El gobierno de la India, en la medida en que puede, mandó a sus 1000 millones de habitantes a sus casas –a los que la tienen- para protegerlos de la peste, que ya mató a unas 950 personas en todo el país.
Si comparamos este número con los 3000 niños que mueren de hambre por día en la India, podría generarse en nosotros alguna sorpresa. Como consecuencia, podríamos preguntarnos, por ejemplo, porqué el hambre, que mata mucho más, no provoca casi ninguna reacción defensiva, a diferencia del Covid 19.
Sorpresa que genera sospechas
El economista canadiense Michel Chossudovsky, profesor de la universidad de Otawa, en una nota publicada por Global Research el pasado 17 de abril, comparte las sospechas de que la finalidad del descomunal alboroto mediático suscitado por la pandemia tiene el trasfondo de precipitar al mundo en una espiral de desempleo, bancarrota y desesperación.
Según Chossudovsky hay ante todo una crisis de salud que debe ser atendida, pero detrás de ella una dimensión económica que por ahora está en un segundo plano, y pasará al primero de manera espectacular y muy dolorosa cuando ceda la peste.
La cara de hereje
A estas alturas, millones de personas han perdido sus trabajos y sus ahorros de toda la vida, y enfrentan encerradas e impotentes el avance de la miseria y la perspectiva de la ruina y del hambre.
En nuestro país, la organización que reúne a los propietarios de bares y restaurantes estima que 20.000 de los 40.000 socios han cerrado sus locales por la peste, pero no volverán a abrir. Vivían de la recaudación diaria, de la caja, y no estaban preparados para dos o tres meses de cierre obligatorio sin ninguna entrada. En la misma situación están muchas otras actividades.
El Covid 19 ha proporcionado un pretexto a los intereses financieros constituidos en poder mundial y a los políticos corruptos de los que se sirven para crear en el mundo desempleo masivo, bancarrota y pobreza extrema, no solo en los países marginales sino entre las existencias menores de los países poderosos.
El tercer mundo, acosado desde antes por el hambre y la miseria, ve cómo crecen con las medidas con que los Estados dicen proteger a la población de la peste; los estadounidenses, que ya venían padeciendo el avance de la pobreza, hacen filas para recibir una limosna del gobierno o un plato de comida, repitiendo escenas que mostraban algunas películas de la crisis de 1929.
El Estado mafioso
En la India la comida está desapareciendo, y en los barrios más pobres, los que nosotros llamamos villas miseria o de emergencia, los habitantes no salen y si se atreven los atrapa afuera la policía.
En Italia, la mafia vuelve a mostrar su poder, como en tiempos en que compraba jueces o mataba a los que no se querían vender. Los mafiosos le ganan de mano al gobierno en la distribución de comida gratis a los pobres en cuarentena, que rápidamente se quedaron sin dinero. Es la conducta de los narcos que imperan ante la ceguera, la benevolencia, la negligencia o la complicidad de los gobiernos. En los barrios pobres de Rosario, en el Gran Buenos Aires o en las favelas de Río de Janeiro, los narcos hacen lo que hacía el Chapo Guzmán en el norte de México para ganarse el apoyo de la población o los narcos colombianos para reclutar jóvenes voluntarios por un lado mientras por otro compran políticos y pagan campañas electorales.
Hay que pitar del fuerte
Para responder a la pregunta si la crisis del coronavirus es parte de un programa macroeconómico mundial más amplio, Chossudovsky recuerda que desde inicios de la década de los 80 se impuso una “medicina económica fuerte” a los países en desarrollo endeudados en el marco de lo que se denominó “programa de ajuste estructural” (PAS).
“En la India, como resultado directo de las reformas del FMI, millones de personas se habían visto abocadas a la inanición. En Vietnam -una de las economías productoras de arroz más prósperas del mundo- habían estallado hambrunas como consecuencia del levantamiento de los controles de precios y la desregulación del mercado de cereales.
Se impuso entonces la hegemonía del dólar. Con el aumento de la deuda en dólares, con el tiempo en la mayoría de los países en desarrollo todo el sistema monetario nacional se “dolarizó”.
Las medidas de austeridad masivas propiciaron el colapso de los salarios reales. Se impusieron amplios programas de privatización. “Esas mortales reformas económicas -aplicadas en nombre de los acreedores- invariablemente desencadenaron el colapso económico, la pobreza y el desempleo masivo”
Pero ahora el mecanismo para desencadenar la pobreza mediante el colapso económico es diferente, más sofisticado. Ahora no es necesario que el FMI-Banco Mundial negocie un préstamo de ajuste estructural con los gobiernos nacionales.
El ajuste de los ajustes
“Lo que ha ocurrido bajo la crisis del Covid 19 es un ajuste global de la economía mundial, que de un golpe desencadenó un proceso mundial de bancarrota, desempleo, pobreza y desesperación total".
Esta parálisis, que consiste en mantener la población enclaustrada en sus casas o en sus barrios si no tienen casa, es la única solución que el capital financiero ofrece a los gobiernos nacionales para resolver la pendemia. Y obtuvo consenso político a pesar de las consecuencias devastadoras.
Cada gobierno debe aplicar en su jurisdicción las directrices de la organización mundial de la salud sobre el tratamiento de los movimientos de la población y también las demás restricciones al comercio, a la inmigración y al transporte.
Según el economista, “poderosas instituciones financieras y grupos de presión, como Wall Street, Big Pharma, el Foro Económico Mundial (FEM) y la Fundación Bill y Melinda Gates, participaron en la configuración de las medidas de la Organización Mundial de la Salud relativas a la pandemia de Covid-19. El cierre se inició en marzo pasado, y no tiene precedentes en toda la historia, al menos no como algo organizado y dirigido conscientemente.
Están afectadas en todo el mundo las líneas de producción y suministro de bienes y servicios, las actividades de inversión, las exportaciones e importaciones, el comercio al por mayor y al por menor, el gasto de los consumidores, la escuelas, colegios y universidades e instituciones de investigación
Según Chossudovsky las consecuencias inmediatas de semejante colapso son la concentración masiva de riqueza y capital corporativo, la desestabilización de las pequeñas y medianas empresas que quebrarán y serán adquiridad, la anulación de los derechos de los trabajadores, la creación de sempleo masivo, la disminución de salarios, el aumento de la deuda externa: no es la ruina del capitalismo, sino el reinado del neoliberalismo en toda su potencia destructiva.
De la Redacción de AIM.