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La crisis hídrica en Río Negro deja a la vista la contaminación

Un equipo de periodistas pudo corroborar, accediendo con un bote a distintos puntos del río, como se arrojan los desechos crudos sin ningún tipo de tratamiento.

El bajo caudal de los ríos deja al descubierto la precariedad de todo el sistema de eliminación de desechos con los que operan muchas de las ciudades cercanas a sus costas.

A través de un caño en Cipolletti, miles de litros de líquidos cloacales sin tratar terminan descargados todos los días en un brazo del río Neuquén. Aguas abajo junto con el río Limay forman la confluencia de la cual nace el río Negro. Cálculos conservadores hablan de más de 6 toneladas de materia fecal por día que llegan sin ningún tipo de tratamiento al río.

La imagen impacta, lo mismo que el olor nauseabundo. Quienes trabajan en las chacras aledañas y vecinos que viven a unas cuadras ya no saben a quién acudir.
El barrio más cercano es Labraña de Cipolletti. Las familias sufren tener que convivir con el caño a través del cual en forma totalmente impune Aguas Rionegrinas (Arsa) arroja los residuos cloacales de casi la mitad de los producidos por la ciudad.

El resto de los desechos se tratan en las piletas de la planta depuradora. Desde el Departamento Provincial de Aguas (DPA) dijeron que en noviembre se terminarán estas descargas de cloacas. La comunidad espera que luego de más de 20 años esto se concrete.

Se pudo corroborar cómo se arrojan los desechos crudos. El lugar para acceder está rodeado de chacras por lo que se tuvo que recurrir a un bote para llegar a la zona.
La travesía comenzó en el río Negro, el miércoles 11 a las 14 en la Isla Jordán, en Cipolletti. Desde ese lugar el equipo de este diario inició su recorrido hasta llegar a un punto del brazo del río Neuquén que bordea la ciudad rionegrina. En ese tramo desemboca un desagüe que lleva los líquidos cloacales crudos desde un caño a más de mil metros.

Apenas el equipo se fue acercando con el bote se podía sentir, a metros del lugar, un olor que quedaba impregnado hasta en la ropa. El uso del barbijo fue fundamental para disminuir el impacto de los gases nauseabundos.

El líquido cloacal no solo podía olerse, sino que también sus efectos se notaban sobre el caudal del río. Intensos son los colores que se observan, totalmente distintos a los del agua que naturalmente conocemos del río. También un moho gris rodea la orilla. El color marrón del líquido a medida que ahondaba más en el río perdía intensidad. Unos mil metros siguiendo el desagüe se pudo observar ese caño que según contaron vecinos hace más de 20 años descarga este tipo de desechos.
“El olor es insoportable y más ahora que está muy bajo el río”, expresó un trabajador rural.

Mientras intentan concentrarse en podar las ramas de los frutales a pesar del hedor, contaron que están resignados a convivir con esta contaminación. Algunas chacras utilizaban bombas de agua para usar ese líquido como riego.

Lo más dramático fue observar cómo se descargan las cloacas de media ciudad sin ningún tipo de tratamiento. No se contempla ningún tipo de reparos para quienes viven en los alrededores.

Toda esa agua contaminada luego corre aguas abajo hasta el río Negro.

Luego de tomar imágenes y testimonios, el recorrido continuó hasta llegar a un brazo del río Negro a la altura de Guerrico, que se encuentra con el cauce mayor y que lleva muchos desperdicios.

En ese lugar se pudo observar espuma en el agua y un material orgánico flotando. La gravedad de la situación es sumamente elocuente en ese sector en un tramo de cerca de 6 kilómetros de trayecto del río, donde prácticamente solo fluye materia fecal, expuesta sin caudal de agua que la disgregue. El olor de cloacas es muy fuerte al igual que en Cipolletti. Un día antes, este diario también recorrió con auto la zona de Allen precisamente el barrio de Costa Blanco, donde se pudo registrar un brazo del río con agua pestilente.

Gabriela tiene 40 años y vive en ese barrio desde que nació. “Una vez vinieron hacer análisis, pero sigue pasando lo mismo, vinieron abogados y Medio Ambiente y se llevaron muestras”, contó frustrada la mujer.

La vecina señaló que cuando llega el verano el hedor “no se aguanta". "Nosotros lo vivimos todos los días. Hay muchas enfermedades y no sabemos por qué. Mi mamá no sufría de asma y ahora tiene. Hay sarna humana y otras alergias que nunca vivimos”, expresó indignada.

Agregó que tienen una prima que sufre de una alergia durante todo el año y debe comprar pastillas para su tratamiento que “le salen una fortuna y las necesita todos los meses”. “No sabemos porque está pasando todo esto”, se lamentó muy angustiada.

Ella vive a menos de 30 metros del agua con olor nauseabundo y no ha tenido en todo este tiempo respuesta de las autoridades competentes sobre está crítica situación.
Fuente: Diario Río Negro

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