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Política
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Estados Unidos y el desorden mundial

El escritor uruguayo Eduardo Galeano era invitado de tanto en tanto a ofrecer charlas en universidades estadounidenses. En diálogo con los estudiantes, generalmente  una vez terminada su disertación, acontecía  algo que él conocía bien: venían preguntas que incluían cierta ideología que para los chicos era natural, invisible, y que no reconocían como ideología.

Eduardo Galeano era invitado de tanto en tanto a ofrecer charlas en universidades estadounidenses.
Eduardo Galeano era invitado de tanto en tanto a ofrecer charlas en universidades estadounidenses.

Por ejemplo, que los Estados Unidos eran una "potencia ética", cuya misión en el mundo era "ayudar" a los pueblos necesitados y sumergidos aún a costa de serios sacrificios de los norteamericanos, cuantificables en términos de "taxes" o impuestos, palabra mágica en el gran país del norte.

Galeano solía repetir, de regreso al Uruguay, que una y otra vez, ante el peligro de "ayuda" que se cernía, él les rogaba a los chicos que no ayudaran más, que se olvidaran de ayudar fuera de sus fronteras, que el mundo no necesitaba esa ayuda, al menos no en la forma que toma.

Las razones de la "ayuda" y su sentido igualmente dogmático e ideológico, cosa notable en gente tan "pragmática", fue expuesta por el ex presidente Barack Obama  ante los cadetes del Colegio Militar de West Point en la ceremonia de fin de cursos.

Obama, seguramente no tanto como el actual presidente Donald Trump, dijo creer  "con cada fibra de su ser" en la excepcionalidad de los Estados Unidos sobre cualquier otro país del mundo, y enfatizó  que su país “es y sigue siendo la única nación indispensable. Eso es cierto en el siglo pasado y será cierto en el siglo que venga”.

Esta mentalidad imperial sin disimulo se asienta en la creencia cuasirreligiosa de que Estados Unidos constituye un Estado-nación escogido y predestinado, idea tomada por los protestantes "padres de la patria" de los antiguos israelitas, con derechos y responsabilidades  autoasignados por encima del marco jurídico internacional.

Obama se  explayó en otros dogmas y sofismas, trasformados en políticas de Estado, igualmente reveladores: “La disposición de Estados Unidos para aplicar la fuerza en todo el mundo es la última salvaguardia contra el caos” (¿y que sucede con el caos que ocasiona el intervencionismo imperialista?).

“Estados Unidos debe siempre liderar en el escenario internacional. Si no lo hacemos ningún otro lo hará. La fuerza militar a la que ustedes se han incorporado (se refiere a los oficiales egresados de la academia militar) es, y siempre será, la espina dorsal de ese liderazgo”. Y, por si quedara alguna duda: “Estados Unidos usará su fuerza militar, unilateralmente si es necesario, cuando nuestros intereses básicos lo exijan, cuando nuestro pueblo sea amenazado, cuando nuestros medios de vida estén en juego, cuando la seguridad de nuestros aliados esté en peligro… La opinión internacional (y añadiría, el derecho internacional) importa, pero Estados Unidos jamás debe pedir permiso para proteger a nuestro pueblo, a nuestra patria, a nuestra manera de vivir”.

Obama expresó las ideas de la clase dominante de su país mantenidas por  más de dos siglos. El supuesto derecho a intervenir militarmente cuando y donde sus intereses lo requieran, a expandirse y conquistar territorios por cualquier medio, incluyendo la guerra colonial (como la que le "podó" a México la mitad de su territorio y la   llevada a cabo en 1898 contra España tras un atentado de falsa bandera), a partir de la justificación de imponer a pueblos y naciones las leyes y formas de gobierno consideradas “las mejores en la Tierra”, conforman la mentalidad de las élites gobernantes desde el siglo XVIII, cuando los Padres Fundadores de la República, recién independizada de Inglaterra, planeaban apoderarse de todo el continente.

Jefferson creía en 1786 que la naciente confederación debía considerarse “el nido” desde el cual “toda América, la del Norte y la del Sur, ha de poblarse”, y le preocupaba que España fuera demasiado débil para mantener sus dominios coloniales, “hasta que nuestra población haya avanzado lo suficiente para ganarles el dominio palmo a palmo”. La declaración de James Monroe en 1823, basada en las ideas de John Quincy Adams sintetizadas en la frase de “América para los americanos”, que rápidamente se transformó en “doctrina” para darle su pátina de misticismo y otorgarle alguna respetabilidad, así como la creencia en el “Destino Manifiesto” -invento de un periodista que tuvo un éxito espectacular-  constituyen la ideológía  para indicar a los poderes coloniales de Europa que Estados Unidos entraba, en igualdad de condiciones, en el reparto colonial del mundo. América  debía ser considerada campo libre de toda injerencia europea para beneficio exclusivo de los estadunidenses.

Para Obama, “Estados Unidos tuvo la sabiduría de establecer instituciones para mantener la paz y apoyar el progreso humano –desde la Otan a las Naciones Unidas, desde el Banco Mundial al FMI–”. La iniciativa de fundar un nuevo organismo internacional fue discutida al final de la Segunda Guerra Mundial por las potencias vencedoras y la carta de creación de la ONU fue firmada inicialmente por 51 estados, mientras que la Otan ha sido la expresión misma del militarismo, las provocaciones y las agresiones bélicas estadunidenses-europeas, especialmente durante la guerra fría, muy lejos de la paz y el progreso humano. Por su parte, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional constituyen las principales instituciones de la expoliación financiera de los países capitalistas al mundo del subdesarrollo y de la imposición de la actual trasnacionalización neoliberal a escala planetaria.

Uno de los elementos del liderazgo de los Estados  Unidos para sus dirigentes es “su disposición a actuar en nombre de la dignidad humana. El apoyo de Estados Unidos a la democracia y los derechos humanos va más allá del idealismo, es un asunto de seguridad nacional”. En  esa dirección, Obama recordó a los cadetes de West Point que "debido a los esfuerzos de Estados Unidos, debido a la diplomacia de Estados Unidos y la ayuda al exterior, así como al sacrificio de nuestros militares, más gente vive hoy con gobiernos elegidos (democráticos), más que en ningún otro momento de la historia humana”.

Iraq, Libia y Siria son un ejemplo de la disposición a actuar en nombre de la dignidad humana y de los sacrificios de los militares estadunidenses:  países devastados, destruida toda la infraestructura sanitaria, educativa y de salud, millones de muertos,  desplazados y refugiados,  millones de huérfanos,  población sin agua sumida en el caos de una guerra confesional propiciada por la potencia ocupante.

Parafraseando a Simón Bolívar: “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar al mundo de miserias y muerte en nombre de la libertad”.

Recientemente, los Estados Unidos se mostraron muy preocupados por las historias contadas por una joven modelo africana, que huyó de su país, Somalia,  y contó los horrores de la mutilación genital femenina

Esas prácticas son crueles e innecesarias, sobre todo para nuestra sensibilidad, y tendemos a solidarizarnos con quien quiera abolirlas.

Las Naciones Unidas han lanzado una campaña mundial contra la circuncisión femenina y también el Consejo Islámico mundial, pero la cuestión tiene aspectos que hay que considerar.

El 30 por ciento de los niños nacidos en los Estados Unidos y en Inglaterra son sometidos a circuncisión siguiendo una tradición que está tan poco clara como la australiana o la somalí en la materia.

Existe el peligro de considerar que una potencia como los Estados Unidos intervengan para suprimir la costumbre como lo saben hacer ellos, como recomendó Obama, que también está circuncidado, a los cadetes egresados de West Point.

Como los Estados Unidos son una "potencia ética" de acuerdo con el criterio de sus promotores ideológicos de los que se burla el lingüista Noam Chomsky, también circuncidado,  una historia como la de la modelo somalí puede generar en el ánimo de la gente de aquel país la idea de que estaría bien llevar un poco de civilización y ética  a aquellos bárbaros con el fin de que cambien sus costumbres.

El Africa a partir del Renacimiento europeo fue esquilmada en su riqueza natural y diezmada en su población por los traficantes de esclavos,  y luego colonizada por las potencias occidentales que devastaron lo que dejó la tropelía inicial. En Mali se llevaron atados del cuello a los barcos a 10.000 estudiantes de una universidad.

El continente no se recuperó nunca de aquel golpe que iniciaron los portugueses y siguieron todos los que pudieron. A eso se puede atribuir la desorganización política y social y el olvido de las tradiciones auténticas, reemplazadas por supersticiones como la de la mutilación genital, cuyo origen histórico está en la nebulosa.

Pero tampoco se explica fácilmente la circuncisión masculina, que tiene valor religioso para musulmanes y judíos, sin que fuera de los libros "sagrados" haya muchas ideas de su finalidad y valor. Como es más próxima y estamos más o menos acostumbrados no nos quejamos ni nos parece tan mal.

La persistencia de ese tipo de intervención quirúrgica es atribuible a la ignorancia, y la ignorancia a la presencia invasora de las potencias europeas en todo el mundo. Porque el resultado de la intervención fue la destrucción de culturas, como en Abya Yala, la ocupación de territorios, la reducción de la población autóctona a la esclavitud y la explotación de todas las riquezas, en primer lugar la mano de obra.

En esas condiciones,  es fácil presentar las costumbres que más nos chocan como propias de una "barbarie" original y justificar con ellas otra intervención como las que Occidente viene perpetrando sobre el resto del mundo desde hace más de cinco siglos.

De la Redacción de AIM.

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