Se recordará el 20 de abril otro aniversario de la elevación a arquidiócesis de la hasta entonces diócesis de Paraná, cuyo primer arzobispo fue monseñor Zenobio Guilland.
La historia eclesiástica de Paraná tiene su primera fecha conocida el 25 de octubre de 1730, cuando el gobernador del Río de la Plata, Bruno Mauricio de Zavala, que fue gobernador de Montevideo, elevó la capilla atendida por el cura Francisco Arias Montiel a la categoría de parroquia.
El 13 de junio de 1859, por bula papal, fue erigido el obispado, con jurisdicción sobre Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe y con sede obispal en Paraná.
La sede del obispado fue una casa perteneciente a Isabel Latorre de Carriego, con alquiler pagado por el gobierno, situada en la calle 25 de Mayo y Monte Caseros, que entonces se llamaban Industria y Pronunciamiento. Allí Urquiza mandó a construir la residencia episcopal junto a la catedral, donde está todavía hoy.
El primer obispo de la diócesis de Paraná fue Monseñor Luis José Gabriel Segura y Cubas, natural de Catamarca, que tenía por secretario a Fray Mamerto Esquiú.
Cuando en 1897 se creó la diócesis de Santa Fe, el obispo fue monseñor Gelabert y Crespo, que hasta entonces se había desempeñado en Paraná. Fue designado obispo entonces Rosendo de la Lastra y Gordillo, natural de Córdoba.