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Alcaldesa negra en Chicago

Chicago tiene por primera vez en su historia una alcaldesa afroamericana. Tras el anuncio de Rahm Emanuel en septiembre pasado de que no optaría a un tercer mandato como regidor, se inició una carrera para sucederle que llegó a sumar 14 candidatos en una primera votación en febrero. Finalmente, Lori Lightfoot y Toni Preckwinkle se enfrentan una segunda vuelta electoral en la que los residentes de Chicago decidirán quién es la alcaldesa de la tercera ciudad más poblada de Estados Unidos.

Si finalmente es Lightfoot quien se alza con la victoria, como parecen indicar todos los sondeos (53 por ciento frente a 17 por ciento), se sumará historia a la historia, ya que esta letrada de 56 años sería la primera mujer abiertamente gay que ocupa ese cargo. El diario The Chicago Tribune ha dado su apoyo a Lightfoot.

En los más de 180 años que Chicago lleva decidiendo quién rige su destino, la ciudad ha vivido desde el pasado febrero una campaña electoral a cara de perro, plagada de insultos y donde incluso se ha planteado quién tenía mayor nivel de autenticidad racial, sin mencionar los muchos anuncios televisivos con profunda carga de toxicidad. Lightfoot se ha presentado a sí misma durante la campaña como un antídoto a los ocho años en el poder de Emanuel, quien cerró docenas de colegios públicos donde estudiaban negros e hispanos, mayoritariamente, y ha declarado como meta reducir la violencia armada que desangra la ciudad.

Y sin embargo, Emanuel recurrió a Lightfoot para presidir un gabinete que elaborara un informe sobre brutalidad policial cuando la ciudad vivió una grave crisis en 2014 debido a la muerte por 16 tiros de un adolescente negro a manos de un agente blanco. El documento fue demoledor: se acusaba al departamento de policía de la metrópoli de racismo sistemático. Lightfoot se alejó de Emanuel e incluso acabó dimitiendo de su puesto al frente del Consejo de la Policía de Chicago.

Pero Lightfoot era casi una desconocida en la escena política de Chicago cuando decidió entrar en la lucha por la alcaldía. Algo que ha utilizado en su contra su adversaria, Toni Preckwinkle, quien cada vez que ha tenido oportunidad ha recordado el puesto de Lightfoot al frente de una importante firma de abogados que defiende a las grandes corporaciones, “discriminando a trabajadores por su raza y su edad”, en palabras de Preckwinkle.

A sus 71 años, Preckwinkle forma parte del aparato demócrata, en la actualidad al frente de la presidencia de su capítulo en Cook County. Mientras los seguidores y posibles votantes de Lightfoot se encuentran en barrios acomodados del norte y son blancos, los de Preckwinkle forman parte del golpeado South Side negro y zonas de predominio latino.

Mientras que Lightfoot ha abogado durante la campaña por “pulverizar” la maquinaria que mueve Chicago y abrir las puertas a una nueva forma de gobernar en el consistorio, Preckwinkle ha puesto de manifiesto la falta de experiencia como líder de su contrincante y le ha recordado que el cargo no es para becarios, sino para veteranos curtidos en la arena política.

Tan fea y tosca se puso la campaña, que el dos veces candidato a la nominación demócrata para la Casa Blanca, el reverendo Jesse Jackson, tuvo que intervenir el pasado fin de semana y lograr un acuerdo entre las dos mujeres para que al día siguiente de las elecciones, el miércoles, entierren el hacha de guerra sea cual sea el resultado. “El martes la carrera se habrá acabado y será el momento de que empiecen a curarse las heridas”, dijo Jackson.

En el mismo sentido se ha manifestado el líder por la lucha de los derechos civiles Al Sharpton. El reverendo neoyorquino ha recordado que tras la muerte en 1987 de Harold Washington, primer afroamericano en ser alcalde de la ciudad, los concejales negros Eugene Sawyer y Tim Evans se enzarzaron en agrias peleas por sucederle, lo que logró el primero. Aunque fue tan solo por año y medio, ya que en las elecciones de 1989, Richard M. Daley resultó vencedor y se mantuvo en el poder durante 22 años, algo más de un año que su padre, Richard J. Daley. “Los votantes capitalizan vuestra confusión”, les recordó Sharpton a Lightfoot y Preckwinkle. “No permitáis que acabemos con un Daley”, declaró el reverendo en referencia histórica. “Necesitamos madurar y probar a partir del martes que podemos dar la vuelta a esta ciudad”, finalizó.

Después de que ambas mujeres aceptaran el compromiso de comparecer en rueda de prensa conjunta el miércoles tras las elecciones, se les preguntó sobre qué les gustaría oír a cada una de la otra. Preckwinkle respondió: “Que vamos a trabajar juntas por los intereses de la gente de Chicago”. Era el turno de Lightfoot, quien dijo que lo que quería oír el miércoles por la mañana cuando le llamase Preckwinkle era: “Felicidades, alcaldesa”.

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