La covid-19 y la guerra en Ucrania frenan el avance hacia el acceso universal a la energía, y todavía en el mundo 733 millones de personas no tienen electricidad y 2400 millones cocinan con combustibles dañinos para la salud y el ambiente, mostró este miércoles 1 un nuevo estudio multiagencial.
El informe fue preparado por el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la División de Estadísticas de las Naciones Unidas, al evaluar progresos para alcanzar el séptimo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): “Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna”.
Se advierte que al ritmo actual, para el año 2030, cuando deban alcanzarse las metas del ODS-7, todavía 670 millones de personas seguirán sin electricidad, 10 millones más de la cifra que estaba proyectada para el año 2021.
Los cierres, el confinamiento, las interrupciones en las cadenas de suministro y el desvío de recursos fiscales, para mantener asequibles los precios de alimentos y combustible durante la pandemia, frenaron la carrera hacia el objetivo.
La emergencia sanitaria no solo generó retrasos, sobre todo en los países más vulnerables o de por sí rezagados, sino que incluso dio lugar a retrocesos.
En Asia y África, por ejemplo, 90 millones de personas que habían accedido a la electricidad ya no pueden permitirse pagar sus necesidades energéticas básicas a causa de la crisis.
Esos impactos se han agravado en los últimos meses con la guerra en Ucrania, que ha generado incertidumbre en los mercados mundiales de petróleo y gas, y ha disparado los precios de la energía.
La proporción de la población mundial con acceso a la electricidad aumentó, de 83 por ciento en 2010 a 91 por ciento en 2020, elevando en 1300 millones el número de personas con acceso al fluido.
El número de personas sin acceso se redujo de 1200 millones en 2010 a 733 millones en 2020, pero para cumplir el ODS-7 se requieren cada año 100 millones de nuevas conexiones, y al ritmo actual el mundo solo tendrá 92 por ciento de electrificación en 2030.
África continúa como la región menos electrificada del mundo, con 568 millones de personas sin acceso a esa fuente de energía.
El acceso a la electricidad en África subsahariana aumentó de 46 por ciento en 2018 a 48 por ciento en 2020, pero la participación de la región en el déficit mundial de acceso creció de 71 a 77 por ciento en el mismo lapso.
La población mundial con acceso a combustibles y tecnologías no contaminantes para cocinar aumentó tres puntos porcentuales en 2020, hasta 69 por ciento, pero el ritmo del crecimiento demográfico dejó atrás gran parte de los logros que se habían conseguido, en especial en África al sur del Sahara.
Como consecuencia, la proporción de personas que carecen de acceso a formas limpias de cocinar se ha mantenido relativamente estancada, y de los 3000 millones a comienzos de siglo se ha pasado 2400 millones, reducción debida sobre todo a mejoras en países muy poblados de Asia.
En cambio en África subsahariana el déficit casi se ha duplicado desde 1990 y alcanzó a 923 millones de personas en 2020.
El reporte enfatiza que aunque la energía renovable fue la única fuente de energía que creció durante la pandemia, muchos de los países con mayor necesidad de electricidad se quedaron muy atrás.
Esa situación se exacerbó con la disminución por segundo año consecutivo de los flujos financieros internacionales.
El aumento de los precios de los productos básicos, la energía y el envío, así como las medidas comerciales restrictivas, incrementaron el costo de producción y transporte de módulos solares fotovoltaicos, turbinas eólicas y biocombustibles, lo que suscitó incertidumbre para futuros proyectos de energía renovable.
Para extender el uso de esta energía se requiere movilizar más el capital privado, particularmente en los países menos adelantados, los países en desarrollo sin litoral y los pequeños países insulares en desarrollo, según indicaron las agencias.
Y para atraer esos recursos “es clave el financiamiento público patente en la creación de un entorno propicio para las inversiones y el desarrollo de la infraestructura necesaria”, concluyó el informe.
Fuente: Agencia IPS