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Controversia en la Unión Europea sobre como aprueban el glifosato

A pesar de que más de 40 organizaciones piden su prohibición en base a multitud de estudios científicos que alertan de sus riesgos para la salud, las autoridades europeas siguen debatiendo sobre este polémico herbicida

El glifosato es, sin duda, una de las sustancias tóxicas más famosas y polémicas de cuantas se utilizan actualmente, según explican desde 'Hogar sin tóxicos'. En diciembre de 2022 la UE deberá decidir si renueva o no la autorización de uso de esta sustancia en la UE, y ya se ha iniciado el proceso de reevaluación que fundamentará la decisión en uno u otro sentido. Más de 40 entidades de la sociedad civil europea temen que esta evaluación no sea objetiva ni transparente, y que se primen los estudios aportados por la industria -muchos de los cuales son secretos- por encima de los que ha realizado la comunidad científica independiente.

Días atrás se ha conocido la respuesta de la Comisaria europea de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, a la carta que le dirigieron el mes pasado las 41 entidades de la sociedad civil europea mencionadas, pidiendo "garantías de que el proceso de renovación actual del glifosato se basa en pruebas científicas actualizadas, tiene en cuenta la toxicidad del principio activo glifosato, así como de los productos a base de glifosato, y permanece libre de intereses creados".

La comunidad científica revisó enseguida el informe de la Efsa y el BfR descubriendo su carencia de base científica y sesgos alarmantes

Las organizaciones de la sociedad civil se mostraban muy preocupadas en su carta "sobre el actual procedimiento de evaluación de la renovación de la sustancia activa plaguicida glifosato y, en particular, sobre la credibilidad de los estudios que han sido proporcionados por la industria para justificar la renovación de su autorización en Europa". Sobre todo, teniendo en cuenta que los herbicidas a base de glifosato, han sido asociados por la ciencia a "ciertos tipos de cáncer en humanos, así como con efectos adversos en el desarrollo temprano de la vida y los sistemas hormonales".

Los cuatro países que lideran la evaluación de la sustancia ya publicaron unas conclusiones preliminares en junio de 2021 en las que se defiende su aprobación. Los borradores de los informes de evaluación ya se entregaron a la Efsa y a la Echa.

Un jarro de agua fría

La respuesta de la Comisaria no ha sido esperanzadora, ya que no ha aportado garantías de que se vaya a realizar la evaluación científica independiente que se solicitaba, sino que se limitaba a defender el controvertido sistema de evaluación del riesgo existente, asegurando que el procedimiento que se viene realizando ya es, supuestamente, "objetivo e independiente" y "a la luz de los conocimientos científicos y técnicos actuales".

Unas afirmaciones que resultan bastante sorprendentes a organizaciones que, como es el caso de Heal (Health and Environmental Alliance) que encabezó la carta antes aludida, y otras que están realizando un seguimiento del expediente del glifosato. Alertan de que, contrariamente a lo afirmado por la responsable europea, la evaluación actual sigue basándose sobre todo en estudios de la industria y que la literatura científica independiente siempre se arrincona.

Como comenta Carlos de Prada, director de Hogar sin Tóxicos: "No se puede decir que la evaluación que se realiza sea independiente ni, desde luego, que se tengan en cuenta debidamente todos los estudios científicos disponibles. Más bien lo que se suele hacer, y la comunidad científica está escandalizada por ello, es tener en cuenta, ante todo, los estudios patrocinados por la propia industria interesada en continuar con el uso de las sustancias. Estudios que no solo han sido realizados en un flagrante conflicto de intereses, sino que, además, con mucha frecuencia, son secretos y, por tanto, no cumplen un requisito básico para que cualquier estudio sea considerado realmente científico, como es que pueda ser revisado debidamente".

Estudios complejos y serios

En la carta que se dirigió a Kyriakides, se pedía que se aplicase el Reglamento de Transparencia (UE) 2019/1381 que establece que en casos de controversia o contradicción graves -como sucede con el glifosato- se puedan encargar estudios realmente independientes que sirvan para verificar la evidencia disponible. En ese sentido se pedía que se tuviese en cuenta, por ejemplo, el estudio sobre el glifosato que promueve el Collegium Ramazzini de Bolonia, que es "el estudio de toxicidad más complejo jamás realizado sobre un pesticida".

Se trata de un estudio que, aplicando los métodos más avanzados, aborda múltiples aspectos de las exposiciones en la vida real a muy bajas concentraciones de glifosato y a los productos que lo incorporan: toxicidad, carcinogenicidad, toxicidad para el desarrollo prenatal, neurotoxicidad, efectos multigeneracionales, alteración endocrina y efectos sobre el microbioma. Sin embargo, en su respuesta, la Comisaria afirmaba que era "prematuro" realizar ahora este tipo de estudios de verificación, diciendo que para ello se debería esperar a ver si en el proceso en marcha surgían tales "controversias graves o resultados contradictorios" en relación a la sustancia.

Como apunta Carlos de Prada "la verdad es que no se debe esperar a nada, puesto que ya se han producido graves controversias y contradictorios, ahora y desde hace mucho, algo que es de absoluto dominio público. Probablemente, no haya otra sustancia que haya dado pie a tantas dudas por el manejo de datos escasamente fiables en su evaluación".

Como se afirma desde Heal "las diferentes conclusiones entre las evaluaciones de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (Iarc) y de las autoridades de la UE han provocado debates científicos y políticos sin precedentes en la historia de las discusiones sobre la renovación de plaguicidas". Esta organización se refiere a lo que sucedió a partir de 2015 cuando la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (Iarc) de la OMS, incluyó el glifosato en los listados de sustancias asociadas al cáncer. La Iarc concluía que existía una evidencia fuerte de genotoxicidad para la sustancia y también para los productos que lo incorporaban en sus mezclas. Algo que en cumplimiento de la normativa de la UE debería haber implicado su prohibición.

Espectáculo bochornoso

Sin embargo, la inclusión del glifosato en los listados de sustancias asociadas al cáncer de la Iarc dio lugar a un bochornoso espectáculo aireado por la prensa mundial y protagonizado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (Efsa) que, basándose en un informe de una autoridad sanitaria de un estado miembro (el BfR alemán) se apresuró a emitir otro informe diciendo que el glifosato no era cancerígeno. La comunidad científica revisó enseguida el informe de la Efsa y el BfR descubriendo su carencia de base científica y sesgos alarmantes.

Este documento se basaba principalmente en estudios no publicados y no revisados por pares, patrocinados por las empresas vendedoras de pesticidas. Además, se denunció que el BfR alemán, en lugar de realizar una evaluación propia e independiente, llegó al extremo de basar partes de su informe en documentos e impresiones de la propia multinacional, interesada en negar que el glifosato causase cáncer (Monsanto, hoy unida a Bayer), incluso incurriendo en plagios.

Fuente: El Confidencial

Agroquímicos legislación y derecho ambiental Unión Europea

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