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El efecto Lady Macbeth y las obsesiones: La relación entre la limpieza física y la moral

Lady Macbeth se lavaba las manos de manera compulsiva porque veía en ellas la mancha de sus malas obras. Ese acto describe un comportamiento real, uno donde algunas personas recurren a la limpieza para purgar el peso de su culpa.

El efecto Lady Macbeth describe un curioso efecto psicológico: una persona puede llegar a hacer uso de la limpieza física como mecanismo para purificar su mala conciencia. Algo que a primera vista nos puede parecer tan llamativo como dudoso, cuenta con evidencia científica, demostrándonos una vez más, los llamativos mecanismos de la mente humana a la hora de asumir el peso de la culpa.

Un aspecto que, sin duda, habremos percibido con frecuencia, es cómo la literatura sirve como espejo psicológico, describiendo ciertas condiciones o trastornos. Tenemos, por ejemplo, el síndrome de Peter Pan o de Wendy, el complejo de Electra, el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, etc.

Ahora bien, no podemos negar que el efecto de Lady Macbeth se alza como uno de los más interesantes. Cuatro siglos después de que William Shakespeare escribiera su magnífica obra Macbeth, la comunidad científica ha descubierto que aquella práctica que llevaba a cabo la maquiavélica esposa del rey de Escocia es tan real como desconcertante. Veamos más datos a continuación.

El efecto Lady Macbeth o el ritual de purificación de la culpa

En el quinto acto de la obra Macbeth, la llamada «reina demoníaca» sufre un episodio en el que queda en evidencia un pequeño atisbo de debilidad. La mala conciencia la asalta tras el asesinato del rey Duncan, instante en que empieza a lavarse las manos de manera compulsiva, intentando quitarse de encima una sangre que solo ella ve.

Pocos personajes de la obra shakesperiana resultan tan impactantes como Lady Macbeth. Se perfila como una mujer fuerte, ambiciosa y, ante todo, despiadada. Manipula, empuja a insta a su esposo para llevar a cabo los más violentos actos para alcanzar el poder. Y sin embargo, al final de la obra Lady Macbeth termina como una mujer rota, alguien completamente destruido por el peso de la culpa y esa conciencia que tanto se ha esforzado por reprimir.

Shakespeare fue realmente hábil al mostrarnos en gran parte de sus obras la anatomía más profunda y compleja del ser humano. Nos habló de los celos en Otelo, del amor en Romeo y Julieta o de la neurosis en Hamlet. Expertos en su obra, como el crítico literario Harold Bloom señalan que en cierto modo William Shakespeare asentó las primeras bases de la psicología. De hecho, hasta Sigmund Freud tomó de él algunas ideas que le sirvieron de base para delimitar y dar cuerpo al psicoanálisis.

El peso de la culpa y la necesidad de limpieza

En Macbeth se muestra por primera vez un comportamiento que la psicología actual ha estudiado en profundidad. El efecto Lady Macbeth describe esa conducta por la cual una persona recurre a la limpieza compulsiva (ya sean manos o resto del cuerpo) para librarse de la culpa.

Esos supuestos rituales de purificación buscan ‘limpiar’ una conciencia aparentemente sucia. En un principio, este comportamiento responde a una clara disonancia cognitiva. Una mediante la que asociamos la limpieza física con la limpieza moral, como si ese acto nos liberara de la mancha de la culpa.

Por otro lado, un hecho llamativo que ha podido comprobarse es que a veces, no es necesario que una persona lleve a cabo un comportamiento inapropiado; basta con pensarlo. La simple ideación, imaginar algo perverso, violento u obsceno también provoca la conducta de la limpieza compulsiva.

¿Qué dice la ciencia sobre el efecto Lady Macbeth?

El doctor Chen-Bo Zhong, de la Universidad de Toronto, y la doctora Katie Liljenquist, de la Universidad Northwestern, llevaron a cabo una serie de experimentos psicológicos en el 2006 donde demostrar el efecto Lady Macbeth. En esta investigación se reunió a una amplia muestra de personas a las que se les pidió evocar momentos poco éticos de su pasado o momentos donde se comportaron de manera inadecuada.

Tras esa evocación, se les pidió que pensaran en algún objeto o producto. Cerca del 60 por ciento pensó en jabón de manos y gran parte de estos, acudió después a lavarse las manos. El dato sin duda es llamativo, porque más tarde, en la investigación realizada por el doctor Jedidiah Siev del Departamento de Psicología de Swarthmore, en Estados Unidos en el 2018, replicó los mismos resultados.

Conclusiones

Conociendo ya la anatomía del efecto Lady Macbeth, nos planteamos la siguiente cuestión: ¿de verdad la limpieza puede absolver de nuestra mente el peso de los pecados? La respuesta es sencilla y contundente: no. De hecho, no hay más que recordar el final de Lady Macbeth, rota por el peso de la culpa, convertida en un espectro de sufrimiento y lamentos por todas las maldades cometidas.

En realidad, tras este comportamiento se esconde en muchos casos un trastorno obsesivo-compulsivo. Los pensamientos cargados de culpa se vuelven intrusivos, punzantes y desgastantes. La persona no puede aceptarlos, esa culpa es corrosiva y la ansiedad se eleva de manera intensa hasta que se desemboca en comportamientos rituales (compulsivos) para intentar descargar dicha carga negativa.

En conclusión, nadie purgará sus demonios internos mediante actos purificadores. El agua solo limpia la piel, pero jamás los recuerdos ni aún menos el alma.

Por la Lic. En Psicología Valeria Sabater para La Mente es Maravillosa.-

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