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El Nahuel Huapi en peligro por el tratamiento de las cloacas

En Rio Negro, vecinos y vecinas de la localidad de Dina Huapi reclaman que la construcción de una planta para el tratamiento de residuos cloacales puede contaminar el lago Nahuel Huapi y el río Limay. Si bien el proyecto plantea la construcción de una planta depuradora en el propio ejido municipal, este año el gobierno local propuso reemplazarla por un conducto para llevar los efluentes cloacales hacia la planta de la ciudad de Bariloche. “La presión urbana sobre los parques nacionales es cada vez mayor”, señaló a Página/12 Alejandro Beletsky, ex guardaparque y habitante de la localidad.

Los vecinos advierten que ambos proyectos son riesgosos para el medio ambiente, y que no hay datos certeros que afirmen que el sistema actual esté contaminando las napas de agua. El Departamento Provincial del Agua (DPA) de Río Negro afirma que “no hay sistema más eficiente que la red cloacal” y confirmó que “se va a instalar una red freatrimétrica para evaluar el estado de las napas”.

En Dina Huapi, una localidad al norte de la Patagonia habitada desde hace más de cien años aunque declarada como municipio autónomo recién en 2008, viven cerca de 7 mil habitantes. En 2017 el entonces intendente Danilo Rojas propuso la construcción de una red cloacal y una planta depuradora dentro del ejido municipal, donde en la actualidad cada construcción tiene su propia cámara séptica o biodigestor, dos sistemas para el tratamiento de los residuos cloacales domiciliarios. En febrero de este año la actual intendenta, Mónica Balseiro, propuso otra opción: un colector de más de ocho kilómetros para llevar las “aguas negras” hacia la planta depuradora de Bariloche, reinaugurada en diciembre del 2020 después de la ampliación que llevó adelante el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enohsa).

Para evaluar ambos proyectos propuestos para Dina Huapi, el Gobierno provincial convocó a una audiencia pública -tal como establece el artículo 20 la Ley General del Ambiente- en la que gran parte de los vecinos y vecinas se opusieron a ambas alternativas. “La disyuntiva no es si cloacas sí o cloacas no, sino tener en cuenta los sistemas alternativos, que son mucho más eficientes”, sostenía durante la audiencia Alejandro Corbatta, vecino de Dina Huapi y ex presidente del Consejo Deliberante de la localidad. El problema que plantean los vecinos es que, tal como indica el protocolo de actuación de la gestión de los residuos cloacales de Bariloche, “en caso de ocurrir una falla el agua será vertida al Lago Nahuel Huapí por una cañería de by pass” donde se declara “zona de exclusión” hasta que se normalice la situación.
Otro de los participantes, el ingeniero industrial Carlos Brendstrup -integrante de una de las dos primeras familias que poblaron el municipio- se preguntó si no sería conveniente “pensar en un gran biodigestor, que vaya a la estepa sin verter los componentes al lago”. Para Beletsky la alternativa viable es que cada lote administre sus residuos. “La presión urbana sobre los parques nacionales es cada vez mayor”, señaló el ex guardaparque, que denuncia la contaminación del lago desde 1995, cuando se instaló en la Patagonia. En Dina Huapi “hace ochenta años que los pozos están ahí y no hay indicio de contaminación”, aseguró.

Los dos proyectos
En la planta de Bariloche, instalada al este de la localidad en la costa del Nahuel Huapi, todavía avanzan las obras de la red cloacal, con un colector que transporta por la costanera los efluentes del centro de la ciudad. Hasta hace unos meses la infraestructura aseguraba una cobertura para 90 mil habitantes, un número que la densidad poblacional superó incluso en el censo del 2010, cuando ya había más de cien mil residentes en la ciudad. “Cuando se estudia la factibilidad hay que pensar en población futura. Sino se satura el sistema”, evaluó Carlos Aristegui, presidente de la Cooperativa de Electricidad Bariloche (CEB), organismo que administra la planta depuradora y la red cloacal de la ciudad. Según afirmó Aristegui a este diario, todavía no fue consultado acerca del proyecto que prevé que la planta de Bariloche se encargue de los efluentes de Dina Huapi. “Hay un procedimiento porque las cosas pueden fallar, por una rotura o por la cantidad de agua de lluvia que se mete en los ductos”, explicó el responsable de la CEB aunque aclaró que se trata de “una situación realmente extraordinaria”.

En Dina Huapi, la obra que impulsó la gestión de Rojas instala la infraestructura, prevista para contener los residuos cloacales de 15 mil habitantes, en un terreno detrás del Club Danés, a 400 metros del arroyo Ñirihuau. Allí se prevé la “descarga de los efluentes tratados a un dren subsuperficial a 70 metros del arroyo”, según precisa el estudio de impacto ambiental realizado por la consultora en ingeniería Funes & Ceriale -radicada en el partido bonaerense de Lomas de Zamora-, con fecha de febrero de este año.
El informe, que analiza tanto esta alternativa como la del conducto hacia la planta de Bariloche, también detalla los límites máximos a 20 años para el vertido directo de efluentes a los cursos de agua -el Nahuel Huapi y el Limay-, un protocolo que se activa cuando fallan los sistemas de bombeo y sus grupos electrógenos: 290 metros cúbicos por hora para la estación de bombeo junto al lago, y 125 para la que se encuentra junto río. “Cuando llegué a Bariloche, en 1994, me di cuenta de que todos los residuos cloacales iban a parar al lago. Sin tratamiento, totalmente crudos”, relató Beletsky. Si bien la nueva planta de Bariloche -donde durante las temporadas de invierno y verano la densidad poblacional se incrementa en gran medida- estima una capacidad para 190 mil habitantes, como señala Aristegui, “cuando se hacen los estudios de factibilidad se considera no llegar al nivel de saturación, por eso se amplió la planta”.

Anticiparse al problema
En el ejido urbano de Dina Huapi, que comprende 1.216 hectáreas, hay 2.340 conexiones de agua potable y 1.468 terrenos baldíos. “Si empezás a amontonar casas en un mismo lugar es lógico que empiecen a contaminarse las napas”, advirtió Beletsky, para quien anticiparse al problema es una cuestión de índole inmobiliaria. “Si se mantiene controlado el desarrollo urbano, cada uno puede hacerse cargo de sus residuos con biodigestores bien instalados”, explicó y opinó que “el problema de la contaminación no es de la comunidad sino de quien quiere explotar el negocio del desarrollo inmobiliario”. Sin embargo, para la intendenta, la red de cloacas representa una evolución para el municipio. “Si la ciudad sigue creciendo, en cinco o diez años los sistemas individuales van a terminar llegando al suelo. Y es muy probable que si se contamina la napa vamos a terminar contaminando el lago”, señaló Balseiro a este diario, aunque admitió que “todavía no sabemos lo que está pasando, si hay o no contaminación”.

Para saber lo que está pasando, el DPA planea instalar, en los próximos meses, una red freatrimétrica, que es un sistema de perforaciones en puntos estratégicos para extraer muestras de agua y evaluar la calidad del líquido y el nivel de la napa. “Es un problema invisible”, describió Fernando Curetti, responsable del organismo que administra las obras de saneamiento en la provincia. Según el funcionario, en Río Negro ya hay diez plantas depuradoras que garantizan “vuelco cero” de efluentes en ríos o lagos.

“Sabíamos que había una situación en Bariloche por los desbordes, pero con la ampliación de la planta ya no hay vertidos crudos al lago”, explicó a Página/12 el ingeniero y advirtió que “los biodigestores funcionan bien, pero necesitan control, mantenimiento. Es prácticamente imposible controlar a dos mil usuarios uno por uno”. Ante la falta de certezas, el organismo avanzará primero con la evaluación de las napas de agua. “En el plan director de Bariloche está prevista la construcción de otra planta. Sería lógico que en lugar de construir dos, se rediseñen las dimensiones incluyendo a la población de Dina Huapi”, evaluó Curetti. "No hay sistema más eficiente que la red cloacal”, advirtió.
Fuente: Página 12

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