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Como opera el mercado negro español de animales protegidos

El Seprona ha decomisado en los últimos siete años 8.379 ejemplares protegidos. Fueron víctimas del mercado negro o de tenencias ilícitas y unos estaban vivos, otros muertos y en ocasiones sólo había partes sueltas del cuerpo del animal.

"Al final todo esto se reduce a que hay unos beneficios brutales y se mantiene el negocio". Así resume la problemática uno de los coordinadores e investigadores de la Unidad Central Operativa Medioambiental de la Guardia Civil (Ucoma). El agente especializado en tráfico de especies se sienta junto a una de las sargentos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona). Sus respuestas evidencian compenetración. Hace años que trabajan en equipo combatiendo el crimen contra el medio ambiente, incluyendo los delitos que afectan a los animales protegidos internacionalmente. "Es un fenómeno global e implica a tantos países que hay que coordinarse con Europa", expresa la oficial del Instituto Armado.

Por eso, para velar por ciertos ejemplares es necesario contemplar el marco normativo europeo e internacional. Es lo que ocurre con la fauna Cites. La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites) está entre las más de 2.000 leyes que maneja esta Unidad especializada de la Guardia Civil. Se trata de un acuerdo internacional que salvaguarda a alrededor de 5.950 especies amenazadas de extinción debido a la sobreexplotación de su comercio. En consecuencia, el Seprona ha decomisado en los últimos siete años 8.379 ejemplares Cites. Fueron víctimas del mercado negro o de tenencias ilícitas y unos estaban vivos, otros muertos y en ocasiones sólo había partes sueltas del cuerpo del animal.

Son los dos mercados que dibujan los registros del Seprona sobre el estado de las especies protegidas interceptadas. El más numeroso es el que involucra a animales vivos, heridos o los que han muerto como consecuencia del tráfico. De menor volumen es el que corresponde a las partes y derivados de ejemplares. En este último grupo se encuentran, por ejemplo, los 44 cráneos y cabezas de especies Cites intervenidas desde 2015. Las cifras siguen siendo "prácticamente las mismas de siempre", asegura la oficial del Instituto Armado haciendo referencia a la pandemia.

A pesar del riesgo que entraña delinquir contra especies protegidas internacionalmente, la agente del Seprona y el de la Ucoma no tienen dudas. A los criminales les es "rentable siempre". Se trata del tercer mercado negro más lucrativo del mundo. Sus beneficios económicos están aumentando y ya superan a los generados por el crimen organizado con seres humanos, según Interpol. La mayor organización policial internacional señala que sólo el narcotráfico y los productos falsificados producen mayores ganancias. Aunque los datos económicos sean estimaciones, Interpol calcula que el negocio ilícito contra la vida silvestre mueve más de 16.500 millones de euros anuales en todo el mundo.

En la rentabilidad que mencionan los agentes subyace un factor más: "La reprensión penal, incluso la administrativa, son muy bajas, mínimas", lamenta el oficial de la Ucoma. A lo largo de sus 23 años en la Unidad Central Operativa Medioambiental ha comprobado que "es muy difícil conseguir un efecto disuasorio para la gente que se dedica al tráfico ilegal". Desde que inician una actuación hasta que finalmente hay una condena pasan años.

Hace dos meses, en octubre, el agente tuvo un juicio por tráfico con cuernos de rinoceronte; fueron unos hechos que sucedieron en 2010. "Hay reducciones penales porque ya ha transcurrido mucho tiempo. Y por aquel entonces era un señor mayor, ahora es diez años más mayor de lo que era", detalla. "Puedes quitar a alguien de la circulación durante unos meses, pero al final no hay ese efecto disuasorio que nos gustaría a todos". El hombre podría haber obtenido por un kilo de cuerno de rinoceronte alrededor de 270.000 euros en el mercado negro. Se estima que su precio triplica al del kilo de cocaína.

En los registros de la Guardia Civil el rinoceronte negro ha sido el más damnificado de su especie, pero no destaca sobre el total de ejemplares incautados. En los últimos siete años tan sólo se hallaron dos sin vida en Valladolid y al año siguiente una cabeza y un pie del animal en Pontevedra y Sevilla, respectivamente. El marfil de elefante es el que protagoniza desde 2018 más del 50 por ciento de decomisos de partes sueltas de animales.

El día a día de los delincuentes y de los oficiales del Instituto Armado se asemeja a una competición. España, también Portugal, son "una gran puerta de entrada del tráfico de especies protegidas", relata la sargento del Seprona. En ese recorrido que parte principalmente de regiones del Norte de África, Sudamérica o Centroamérica, surgen "nuevas metodologías para ocultar" a los animales. Para su detección, la autoridad especializada responde con más formación, nuevos medios y a través de la coordinación e investigación transnacional.

"Hasta hace diez años aparecía un objetivo francés y te olvidabas de esa parte de la investigación", rememora el coordinador e investigador de la Ucoma. "Ahora, aparece uno de cualquier país y ya no lo dejas", dice el experimentado agente. Disponen de la coordinación operativa y estratégica de la Europol, la Agencia policial de la Unión Europea.

Las operaciones se organizan mediante mesas donde se reúnen los investigadores de diferentes países que trabajan sobre el terreno. De este modo planifican estrategias conjuntas. "También puedes pedir a gente a Europol para que haga volcados de información en los ordenadores o para determinadas consultas sobre los antecedentes de una persona en cualquier punto de Europa", explica el agente. Así es el lado invisible de la lucha contra un tráfico "globalizado".

No sólo existen estructuras criminales organizadas tras los delitos contra la fauna protegida. En diversas partes del mundo su exotismo sirve como reclamo para obtener un beneficio económico. En Turquía o República Dominicana se utilizan a loros y guacamayos, a cocodrilos, iguanas y serpientes en Egipto o México... Las enumeraciones de una joven pareja que ha visitado países de los cinco continentes son extensas. Roberto A. Mejías y Elisabet C. González, autores del blog de viajes "Con arena en la mochila", sienten "impotencia y rabia". Recuerdan a los macacos de Berbería de la Plaza Jemaa El-Fna de Marrakech, Marruecos, en "pequeñas jaulas a la vista de todo el mundo y a pleno sol". Los primates en riesgo de extinción eran una atracción turística más. "El más pequeño estaba atado con una cadena al cuello y se posaba sobre los hombros del hombre que se ocupaba de ellos", relatan. Una fotografía con el animal a cambio de un puñado de monedas. "Lo más triste es que bastantes personas aceptaban la propuesta encantadas y sonrientes", lamentan.

Pero no es necesario buscar fuera de España para encontrar animales protegidos con historias similares. En Agüimes, una pequeña localidad de las Islas Canarias, todavía vive una chimpancé que sabe vestirse, comer con un cubierto o cerrar un tapón. La persona que la explotó tiene a día de hoy tres heladerías gracias a los beneficios que le proporcionó el animal y una antigua Polaroid. "Usó al ejemplar para que los turistas se hicieran fotografías", cuenta Dionisio Balser, la persona que acogió a Judith en su centro de rescate de especies Cites. La policía consiguió que el hombre la entregase en el año 1984, después de varias quejas y denuncias. También podía no haberlo hecho; no había una ley que amparase a Judith.

En aquella época tampoco existían las páginas web de compraventa de especies protegidas; no había foros especializados en internet o canales de Facebook. "Antes ibas a la tienda a comprar porque no había acceso a otros canales, ahora es mucho más fácil", asegura el miembro de la Ucoma. La vigilancia se ha extendido al mundo virtual, donde la discreción y el encubrimiento de la identidad son claves en este tipo de transacciones comerciales. Del mismo modo, el dinero que circula en este tipo de operaciones ilícitas queda oculto.

Calcular la cifra únicamente para el mercado negro español también es "muy difícil", afirma el investigador del Instituto Armado. Comprobando las cuentas de una de sus últimas intervenciones comparte un dato aislado e ilustrativo. En cuatro años, el tráfico ilegal con psitácidas, aves de la familia de los loros, proporcionó al detenido un millón de euros. Las aves protegidas son las protagonistas de las incautaciones de los últimos siete años, excluyendo los decomisos de partes sueltas de animales. El Seprona interceptó 1.409 sobre el total de ejemplares. También hubo reptiles y moluscos, arácnidos e insectos, mamíferos, peces, anfibios y equinodermos, pero el número de aves incautadas fue mayor casi en la mitad de las provincias del país.

Los delitos que rodearon a los 6.645 animales aprehendidos desde 2015 fueron variados: tenencia irregular, documentación falsificada, falta de permisos, tráfico local e internacional, silvestrismo, actividades y ventas ilícitas... "La gente no exige unas garantías mínimas sobre la procedencia de los ejemplares. Estamos hablando de que gastan entre 3.000 y 10.000 en un bicho, no 50 euros". El investigador de la Unidad Central Operativa Medioambiental apunta a que detrás de algunos actos delictivos hay una plena consciencia. "Sabes que no puedes pedirle nada al que te pasa unas tortugas dentro de una caja en una gasolinera, conoces que es ilegal y que no va a tener documentación", dice con cierta frustración. Concretamente, la tortuga mora es la especie protegida más incautada en España en siete años, pero tan solo es una parte.

Fuente: El Mundo (España)

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