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Evalúan incendios en la Patagonia por la crisis climática

Mediante técnicas de inteligencia artificial, especialistas del Conicet cuantificaron la probabilidad de fuego en ecosistemas boscosos de la región en el siglo XXI bajo distintos escenarios climáticos.

Evalúan los posibles efectos del cambio climático sobre la ocurrencia de incendios en la Patagonia Un equipo del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma, Conicet-UNCo) entrenó un algoritmo de aprendizaje artificial denominado Random Forest. El mismo permitió obtener una proyección de la probabilidad de incendios y vulnerabilidad de bosques en la región andino-patagónica bajo diversos escenarios de cambio climático que se esperan para mediados y fines del siglo XXI. Esta información puede ser de utilidad para proyectar condiciones futuras, concientizar sobre la importancia de la mitigación y planificar acciones de contención frente a escenarios de incendios. El trabajo fue publicado en la revista Science of the Total Environment.

El modelo desarrollado relaciona la ocurrencia de incendios históricos en la Patagonia andina durante veintitrés años con variables biofísicas, antrópicas y meteorológicas históricas que influyeron en ignición y propagación de dichos fuegos. Una vez parametrizado el modelo, se estimaron las probabilidades de incendio futuras; para ello se ingresaron datos de proyecciones de condiciones meteorológicas bajo diversos escenarios de emisión de gases de efecto invernadero (GEI), denominados modelos de circulación general (GCM) que fueron desarrollados por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (Ipcc). A su vez, la magnitud de cambio en la recurrencia de incendios estimada permitió ranquear la vulnerabilidad de diversos ecosistemas boscosos frente a estas alteraciones futuras.

El articulo reporta que bajo los diferentes escenarios de emisión de GEI plausibles, las probabilidades de incendios forestales a escala regional se incrementarán hacia mediados de siglo XXI y la situación empeorará para fines de siglo. Estos aumentos se darían de un modo relativamente homogéneo y afectarían tanto a bosques productivos como a estepas menos productivas. Bajo los escenarios climáticos más pesimistas, el modelo estima que la probabilidad histórica de incendios se duplicará o triplicará para mediados de siglo XXI, mientras que para fines de siglo, la probabilidad de incendios será entre siete y ocho veces mayor a la histórica. Aún para escenarios de emisión más plausibles, el modelo predice una duplicación de los incendios para mitad de siglo y una triplicación o cuadruplicación al terminar el siglo XXI.

“Los modelos empíricos nos indican un panorama poco alentador. Si bien esperábamos aumentos en las probabilidades de incendio para la región, lo que nos sorprendió más es la magnitud de los cambios que se esperan aún bajo escenarios de emisión relativamente optimistas. Esto implica que incendios de gran magnitud, como los ocurridos en lago Mascardi en 1999, el lago Cholila en 2015 o el de este año en el lago Steffen-Martin, en vez de ocurrir una vez por década aproximadamente podrían repetirse en la región cada cinco o cada dos años dependiendo del escenario climático esperado. Patagonia es un sistema muy sensible a la variación climática y vamos a tener aumento de temperatura y disminución de las precipitaciones, dos condimentos que son perfectos para el fuego”, señala Thomas Kitzberger, investigador del Conicet en el Inibioma y primer autor del estudio.

En el trabajo también se aborda la vulnerabilidad de los ecosistemas naturales, la cual refleja la falta de capacidad adaptativa de las especies que lo conforman frente a estas alteraciones en la frecuencia de incendios. Se analizaron tres tipos de bosques diferentes: los secos, dominados por ciprés o araucaria; los subalpinos, por lenga; y los húmedos, por coihue. Cada especie de árbol tiene diferente capacidad de regeneración según la frecuencia en la que se enfrenten a incendios; es por ello que su aumento ocasiona que muchos de estos bosques no puedan regenerarse y que sean reemplazados por matorrales. En el caso de los bosques húmedos de coihue, la proyección de incendios cada vez más frecuente dificultaría su regeneración; esto también afectaría a los bosques secos, aunque en menor medida. No obstante, los sistemas más vulnerables son los bosques subalpinos que tendrían más dificultades para regenerarse.

El estudio indica que bajo un escenario probable de emisión de GEI, para fines del siglo XXI los bosques subalpinos sufrirían marcadas retracciones, mientras que las pérdidas de bosques húmedos y secos serían más moderadas. Sin embargo, en escenarios de cambio climático más pesimistas los tres tipos de bosque se convertirían paulatinamente en matorrales o pastizales. Este reemplazo de bosque impacta en la pérdida de biodiversidad y en los servicios ecosistémicos que brindan a los seres humanos, como la regulación climática e hidrológica y la absorción de dióxido de carbono.

“Otro factor que tenemos que tener en cuenta ante el aumento de la probabilidad de incendios es la vulnerabilidad social, vamos a estar sometidos a una mayor exposición al riesgo y depende de la adaptabilidad que tengamos como sociedad el grado de la misma” expresa Kitzberger. “Tenemos dos cosas para hacer frente al cambio climático: la mitigación y la adaptación. La primera implica disminuir las causas, hay que revertir la matriz energética y nuestros hábitos cotidianos. La adaptación conlleva a prepararnos para lo que viene, por ejemplo, haciéndonos más resilientes como sociedades contra el fuego, tener sistemas más eficientes de combate de incendios, desde la logística, tecnología, prevención y vigilancia”, concluye el investigador.

Fuente: Conicet

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