacciones de su presente, pudo conectar con cómo se sentía ella, en su infancia, cuando su madre se lo decía a ella.

Este descubrimiento le sirvió para poder empatizar con su propia hija y ver en su cara las mismas emociones de asombro, miedo y decepción que ella sentía de pequeña.

Cómo evitar las reacciones tóxicas aprendidas

La conexión emocional con su hija, le brindó a Laura la motivación que necesitaba para trabajar con su pasado y liberarse definitivamente de estas reacciones tóxicas aprendidas en su infancia.

Cuando reconozcamos en nosotros mismos este tipo de actitudes interiorizadas de nuestros padres podemos convertirlo en una oportunidad para tirar del hilo y sacar esta sombra de nuestro pasado para comprenderla, trabajarla y cambiarla.

No conviene entrar en el círculo negativo del autocastigo (soy mala madre/padre, no podré cambiar).

Piensa que, aunque parezca que estas reacciones surgen de forma automática y forman parte de ti, esto no es cierto, en algún momento de tu vida aprendiste del modelo de tus padres y asumiste sus palabras y sus reacciones como las normales en situaciones de tensión.

Sin embargo, si han sido aprendidas, siempre podemos desaprenderlas y dejar de reforzarlas, para darle prioridad a otras actitudes mucho más respetuosas y sanas para todos.

Revista Cuerpo Mente.-

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