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Agostina y el sueño de India

En 2014, Agostina Di Stefano dejó su trabajo, su casa, y se mudó a India con su familia. Una vez en Nueva Delhi, el choque cultural fue muy fuerte y hostil. No sólo por el idioma local (La gente solo habla el hindi) sino por la polución, basura en las calles, niños con de hambre, personas sufriendo, desnutridos y amputados. Ante esta situación, Agostina comenzó a pensar qué podía hacer ante lo que sucedía y, ahí, comenzaba a tomar forma su sueño: Tener su escuela. De ese modo, poco a poco, nacería Motia Khan.

Agostina en Mothia Khan
Agostina en Mothia Khan

Agostina tiene 35 años y es docente. En diálogo exclusivo con AIM, contó cómo logró llevar a cabo una escuela en el otro lado del mundo.

“Siempre tuve el sueño de tener una escuela para niños que, por alguna razón, no pudieran ir a estudiar. En 2008, soñé que estaba en un tren de carga indio y que trabajaba con niños en India. Me desperté con una sensación súper vivida. Tiempo después, en 2014, a mi novio le ofrecieron diferentes puestos de trabajo en el mundo (porque trabaja en la ONG Médicos Sin Fronteras), y uno de los destinos era India. Cuando escuché la opción, dije: ‘vamos’, porque era una misión para una familia”, contó Agostina a AIM.

“Deje mi trabajo; en ese momento, yo era docente en villas del conurbano bonaerense para el Estado. Dejé mi casa, y nos mudamos a Nueva Delhi”, recordó. Ante la pregunta de por qué India, ella respondió: “Porque siempre me gustó y porque se dio la oportunidad”.

Qué hacer en India

Luego de recorrer distintas ONG, un día entró a Motia Khan, un edificio abandonado que está ocupado, con permiso del gobierno, por familias muy pobres, de una casta marginada por la sociedad.

"Vi a Chena, una nena de dos años que estaba muy mal: tenía una panza gigante por los parásitos, no podía caminar a causa de la debilidad y se arrastraba hacia nosotros porque quería comer. ¡Me volví loca! Aunque me recomendaron que no saliera sola porque era un barrio muy peligroso, fui corriendo a la farmacia a comprar un antiparasitario y se lo di. A las dos semanas cuando volví a verla, Chena ya estaba mejor. Me quedé por ella, supe que ese era mi lugar", resaltó.

“Los seguidores nuevos no saben que todo empezó gracias a Chena. Porque la vi y conectamos tanto. Estaba tan desnutrida y débil que quise asegurarme de llevarle de comer y que se cure de sus parásitos. Así empezó todo. Hoy, cuatro años después, está grande y sana y seguimos divirtiéndonos con las mismas cosas”, recordó la docente en sus redes sociales.

Así, comenzó Motia Khan.

Al inicio de la escuela,  “nos preocupamos  por la salud de los chicos y que empezaran a comer bien todos los días. Hoy están en su peso y bien de salud, sanos. Por eso, lo primero para comenzar era buscar una solución para la nutrición y que aprendan a leer y escribir, es decir, que estén escolarizados.[{adj:53378 alignleft}]Hoy en día, “tenemos un taller con una psicóloga para ir acompañando los cambios de las niñas para que aprendan sobre patriarcado, feminismo y menstruación; cosas que no se hablan en ningún lado”. También se busca que “los niños crezcan sintiéndose valiosos y confíen en sí mismos y se animen a soñar con un futuro mejor que el de sus papás”, remarcó Agostina a este Medio.

Las dificultades en India

Llegar a India no fue fácil: “Me costó mucho entender como estaba tan naturalizado el sistema de castas. Esto es: cómo alguien siendo de una casta baja no tenía derecho a hacer otra cosa de limpiar el piso o levantar caca, de animales o humana. También me costó que haya tan pocas mujeres en las calles. Hay una energía muy fuerte y pesada que viene de los hombres cuando estas en la vía pública o en lugares donde hay aglomeración de gente”.

“También me costó ver tanta gente viviendo en la calle o que laburaran a temperaturas de 50 grados haciendo esfuerzo físico, situaciones que nosotros no podríamos ni imaginar. Fue muy difícil ver tantas personas en las esquinas, que vienen a pedirte. Llega un punto en que no querés hacer contacto visual, lo que es muy fuerte para mí, porque siempre me gusta dar algo, aunque sea sonreir”, lamentó Agostina.

Cómo ayudar

Son 130 los niños que asisten a la escuela de Motia Khan. Todos comen y desayunan allí.

Hace un tiempo les donaron ocho máquinas de coser y gracias a una maestra de costura comenzaron a dar capacitaciones. Gracias a esto, 30 madres consiguieron trabajo.

Agostina las ayuda a vender sus producciones a través de su cuenta de Instagram: @bonaerense y en su página web www.motiakhan.org.

 

Agostina Di Stefano India Mothia Khan

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