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El Paraná soporta millones de litros de cloacas de Rosario

¿Qué sacan y qué devuelven los habitantes de la región al Paraná? El volumen de efluentes cloacales que el Gran Rosario vierte al río equivale aproximadamente a entre el 65 y el 70 por ciento de lo que se toma de él para potabilizar. Como la planta ubicada en Arroyito entrega en promedio entre 550 y 600 millones de litros de agua diarios, la cuenta da la friolera de 360 millones de litros diarios de líquidos servidos que se vuelcan al curso. A esto habría que restar entre un 15 y un 20 por ciento de pérdidas en cañerías, según las estimaciones de Aguas Santafesinas (Assa).

Una carga alta, aún para el séptimo río más caudaloso del planeta. Y otra vez, impulsan el tratamiento de esos efluentes, una necesidad infinitas veces planteada y abandonada. Ahora, la concejala del peronismo Silvana Teisa es la que pide al Ejecutivo Municipal un estudio de ingeniería y financiamiento para la construcción de un sistema de tratamiento.

“Es necesario contar con un proyecto de ingeniería detallado para la depuración de estos líquidos”, expresó Teisa. “Históricamente se señaló la necesidad de incorporar instalaciones de tratamiento”, abundó sobre las veces que se planteó el tema y las otras tantas que pasó al olvido luego de anuncios que terminaron en la nada.

Las aguas cloacales o residuales se pueden dividir en tres clases. Una corresponde a las de uso doméstico, que se utilizan para el aseo personal, en la cocina y para limpieza. Otra es la de residuos humanos, que transportan materia fecal y orina hacia las cloacas. Y la tercera es la de los residuos no domiciliarios, provenientes de actividades industriales, comerciales y de servicios. El último grupo es, en general, el que contiene la mayor carga de contaminación, por lo que dependiendo de los casos es obligatorio (aunque no siempre cumplido) un pretratamiento antes del vuelco a la red o al río.

Las aguas servidas del Gran Rosario van directamente al Paraná a través de la red cloacal que termina en la zona sur, o por los arroyos que desembocan en el río, en gran medida con vertidos ilegales. Una parte va a parar a pozos ciegos, aunque igual un porcentaje de esto último también va al río por el volcado de las empresas desagotadoras.

Hace más de 10 años, en 2010, Assa admitió que estaba en proceso la búsqueda de financiamiento para encargar el diseño de un sistema con dos plantas de tratamiento de efluentes cloacales en el Gran Rosario. Una, denominada Norte, con localización tentativa en San Lorenzo. La restante, en la zona sur de Rosario o en Villa Gobernador Gálvez.

Ese estudio inicial estuvo a cargo del CFI, organismo federal de investigación, coordinación y asesoramiento que presiden los mandatarios de las 23 provincias más el jefe de Gobierno porteño. Es que los montos de obras como esa son superlativos, dependiendo de la tecnología, y exceden los presupuestos provinciales y más aún los locales. Ese proyecto, como muchos anteriores, se evaporaron tras algunos anuncios públicos.

El Paraná transporta, en promedio, 16.600 metros cúbicos de agua por segundo, o su equivalente: 16,6 millones de litros por segundo. Es el séptimo río más caudaloso del planeta, con abundante micrioflora y microfauna capaz de degradar materia orgánica e inorgánica. Esta característica de “limpieza” es sin embargo hostigada por distintas agresiones al humedal del que forma parte, por las quemas y vertidos contaminantes, entre otras acciones humanas, y el aumento de la navegación o la sobrepesca.

El 85 por ciento de Rosario cuenta en la actualidad con el servicio de cloacas. Esta red vierte de manera cruda sus desechos en dos lugares del río frente a la ciudad: el emisario 9 lo hace a la altura de avenida Francia (frente a la escultura del Barquito de Papel) y el emisario sur en la zona de acceso sur y Gutiérrez.

Sin control

En diciembre de 2021, plena bajante histórica del Paraná, el Instituto Soberanía realizó un mapeo de “Los 100 caños” que vuelcan desechos potencialmente contaminantes al río en el Gran Rosario y midió muestras de lo vertido. Sólo el 1 por ciento de los privados que producen efluentes, de acuerdo al relevamiento, puede acreditar estudios de impacto ambiental vigentes.

“En los últimos 120 años la población que utiliza el sistema cloacal y arroja sus desechos al Paraná creció más de 10 veces, pasando de 112 mil habitantes a más de 1,4 millón” argumenta el informe. “La actividad bacteriana generada por el aumento de los desechos y la baja del caudal del río reduce los niveles de oxígeno en agua, que se va acercando a niveles peligrosos para la fauna ictícola”, agrega.

Los análisis del equipo investigador revelan que la contaminación del río llega a ser diez veces mayor a los parámetros normales del Paraná: la mayoría de los efluentes industriales sobrepasan los parámetros “normales aproximados” de contaminantes que se pueden encontrar en el Paraná, con presencia de coliformes.

Fuente: El Ciudadano Web

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