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Política
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La bestia debe morir

"Muerte al macho" apareció escrito  en   las paredes de  ciudades de todo el mundo  durante  la marcha del 8 de marzo pasado, día internacional de la mujer. Según eso, los hombres no estarían en el  camino razonable  de la igualdad con las mujeres: se dirigirían al exterminio.

"Muerte al macho" apareció escrito  en   las paredes de  ciudades de todo el mundo  durante  la marcha del 8 de marzo pasado, día internacional de la mujer.

Para los que desean la liberación femenina de buena voluntad, con intención sincera, emoción entera e inteligencia algo turbia, fue sencillo tachar de "feminazis" o "grupúsculos radicalizados" a las que transfirieron sus intenciones a los muros con tanta brevedad  y claridad. Sin embargo, queda un resto sin digerir que conviene analizar.

Parece deseable una sociedad donde esté protegida la vida de todos hasta donde es posible y no amenazada la de nadie sin razón suficiente. La vieja lucha de clases parece ir paralela, algo atrás, de la lucha de sexos, que es en realidad tanto o más antigua y nueva solo en la consideración colectiva.

Y no parece extravagante la consideración de "feminazis" a  las que promueven el odio contra el otro, siguiendo un camino trillado pero fácil porque está abierto.

La explicación casi inmediata fue que "muerte al macho" no significa eso sino "muerte al machismo", es decir, a la violencia que todos llevamos adentro, incluidas las mujeres, por pertenecer a una sociedad patriarcal.

En la misma línea  un comentarista de las pintadas en Montevideo observa que  podríamos poner "muerte al pobre" y explicar luego que se quiso decir "eliminar la pobreza", o "pobreza cero". Sabemos qué cerca queda para los pobres morir de enfermedades evitables o incluso de hambre bajo gobiernos que prometen pobreza cero.

Consagrados al exterminio

Es difícil imaginar que  el poder decida el exterminio de un sexo, o de los dos, para cambiar el modo de descendencia humano por otro tecnológico, y cambiar el propio ser humano por otro en que el pasado sexual sea eso: cosa del pasado.

Sin embargo, si un hombre de hace algunos siglos tomara nota de la sociedad actual, antes de morirse de nuevo quedaría impresionado por la magnitud de los cambios de todo tipo; pero sobre todo de las cosas que hoy admitimos como normales o naturales y que parecían abominables o imposibles en su tiempo.

¿Podríamos haber pensado en  una Argentina dedicada al monocultivo de la soja, casi desconocida por acá hace pocas décadas? ¿Podríamos haber sospechado que el capital financiero saldría al campo, lo convertiría en una rama de la industria, un lugar malsano, crearía una agricultura sin agricultores, envenenaría a campesinos y ciudadanos, los mataría de cáncer y obligaría a los agricultores a comprar la semilla cada año a  empresas monopólicas, induciéndolos al suicidio por deudas?

Una hipótesis económica es que el capital financiero hizo eso en un momento de superabundancia de capitales a nivel mundial  y encontró en la agricultura una manera de aplicar  el exceso que redituara los beneficios que busca ante todo.(Luego habría tiempo de decir que todo es por la alimentación de la humanidad).

Si mañana, de la mano de los avances científicos, desde que tiene la ciencia a su servicio,  el mismo capital financiero considerara buen negocio, por alguna razón que hoy se nos escapa pero que está sugerida por el feminismo radical, por ejemplo "matar al macho", ¿no instrumentaría un aparato publicitario para que la gente a la larga lo aceptara, como  acepta y hasta aplaude la guerra, comer chatarra o trabajar sin descanso para comprar chirimbolos sin valor?

Quizá todo el proceso tenga un límite, haya un punto que no se pueda sobrepasar, pero por ahora no aparece.

La matriz sin control

La ideología que permitiría cambiar la humanidad a  medida existe. Tomemos por ejemplo la de Valerie Solanas, calificada muchas veces burlonamente por sus posiciones extremas. Su vida fue una serie interminable de desdichas, una tragedia. Desde los abusos sexuales a que la sometió su padre hasta su situación de calle desde los 15 años y la entrega de su hijo recién nacido. Vagabundeo, la prostitución y la mendicidad;  pero también el estudio hasta graduarse en psicología. Luego el  atentado contra la vida de un actor, las internaciones en psiquiátricos, diagnosticada de esquizofrenia, hasta su muerte a los 52 años de neumonía en una institución de beneficencia en  San Francisco, Estados  Unidos.

De todos modos, la postura extrema es útil para entender una postura sin adornos ni hojarasca, aunque ayude poco en la práctica y desencamine, aunque    los argumentos de la autora  se desenreden fácilmente y no seduzcan.

A pesar de la presunta locura y la marginalidad de Valerie, su obra muestra quizá por eso mismo el lado disimulado de una opresión milenaria, y que a la liberación puede seguir algo muy diferente del equilibrio y  la armonía, de  una igualdad racional y bien pensada, aceptable para los herederos del racionalismo.

El ruido y la furia

Está claro que el mundo está en  peligro, basta asistir a la esgrima verbal de Corea del Norte con los Estados  Unidos. Si dejara de ser verbal y pasara a ser nuclear, posiblemente deberían intervenir otras potencias, que han amenazado con armas tremebundas, capaces de inundar continentes enteros y matar a toda su población. Posiblemente la intención es prevenir un ataque, pero si el ataque se produce no queda ninguna solución.

A primera vista parece prudente entonces sacar el poder de las manos de los hombres, que por tener entre 10 y  40  veces más testosterona que las mujeres son tanto más agresivos que ellas. Así como algunos proyectan esterilizar a poblaciones enteras para evitar la superpoblación  mundial, o crear una especie de mosquitos genéticamente alterados para inocular a todos sin defensa la "vacuna" esterilizadora. Seria una vacunación preventivia contra la  testosterona, o contra la fertilidad.

Son ideas del manifiesto Scum, de Valerie Solanas, una feminista "ultra", calificada de delirante y enferma mental, afectada por lo menos de fuerte misandria. Scum significa "costra de mugre" pero puede tomarse como sigla de "sociedad para cortar a los varones en pedazos".

Valerie se inscribe en el feminismo radical de Shulamith Firestone, pero lo lleva mucho más lejos. Como ella, trata que sean las mujeres las artífices del cambio que buscan, sin mezquinas negociaciones con los varones, que entiende saldadas con el fracaso.

Las feministas radicales se distanciaron del socialismo y la democracia, que informaban al feminismo de izquierda y el liberal.

Se alzaron no ya por la igualdad  sino por la "raíz" de la opresión femenina (de ahí "radical")  que ven en el hogar a través de los padres, los maridos y las parejas a través de las relaciones sexuales, la capacidad reproductiva, el control del cuerpo o el trabajo doméstico gratuito.

Reproducimos algunas ideas del manifiesto Scum de Valerie Solanas, con las que es posible que muchos estén secretamente de acuerdo, pero expresen desacuerdo en  público: "La única posibilidad es  destruir el gobierno, eliminar el sistema monetario, instaurar la automatización total y destruir al sexo masculino".

"El macho es una mujer inacabada, un aborto ambulante, un aborto en fase gene. Ser macho es ser deficiente; un deficiente con la sensibilidad limitada. La virilidad es una deficiencia orgánica, una enfermedad; los machos son lisiados emocionales".

"El hombre es un egocéntrico total, un prisionero de sí mismo incapaz de compartir o de identificarse con los demás, incapaz de sentir amor, amistad, afecto o ternura".

"No puede experimentar las pasiones de la mente o las vibraciones intelectuales, solamente le interesan sus propias sensaciones físicas. Es un muerto viviente, una masa insensible imposibilitada para dar, o recibir, placer o felicidad".

"Atrapado a medio camino en esta zona crepuscular extendida entre los seres humanos y los simios, su posición es mucho más desventajosa que la de los simios: al contrario de éstos, presenta un conjunto de sentimientos negativos – odio, celos, desprecio, asco, culpa, vergüenza, duda – y, lo que es peor: plena consciencia de lo que es y no es".

"Mujer incompleta, el macho se pasa la vida intentando completarse, convertirse en mujer. Por tal razón acecha constantemente, fraterniza, trata de vivir y de fusionarse con la mujer. Se arroga todas las características femeninas: fuerza emocional e independencia, fortaleza, dinamismo, decisión, frialdad, profundidad de carácter, afirmación del yo, etc. Proyecta en la mujer los rasgos masculinos: vanidad, frivolidad, trivialidad, debilidad, etc".

Adónde vamos a parar

Estas violentas parrafadas no se detienen en la destrucción de los hombres, se extienden hasta la destrucción de las mujeres mismas, ya que en un mundo sin hombres quedarían sin asunto muchas de sus características actuales.

Nietzsche consideraba al mono  una irrisión comparado con el hombre y al  hombre  una irrisión comparado con el superhombre. Ahora todos somos irrisorios desde la perspectiva de una posthumanidad presentida por Valerie Solanas como sin sexo, con reproducción tecnológica, pero con todas las cualidades básicas de las mujeres, corregido el defecto genético que lleva a algunos humanos a ser varones.

El futuro que Solanas entrevé para los varones, una vez cumplidas las fases previas de su plan mediante la violencia sigilosa  y el engaño, es poco halagüeño para ellos pero claro, más claro todavía que el de los judíos en "Mi Lucha":

"Los pocos hombres que queden en el planeta podrán arrastrar sus días mezquinos. Podrán hundirse en las drogas o pavonearse travestidos, observar a las mujeres poderosas en acción, como espectadores pasivos, intentando vivir por delegación. También podrán ir al centro suicida del vecindario más próximo y amistoso para morir allí, en las cámaras de gas, de muerte serena, rápida, sin dolor".

La toma del poder y la solución final de Valerie

En el manifiesto de Scum, Solanas se propone producir seres completos cuando la ciencia permita el control genético total, sin deficiencias como la masculinidad.

Para ella, el curso natural de los acontecimientos conducirá a un control total del mundo por la mujer.

Sin embargo, la impaciencia, que al parecer es una virtud femenina, impulsa a Scum a actuar de una manera que dejaría como principiante a Hitler.  "Las mujeres conscientes del alcance de su superioridad y de su poder sobre los hombres, podrían adueñarse de todo en pocas semanas y someterlos totalmente.  En una sociedad sana el macho trotaría obedientemente detrás de la mujer".

Scum es demasiado impaciente para esperar:  Un comando puede apoderarse del país en un año,   destruyendo selectivamente la sociedad y asesinando.

Scum tomará por asalto los autobuses, los taxis y los puestos de vender billetes; conducirán autobuses y taxis y entregarán billetes gratuitos al público.

Scum destruirá todos los objetos inútiles y dañinos como escaparates, Gran Arte, etc. Después Scum se apoderará de las antenas de radio y de T.V., se encargará de aliviar de sus trabajos a todos los empleados que impedirán la entrada de Scum en los estudios.

Scum arremeterá contra las parejas mixtas (hombre-mujer), que encuentre al paso y las deshará.

Scum matará a todos los hombres que no formen parte de su Cuerpo Auxiliar Masculino, integrado por  los hombres que se emplean, metódicamente, en su propia eliminación

Para ayudar a los hombres, Scum organizará Sesiones Miérdicas durante las cuales cada hombre presente pronunciará un discurso con la frase: "soy una mierda, una mierda miserable y abyecta"

El fino olfato de Valerie advierte que en toda mujer hay algo que, en mayor o menor grado, huele a podrido, pero explica: "se debe a toda una vida de convivencia con los hombres. Eliminad a los hombres y las mujeres mejorarán. Las mujeres son recuperables; los hombres, no"

Cuando  saquee, separe parejas, destruya y asesine, Scum ganará reclutas. Ese será el papel de su núcleo de élite reclutadoras; el cuerpo minoritario; el líder de las actividades (las enculadoras, saqueadoras y destructoras) y el de la élite de la élite: las asesinas.

Scum está en contra de todo  sistema, contra la idea misma de la ley y de gobierno. Scum no es liberal ni socialista: nace para destruir el sistema, no para lograr ciertos derechos dentro de él ni para intentar mejorarlo.

Scum continuará destruyendo, saqueando, desorganizando y matando hasta que el sistema laboral-monetario cese de existir y se establezca la automatización total.

Una vez desmanteladas las finanzas, ya no será necesario matar a los hombres, se les arrancará el único poder que tienen sobre las mujeres psicológicamente independientes. Muchas mujeres, durante un tiempo, seguirán pensando que los hombres les interesan, pero en cuanto se acostumbren a la sociedad de mujeres y se concentren en la realización de sus proyectos, se darán cuenta de la total inutilidad y banalidad del macho.

Lo más aceptable para el hombre es postrarse delante de la mujer, como un esclavo. Los hombres racionales desean ser aplastados, pisoteados, exterminados y masticados, tratados como lo que son, perros mugrientos, y confirmar así su ser repulsivo.

Los hombres irracionales, los enfermos, los que intentan defenderse contra su repugnancia, al ver a las Scum cargar sobre ellos  aullarán aterrados y se aferrarán a la Gran Mamá de las Grandes Tetas, pero las Tetas no les protegerán contra la arremetida de las Scum; La Gran Mamá se aferrará al Gran Padre, quien, en un rincón, se cagará en sus dinámicos calzoncillos. Sin embargo, los hombres racionales, no patearán ni pelearán ni armarán una lamentable pataleta; se quedarán mansamente sentados, relajados, gozando del espectáculo, dejándose llevar por las olas hasta su fatal extinción.

Desde otro punto de vista, el mismo final

Desde un punto de vista más diversificado y rico, con fundamentos más sólidos, sin las expresiones de combate resentidas y algo beocias de Solanas, sin lucha cruenta para producir lo inevitable,  Evgeni Golovin, filósofo ruso muerto en 2006, entrevé el ocaso del sexo masculino. No de manera tecnológica, mediante aplicación de los "avances" de la ciencia, sino como resultado de las leyes cíclicas que rigen  el  mundo fenoménico de que somos parte.

La visión de Golovin no es política ni histórica ni feminista ni patriarcal: no propone ninguna acción específica ni ninguna recomendación ética, está centrada en aquel conocimiento que en sánscrito se llama "jñana".

Para Golovin los varones gustan de reunirse en manadas porque son tan cobardes que si no disuelven su personalidad individual  en un conjunto se soportan mal o no se soportan.

Temen la soledad, temen sus ideas, temen a los jefes y dependen de la opinión ajena, de lo que representan para los otros, es decir,  de una imagen que es una "construcción" que  pone su centro de gravedad fuera de ellos. Temen todo, pero sobre todo a las mujeres, que no obstante desean y pagan caro y con gusto. El cuerpo de la mujer es un imán irresistible, sobre todo a la edad en que están intoxicados por el exceso de hormonas; pero el cuerpo masculino sin muscular no vale nada.

Golovin considera que algunos valores políticos asumidos sobre todo por la izquierda,  son  síntomas del dominio femenino en ascenso.

Para él, la lucha entre el hombre y la mujer se debe a sus diferencias marcadas: la pregonada igualdad de los sexos es demagogia. En esa lucha a veces predominan los varones, otras las mujeres, éstas generalmente desde una discreta oscuridad,  y el carácter del ciclo histórico-social depende del dominio de uno u otro sexo.

El hombre  entrega y aparta, la mujer  quita y conserva, al menos  en principio y esquemáticamente, porque en el fondo cada uno tiene algo del otro sexo.

La civilización moderna se ha desarrollado en el sentido del naturalismo y del predominio de lo material y del culto del cuerpo. En ella ha surgido, al amparo de la democracia, de las necesidades laborales y del industrialismo, una oleada de feminismo que   merece aplausos de todos los progresistas que con demasiada frecuencia tienen mirada corta y oídos obstruidos por el ruido que ellos mismos producen o que otros producen para estorbar la audición.

Golovín da una lúgubre visión del patriarcalismo en trance de muerte. Se refiere a los creadores de doctrinas, religiones, sistemas filosóficos y políticos como representantes de un sexo moribundo, el masculino.

Desde puntos de partida muy distantes, tiene acercamiento con Solanas. Muestra la particularidad, la excepcionalidad ruinosa de la civilización occidental.  “Es difícil encontrar en el pasado una construcción estrictamente material del universo.  Cuando la doctrina metafísica se reduce al moralismo, cuando la alegría del ser se reduce a una decena de primitivos “placeres”, por los que además hay que pagar ni se sabe cuánto, cuando la muerte física aparece como “el final del todo” ¿acaso se puede hablar del impulso irracional y de la sublimación?

Los  jóvenes de esta civilización paradójica en trance de  muerte ya no quieren gastar fuerzas en improductivas búsquedas del absoluto: las especulaciones intelectuales exigen demasiada energía vital, que es mucho más práctico utilizar para mejorar las condiciones concretas corporales, financieras y demás.

Los hombres actuales ansían la ingenuidad, la despreocupación, el deporte, desean prolongar la juventud.

Si un hombre teme, rehúye o ni siquiera reconoce la llamada de la sublimación, es que, propiamente, no puede llamarse hombre, es decir un ser con un sistema  de valores marcadamente pronunciado. Incluso con la barba canosa o los bíceps imponentes seguirá siendo un niño, que depende totalmente de los caprichos de la “gran madre”. Obligando al espíritu a resolver  problemas pragmáticos, agotando el alma con la vanidad y la lascivia, siempre se arrastrará hasta sus rodillas buscando la consolación, los ánimos y el cariño.

“Pero la ´gran madre´ no es en absoluto la amorosa Eva patriarcal, carne de la carne del hombre. Es más bien la  creación siniestra  de la eterna oscuridad, pariente próxima del caos primordial, no creado: bajo el nombre de Afrodita Pandemos envenena la sangre masculina con la pesadilla sexual, con el nombre de Cibeles lo amenaza con la castración y la locura y lo arrastra al suicidio.

Algunos se preguntarán ¿qué relación tiene toda esta mitología con el conocimiento racional y ateísta? La más directa. El ateísmo no es más que una forma de teología negativa, asimilada de manera poco crítica o incluso inconsciente. El ateo cree ingenuamente en el poder total de la razón como instrumento fálico, capaz de penetrar hasta donde se quiera en las profundidades de la “madre-naturaleza”. Sucesivamente admirando la “sorprendente armonía que reina en la naturaleza” e indignándose ante las “fuerzas elementales, ciegas de la naturaleza” es como un niño mimado que quiere recibir de ella todo sin dar nada a cambio. Aunque últimamente, asustado ante las catástrofes ecológicas y la perspectiva de ser trasladado en un futuro próximo a las hospitalarias superficies de otros planetas, apela a la compasión y el humanismo.

Pero el “sol de la razón” no es más que el fuego fatuo del pantano y el instrumento fálico no es más que un juguete en las depredadoras manos de la “gran madre”. No se debe acercar al principio femenino que crea y que también mata con la misma intensidad. “Dama Natura” exige mantener la distancia y la veneración. Lo entendían bien nuestros patriarcales antepasados, teniendo cuidado de no inventar el automóvil, ni la bomba atómica. Ellos ponían en los caminos la imagen del dios Término y escribían en las columnas de Hércules “non plus ultra”.

Lo que en la época moderna se entiende por “espiritualidad”, destaca por sus características específicamente femeninas: hacen falta memoria, erudición, conocimientos serios, profundos, un estudio pormenorizado del material – en una palabra, todo lo que se puede conseguir en las bibliotecas, archivos, museos, donde, cual si fuera el baúl de la abuela, se guardan  las bagatelas.

Si alguien se rebela contra semejante espiritualidad, siempre podrán acusarlo de ligereza, superficialidad, diletantismo, aventurerismo– características esencialmente masculinas.

De aquí los degradantes compromisos y el miedo del individuo ante las leyes ginecocráticas del mundo exterior, que la psicología profunda en general y Erich Neumann en particular denominan el “miedo ante la castración”. “Tendencia a resistir, – escribe Erich Neumann, – el miedo ante la “gran madre”, miedo ante la castración son los primeros síntomas del rumbo centrípeto tomado y de la autoformación”.

Ahora, en la era de la ginecocracia, semejante concepción constituye en verdad un acto heroico. Pero el “auténtico hombre” no tiene otro camino.

La Sulamita

La idea de  la propiedad de las mujeres sobre sus propios cuerpos, de la que se infiere el derecho a abortar, fue formulada inicialmente por estadounidense Shulamith Firestone, que con Kate Millet es la fundadora del feminismo radical.  En 1970, Firestone publicó "Dialéctica del sexo", gran éxito editorial.

Se podría objetar que la propiedad privada es fruto del trabajo personal y la propiedad capitalista fruto de la explotación del trabajo ajeno. El cuerpo humano no es resultado de ninguna de estas dos formas de apropiación.

Además, el feto no es, a diferencia de un órgano del cuerpo como por ejemplo el hígado o una pierna, solo de la mujer: contiene algo del padre  y está allí solo para dejar de estar a plazo fijo.  Por otra parte, no es solo  un cuerpo en ciernes sino también una conciencia, sobre la que nadie puede alegar propiedad.

Firestone provenía de una familia judía ortodoxa; llevaba el nombre de la sulamita, la esposa bíblica del Cantar de los Cantares. Publicó "La dialéctica del sexo" a los 25 años, y se recluyó luego en su departamento casi sin contacto con el mundo hasta la muerte a los 67. Varias veces fue internada, con diagnóstico de esquizoparanoia.

Para "Shula" la mujer es la clase más explotada y la que debe sacar adelante la revolución que se esperaba del proletariado. Sigue en esto la inspiración de Simone de Beavoir y de Herbert Marcuse, el que dejó de ver en el proletariado la clase revolucionaria clásica y confió en los estudiantes  y en las mujeres.

Firestone reclama a las mujeres alzarse en revolución para abolir  las "clases" sexuales, restablecer la propiedad sobre sus cuerpos  y obtener el control total sobre la fertilidad humana. La finalidad es acabar con la distinción de sexos, reducidos a diferencias genitales sin significación cultural.

En "El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado", Federico Engels había atribuido a la mujer y a los niños la función del proletariado dentro de la familia, donde en la equivalencia el burgués sería el varón. Pero Firestone no aceptó que la subyugación femenina se deba a las condiciones económicas surgidas en el  Neolítico, sino que las buscó en un factor biológico: el  útero, la necesidad de gestar  y atender la prole.

Simone de Beavoir había sostenido que la humanidad no es  una especie animal sino una realidad histórica.  Esta expresión es tributaria de la mentalidad moderna, que genera  diferencias entre naturaleza y sociedad para ahondarlas a continuación. El saber tradicional, en cambio, ve armonías y vive en ellas como en un reflejo adecuado de la unidad esencial. Las consecuencias de la escisión moderna entre ser humano y naturaleza son a estas alturas catastróficas a nivel tecnológico.  Qué pueden dar de sí a nivel ideológico, ya veremos.

De la postulación de Simone, sumada a que para el existencialismo el ser humano es  una  existencia desnuda que se debe dar una esencia eligiendo,  deduce Firestone que lo natural no debe limitar a lo humano, ya claramente diferenciados si no enfrentados.

La rebelión es en  primer lugar contra la naturaleza,  que se habría equivocado al poner sobre las mujeres y los animales hembras la obligación de gestar, dar a luz y cuidar a su prole. Propone la  "cibernación" con el fin de que todo el   trabajo esté a cargo de las máquinas, ante todo la reproducción, mientras  los humanos se dedicarán al ocio y al placer.

Cuando salió el libro hace casi cinco décadas,  la cibernación fue valorada despectivamente por los críticos como una  utopía tecnológica, pero llegó el momento en que lo virtual  invadió lo real y lo que ayer era utopía hoy no lo es. Las máquinas más que aliviar el trabajo humano amenazan con desplazar a los hombres y conducirlos a otra esclavitud. El liberación tecnológica de Shulamith parece lejos, pero la  utopía de su  planteo no tanto.

Antes de entrar al paraíso habrá que destruir la familia,  restablecer la propiedad de las mujeres sobre sus cuerpos e instaurar la  reproducción artificial. Los niños serán entregados a la comunidad, donde no habrá escuelas.

Los postulados básicos del feminismo radical de Firestone son liberar a las mujeres de la reproducción  y de la maternidad, que es para ella servidumbre determinada por la biología; la independencia  y autodeterminación; la integración total de las mujeres y los niños en el conjunto social, suprimiento el concepto de infancia; y libertad sexual sin límites, incluidas relaciones de adultos con niños, la pederastia y el incesto.

El gobierno de Klingsor

Millones de soldados marcharon al frente en Europa en 1914 convencidos que la primera guerra mundial debía acabar con todas las guerras,  según las ilusiones de entonces. El transfondo de tanto optimismo era la ilustración, que crujía ya, pero aún resistía. Schopenhauer y Nietzsche habían expuesto grietas gruesas, rajaduras importantes en el edificio racional, pero la ideología de la clase media no les daba importancia. Ella era cientificista porque esperaba -y espera- de la ciencia su medro social.

Entonces apareció el nazismo en la nación más culta de Europa, barrió con la débil oposición socialista, a partir de casi nada se hizo con el poder y puso en práctica un programa político irracional, sin renunciar a la racionalidad tecnológica.

Cuando se esperaba la continuación indefinida y venturosa del progreso, el nuevo fenómeno no tenía explicación, al menos no para las mentalidades ilustradas de entonces. ¿Cómo explicar el rugido de la bestia en la tierra de Bach, la irrupción de la sinrazón en la patria de Kant?  Los errores, las desviaciones  de la civilización, no merecían corrección racional; al contrario, eran reemplazadas por otro modo de ver, por otra civilización, o por una anti-civilización que parecía un vómito del infierno.

Las nuevas fuerzas que se desataron no alcanzaron ni desearon un equilibrio con las preexistentes, provocaron un desequilibrio tenebroso.

Sin embargo, en el fondo de la sociedad de entonces circulaban las doctrinas del inglés Aleister Crowley, de  Guido von List, de Klaus Haushofer, de Dietrich Eckhart, de Houston Chamberlain y tantos otros por el estilo, y en Viena Adolf Hitler  las asimilaba con avidez y sacaba sus conclusiones.

Nada nos permite sugerir que lo mismo pasará  si se realiza el programa de algunas feministas como la que escribieron "muera el macho" el 8 de marzo o de las que Solanas es una expresión que parece desorbitada.

La tapa de la olla que retenía oprimidas, presionadas, vejadas, a las mujeres desde hace milenios, está rajada.  No alcanza la buena voluntad de muchos que trabajan por la justicia, que no es desequilibrio. No alcanza la opinión de las feministas liberales que tienen aspiraciones limitadas por la estabilidad del sistema que no desean comprometer sino más bien corregir y mejorar,   ya que están siempre dispuestas a ver mucho de bueno en él.

No alcanza la determinación de las socialistas que se sentirían cumplidas con licenciar a  sus adversarios favoritos y sacar adelante sus principios algo envejecidos,  esgrimidos esquemáticamente, con tendencia a moverse por consignas.  Ni liberales ni socialistas se orientan bien ante las "radfem" o "transfem", que no están atadas ni se sienten limitadas a presupuestos ideológicos  humanistas ni cartesianos ni ilustrados ni nada de eso.

Es posible que la nueva situación sea más nueva que todo lo que imaginemos. El nazismo, Solanas, la ebullición que está enfrentando todos contra todos cada vez con más fuerza y menos racionalidad, son un espejo en que podemos mirar uno de los aspectos  posibles del futuro.

La claudicación del socialismo con Bernstein y sus secuaces   al principio del siglo XX y el hundimiento de la experiencia soviética décadas después, abrieron el camino de las teorías que dejaron de lado la lucha de clases según la perspectiva marxista ortodoxa o por lo menos le agregaron otra lucha: la de sexos. La liberación, según Wilhelm Reich  y Herbert Marcuse no es ya la destrucción del capitalismo por la lucha de clases, sino también por la lucha de sexos, y no solo por el proletariado.

La  lucha milenaria entre los sexos ha sido expuesta sin moderación  y con toda  fuerza de argumentación por dos mujeres jóvenes, ambas aquejadas de perturbaciones mentales: Firestone y  Solanas. Muchas otras han estado o están en su misma senda, como  Cristina Hoff Sommers, Judith Butler, Bella Abzug, Betty Friedan o Katlle Barry. Hace más de un siglo, la puntana Virginia Bolten  gritaba en la Argentina "Sin Dios, patrón, partido ni marido" (y sin nadie que la escuche).

"Ojalá no sea verdad nada de lo que pensamos", dijo el maestro Antonio Machado.

De la Redacción de AIM.

 

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