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Incendios forestales y la manera en que se cuantifican

Hay discrepancias por las estadísticas entre las organizaciones ambientales y el Gobierno; cuáles son las estrategias que deberían implementarse para prevenirlos.

Carlos es pescador y vive hace 15 años en el Banquito San Andrés, una de las islas del delta de jurisdicción santafesina que se despliegan frente a esta ciudad. Los últimos días del año pasado, entre Navidad y Año Nuevo, las 200 hectáreas de esa isla fueron arrasadas por un fuego que alguien prendió para “limpiar” matorrales y que luego, por efecto de las altas temperaturas, el viento y la extrema sequía y la bajante del río, resultó incontrolable. Las llamas llegaron hasta las escaleras de su casa y quemaron absolutamente todo alrededor: “Perdí materiales, pero lo peor es ver cómo quedó la naturaleza: todo devastado. Va a llevar mucho tiempo recuperar todo”.

Las 200 hectáreas de ese islote, ahora quemado, irán a engrosar, o no, las estadísticas sobre incendios forestales en la Argentina, una problemática socioambiental potenciada por el cambio climático que afecta a muchas provincias, desde las zonas más secas como las sierras cordobesas y San Luis hasta la Patagonia, y el humedal que componen las islas y riachos del Delta del Paraná.

La sequía persistente que afecta a buena parte del país y las altas temperaturas insinúan que las semanas y meses por venir pueden ser muy duros: “Si bien hoy estamos más aliviados que hace 10 días, la etapa de riesgo no concluyó. Presagiamos que va a ser una temporada larga y con esta sequía tan pronunciada es probable que volvamos a tener situaciones complejas” dijo Sergio Federovisky, viceministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.

La multiplicación de incendios forestales ocurre en un contexto regional de sequía y en uno global de aceleración de la crisis climática que se expresa con un incremento de la temperatura promedio y otras anomalías climáticas como la secuencia de eventos La Niña que “han promovido una mayor acumulación de biomasa seca y combustibilidad de la vegetación, favoreciendo la ocurrencia y propagación de megaincendios en la región, difíciles de controlar”, según el artículo Adaptación frente a los riesgos del cambio climático en los países iberoamericanos, de 2020 publicado por la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático.

Cuantificar lo que dejan los incendios es un tema que, como muchos otros relacionados con la sistematización de datos, no es sencillo en la Argentina. El 4 pasado, mientras se reportaban incendios en Neuquén, Río Negro, Chubut, Misiones, Entre Ríos, Corrientes, San Luis y Salta, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible nacional Juan Cabandié, utilizó su cuenta en Twitter para afirmar que 2021 “cerró con la superficie quemada más baja de los últimos cinco años” y detalló que el año pasado se quemaron 331.000 hectáreas, contra 1.136.534 en 2020; 483.567 en 2019; 1.145.055 en 2018 y 1.895.547 en 2017. “El fortalecimiento del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (Snmf) mejoró el desempeño del sistema federal y de las tareas de combate, de las que son responsables las provincias”.

Estas estadísticas, según detalló el propio funcionario, se basan en los reportes que hacen al gobierno nacional las provincias. El problema es que esos reportes subestiman seriamente el problema: por ejemplo, Santa Fe informó, para todo el año 2021, apenas 102 hectáreas quemadas. Eso llevó a que organizaciones socioambientales de referencia como la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (Farn) salieran a cruzar el posteo de Cabandié. “Hay limitaciones en materia de información pública ya que varias provincias no reportan cada año la totalidad de hectáreas afectadas por incendios. Así los datos oficiales no reflejan la realidad de los territorios ni se condicen con datos relevados por otras instituciones” explicaron desde esa organización.

En el caso del Delta, por ejemplo, las estimaciones de lo que se quemó el año pasado son muy diferentes según quien calcule: para el Estado nacional se quemaron 26.581 hectáreas (fuente: reportes diarios del Ministerio de Ambiente), en cambio, según el Museo de Ciencias Naturales Antonio Scasso de San Nicolas (que hace informes semanales de focos de calor en base a imágenes satelitales), se incendiaron 182.000 hectáreas, siete veces más.

Para Federovsky, saber cuántas hectáreas se queman es algo muy complejo que no necesariamente muestra la magnitud de los incendios. “Cada vez que me preguntan me niego a responder cuántas hectáreas se están quemando, porque no hay dos hectáreas iguales. Ese dato no revela nada desde lo cualitativo, porque no es igual una hectárea en una interfase rural-urbana en la Patagonia o en Carlos paz que una en una zona de ganadería extensiva en La Pampa o Santiago del Estero”, argumentó.

Cabandié insistió, en sus posteos, en que son las provincias las responsables “de cuidar sus recursos naturales”. “El Ministerio de Ambiente actúa luego de una solicitud formal provincial. Continuamos trabajando, apoyando a las provincias, que son las responsables del cuidado de sus recursos naturales” repitió el ministro.

Este razonamiento anclado en lo que marca la Constitución (que las provincias son soberanas sobre sus recursos naturales) sirve, también, para deslindar responsabilidades y señalar culpables en la orilla de enfrente. “Hay que dejar atrás este deslinde de competencias, para eso existen espacios como el Cofema (Consejo Federal de Medio Ambiente), para coordinar entre partes. A este razonamiento ya lo hacía María Julia Alsogaray hace 30 años, llevamos décadas con esto, hay que superarlo” razonó Andrés Nápoli, el director ejecutivo de la Farn.

En opinión de Federovisky, hay que “releer” la Constitución desde una mirada que contemple la matriz ambiental. “Si bien las provincias muchas veces son muy celosas de sus recursos para explotarlos, pero no tanto para cuidarlos, tenemos que ir hacia una política ambiental holística que suture las diferencias que vienen desde la lectura literal de la Constitución”.

¿Hay presupuesto suficiente para combatir los incendios forestales en Argentina? Cabandié afirmó que durante 2021 se destinó más presupuesto al Servicio Nacional de Manejo del Fuego (Snmf) con “3000 millones de pesos, contratación de más aviones y helicópteros, un nuevo centro de operaciones móviles, herramientas y ropa ignífuga para los brigadistas, la red de Faros de Conservación, nuevas sedes del Snmf en Apóstoles (Misiones) y en Santa Rosa de Conlara (San Luis) y más capacitaciones”.

Desde la Farn consideraron que hay que implementar y financiar la legislación vigente en materia de fuego, recordaron que la Ley de Bosques está dotada de cada vez menos fondos y agregaron que, para prevenir los incendios, también es clave la sanción de una Ley de Humedales. “El año pasado se avanzó con más fondos, pero hay que ver cómo se usan. Además, es necesario complementar eso con otros temas como el correcto financiamiento de la Ley de Bosques y la sanción de la Ley de Humedales, que sería algo central” subrayó el director Ejecutivo de la Farn.

Según un documento de la propia fundación, el año pasado la partida presupuestaria original para el Snmf fue de 282 millones de pesos (un 43 por ciento menos que en 2020), aunque luego se reasignaron partidas para el manejo del fuego por 2.918 millones de pesos, lo que cuadruplicó los fondos disponibles. De todo eso, solo se ejecutó el 25 por ciento.

“Precisamos que el Estado esté presente porque una vez que el fuego se prende no se apaga más, aunque vengan brigadistas. Solo la lluvia apaga el fuego acá”, dice Carlos, el pescador del Banquito de San Andrés. Desde su conocimiento empírico de la realidad del territorio, pide trabajar de otra manera: con prevención y anticipación. En el mismo sentido, para la Farn es “urgente” avanzar en un cambio de paradigma en materia de incendios forestales: “El Estado debe tener una presencia permanente y no aparecer solo en la emergencia. Cuando el fuego se apaga tiene que seguir trabajando en capacitación y en una visión integral de manejo. No podemos correr siempre de atrás el problema”, dijo Nápoli.

En relación a esto Federovisky señaló que, desde el gobierno nacional buscan avanzar con políticas que excedan el momento de la catástrofe: “En la Argentina prevalece la idea que al incendio se lo combate cuando aparece el fuego, pero sabemos que la mejor manera de combatirlo es minimizando los factores que permiten que se inicie”. Para eso, dijo, durante este mes se inaugurarán los primeros cinco Faros de Conservación en el Delta, estaciones de monitoreo que cuentan con cámaras de detección de humo y calor. A lo largo del año replicarán esto en la Patagonia, Córdoba y San Luis.

Fuente: La Nación

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