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Caleidoscopio
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Martín Alzaga Unzué, o cómo tirar manteca al techo
Martín Alzaga Unzué, o cómo tirar manteca al techo

Aquellos tiempos de tirar manteca al techo

Martín Alzaga Unzué, "Macoco", tuvo cierta celebridad como dandy, pero más que dandy fue un despilfarrador en gran escala, al que las estancias que heredó de su padre y de sus tías se le fueron de las manos con la misma velocidad con que desaparece la manteca del hocico de un cerdo.

En la Argentina hubo una ley de vagos y malentretenidos, que se aplicó en el siglo XIX a los gauchos que no querían convertirse en peones de estancia porque preferían la libertad.

Era vago el que no quería perder su libertad pero no tenía la libreta de conchabo firmada por un estanciero. Su destino era huir al monte, o el cepo o el fortín si caía en manos del juez de paz, como narra el Martín Fierro.

Los vagos de rango, como Macoco, no tenían que mostrar libreta: su pasaporte eran las estancias más fértiles del mundo, una riqueza fabulosa que arrancaba en su caso en don Martín de Alzaga.

Justamente a "Macoco" debemos la frase "tirar manteca al techo", que a propósito conviene establecer de dónde viene y a dónde iba.

En sus distracciones nocturnas en los cabarés de París, donde como todos los "rastacueros" -palabra que los franceses derivaron de "rascacueros"- era aplaudido por muchachos dispuestos a seguir un tren de donde llovían fortunas, "Macoco" inventó cortar trozos de manteca y tirarlos al techo. La finalidad era ver cuál quedaba pegado más tiempo y reír a carcajadas cuando algunas de las cabareteras que seguían la pista del dinero resbalaba y caía al pisar la manteca que volvía al piso.

Macoco había nacido en 1901, un año antes de aquel "novecientos dos" que menciona la letra del tango Corrientes y Esmeralda, de Cobián y Cadícamo. Allí aparece sin nombrarlo su modelo, Jorge Newbery, un "dandy" introductor del boxeo, el "elegante que los calzó de cross".

Macoco era un vástago de la oligarquía vacuna argentina, que en el siglo XX se vio propietaria de extensiones infinitas de campo, gracias a la generosidad de Rivadavia y a los rifles de Roca.

Su ancestro más famoso era don Martín de Alzaga, el vasco que defendió a Buenos Aires en las invasiones inglesas y en 1812, siempre leal al rey, participó de una conspiración contra el Triunvirato. Fue descubierto, condenado, fusilado y colgado durante tres días en la plaza mayor.

Pero Macoco no pensaba mucho en truculencias, sino en disfrutar sin medida aquí y ahora de una ventaja que sentía como algo que le pertenecía por derecho de nacimiento y de la que no debía rendir cuentas a nadie.

Ya cerca del final, vivía en un departamento rancio en el Bajo de Buenos Aires, en la planta baja de un edificio de la calle Peña, donde de sus buenos tiempos conservaba la apostura y el gesto del bon vivant. Había tenido sus ínfulas de piloto de automovilismo, pero como no se destacó, decía que fue por mala suerte.

Las malas lenguas le adjudicaron romances con Rita Hayworth, la actriz más famosa de Hollywood, Greta Garbo, Ginger Rogers y hasta Gina Lollobrigida, pero él sostenía que un caballero debía ser mudo para sus amoríos.

La Mistinguette, dueña de "las piernas más perfectas del mundo" según Macoco, y Carlitos Chaplin aprendieron a bailar el tango con él.

Tuvo alguna relación comercial non sancta con Al Capone, pero supo separarse a tiempo. En 1931, en plena ley seca, abrió en Nueva York el cabaret "El Marocco", tapizado con pieles de cebra que él mismo había cazado en un safari. A ese cabaret acudían Humphrey Bogart, Truman Capote, Carmen Miranda, Maurice Chevalier, Chaplin, la Mistinguette, los Windsor, Ginger Rogers.

¿Qué se necesita para ser un play boy? Sencillo: "Tener mucha plata, cultura, amistades, simpatía, decencia y mundo. Y viajar: algo imprescindible".

Macoco heredó de su padre, que le puso el sobrenombre tomado de una tribu africana, cinco mil hectáreas de campo en la pampa húmeda. De dos de sus tías, Cochonga Unzué y Manita Unzué de Alvear, que para "ir a revolear las polleras" lo encerraban de niño en un colegio, heredó otras tres estancias, que duraron en sus manos lo que tardó en recibir la herencia.

El lunfardo porteño tiene un equivalente para play boy: susheta, que es también el título del tango que algunos conocen como "El Elegante". La letra de Cadícamo, dice recordando a Macoco:

"Pobre shusheta, tu triunfo de ayer
hoy es la causa de tu padecer...
Te has apagao como se apaga un candil
y de shacao sólo te queda el perfil,
hoy la vejez el armazón te ha aflojao
y parecés un bandoneón desinflao.
E inspirado por el mismo personaje en sus buenos tiempos :
"Toda la calle Florida lo vio
con sus polainas, galera y bastón.
Apellido distinguido,
gran señor en las reuniones,
por las damas suspiraba
y conquistaba sus corazones".

El "bandoneón desinflao" pasó pobre los últimos años de su vida, sin siquiera mencionar el record que le reconoció Guiness: el haber sido el argentino que en todos los tiempos gastó más dinero en el extranjero. Murió a los 81 años en Buenos Aires con la única compañía de Isabel, Alicia y Rayita, sus tres gatas.
De la Redacción de AIM.

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