No se puede negar que los alimentos que comemos tienen un efecto (bien sea positivo o negativo) en nuestra salud. Por esta razón, muchas personas optan por seguir una dieta vegana, una dieta que no incluye productos de origen animal, como la carne, el pescado, los lácteos, los huevos o la miel.

A pesar de los estereotipos y de los mitos veganos, el veganismo se está convirtiendo en una de las dietas más populares en todo el mundo.

Más allá de que las recetas veganas te gusten más o menos, o que no quieras comer animales por una cuestión moral, en este artículo vamos a analizar lo que dice la ciencia de la dieta vegana.

¿Qué tiene que decir la ciencia sobre el veganismo?

Según un artículo publicado en The American Journal of Clinical Nutrition, la dieta vegana tiene muchos beneficios para la salud, una alimentación que tiende a ser alta en fibra, vitaminas y minerales (específicamente ácido fólico, vitamina C, vitamina E, potasio y magnesio).

Además de reducir los niveles de colesterol y la presión arterial, ayuda a perder peso. Un estudio de 2015 mostró que los que seguían una dieta vegana, perdieron comparativamente más peso que los que seguían una dieta omnívora y vegetariana.

Todos estos factores juntos pueden reducir el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca, de padecer diabetes tipo 2, obesidad e hipertensión.

Aunque el veganismo no es una fórmula mágica para la juventud eterna, el Instituto Nacional de la Salud apunta que consumir una dieta basada en plantas también puede ayudarte a vivir más tiempo.

Esto es debido a la reducción de todas las enfermedades que se han mencionado anteriormente, además de otras más, como la artritis o la insuficiencia renal. Las cifras también muestran que este vínculo es más fuerte para los hombres que para las mujeres.

Un estudio de 2016 de Oxford argumenta que la adopción masiva de una dieta vegana podría reducir 8,1 millones de muertes al año.

Pero además de mejorar nuestra salud y vida en general, la dieta vegetariana es mejor para el medio ambiente. Comer carne tiene un impacto mucho más significativo en el medio ambiente que comer alimentos de origen vegetal.

La agricultura es uno de los mayores contribuyentes a las emisiones de gases de efecto invernadero (más que todo el transporte), y podría aumentar en 2050.

La cría de ganado para productos de origen animal requiere mucha más tierra, agua y energía que la producción de cereales; se generan 27 kg de CO2 por kilo de carne de vacuno, en comparación con 0,9 kg por kilo de lentejas.

Según un estudio de Oxford de 2016, la adopción de una dieta vegana a nivel mundial reduciría las emisiones relacionadas con los alimentos en 70 ppm.

Pero aunque la dieta vegana proporciona muchos beneficios, la transición a un plan de alimentación que ya no incluye carne puede ser un desafío para algunas personas.

Consejos para consumir una dieta vegana saludable

Si estás listo para hacer este cambio, debes saber que no todas las dietas vegetarianas son iguales.

Hay dietas veganas chatarra que incluyen mucha soja, harina, azúcar y aceites procesados, o incluso OGM (organismos genéticamente modificados) y pesticidas. Esta no es una dieta vegetariana saludable. Después de todo, las papas fritas, la pasta y las chucherías pueden ser vegetarianas, pero no son opciones saludables.

En su lugar, hay que centrarse en alimentos vivos y biogénicos, lo que significa comer más frutas y verduras frescas (incluyendo vegetales marinos) y alimentos fermentados. También es importante saber cuáles son las mejores fuentes de proteínas vegetales, como la quinoa, las semillas de cáñamo, las lentejas y las almendras, para que no te prives de este nutriente esencial. Las nueces, semillas y legumbres germinadas también son importantes, ya que son los alimentos más cargados de energía, y de más producción alcalina.

La buena noticia es que el cuerpo anhela alimentos integrales y densos en nutrientes, si se le da la oportunidad. No tiene nada que ver con la fuerza de voluntad.

La clave para ayudar al cuerpo a anhelar estos alimentos naturales es detener el azúcar y la harina refinada, ya que estos desencadenan un verdadero ciclo de adicción en el cuerpo.

Ncyt.-