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Provinciales
Provinciales

Nuestro tiempo visto en el año 1000

En el Canto XII del Paraíso de la Divina  Comedia, Dante Alighieri dice que el abad calabrés Joaquín de Fiore estaba  ''de espíritu profético dotado''. Aquella parece haber sido una época generosa para la profecía. El abad de Fiore, muerto en 1202, es autor de una teoría de los ciclos  históricos que era el fundamento teórico de sus profecías.

Los narcotraficantes ofrecen el veneno a los que necesitan ver otro mundo, evadirse de éste.
Los narcotraficantes ofrecen el veneno a los que necesitan ver otro mundo, evadirse de éste.

Otros casos notables son el del irlandés  Malaquías,  que predijo que el papa actual sería el último de la iglesia de Roma y el de  Juan de Jerusalén, autor de unas profecías conocidas a fin del siglo pasado y que parecen describir el presente con gran precisión.

Juan nació  cerca de Vezelay, en el ducado de Borgoña,  alrededor del año 1040. Fue contemporáneo de un amigo de  Malaquías,   Bernardo de Claraval,  redactor de la regla de la orden del Temple. Murió a los 77  años, poco después de haber contribuido a la fundación de la orden monástico-militar.

Juan el Templario llegó al conocimiento público recientemente, tras mil años de sombra, tras el hallazgo en 1941,  en una sinagoga de Varsovia requisada por los nazis, de un texto  titulado ''Protocolo secreto de las profecías''. Con la derrota alemana en 1945 el texto pasó a la  Unión Soviética, donde estuvo a punto de ser destruido,   y luego fue publicado.

Juan, según los datos que sobrevivieron, en una peregrinación a Santiago de Compostela trabó conocimiento con otros peregrinos  que lo indujeron a  convertirse en monje y en caballero.

Solía ir solo a los bosques  y en ellos tenía visiones, revelaciones o como se quieran llamar. Su contenido es sorprendente, porque dice referirse a los comienzos del tercer milenio, mil años después del tiempo en que vivió, y da una semblanza ajustada a nuestra realidad cotidiana actual, que a semejante distancia parece muy anormal.

Es posible que haya habido siete ejemplares de las profecías, por supuesto copiados a mano,  y que uno de ellos esté en la biblioteca del Vaticano y otro en las bibliotecas del Monte Athos, en el mar Egeo de Grecia, habitado desde hace un milenio por monjes ortodoxos.

A pesar de las dudas y objeciones de los eruditos, que se complacen en enredar sin fin todas las cosas,  las profecías son obra de  un hombre de genio, que de alguna manera obtuvo el conocimiento del rumbo que tomaría la civilización occidental y describió en qué se convertiría un milenio después.

A diferencia de otras profecías, como las de Nostradamus por ejemplo, las de Juan están en prosa y en  lenguaje claro e inequívoco. Sin embargo, es posible que Nostradamus las haya conocido y se haya inspirado en ellas

Según el profesor ruso M. Galviesky, que publicó el texto  en 1994,  cuando en 1307 el Gran Maestre de la orden del Temple, Jacques de Molay, y sesenta caballeros templarios fueron arrestados por orden de Felipe,  rey de Francia, el Protocolo Secreto de las Profecías fue presentado como prueba en su contra para condenarlos a la  hoguera. Para los acusadores, el Protocolo era la  prueba de que  los templarios estaban relacionados con Satanás y habían entregado el mundo a las fuerzas del mal.

Esa era una de las acusaciones. Otras, absurdas, señalaban a los templarios como adoradores del diablo bajo la figura de Baphomet;  que escupían sobre la cruz; que adoraban una cabeza blanca que no era de un santo; que abusaban sexualmente de los novicios y otras que en realidad estaban codificadas y eran muy eficaces en tiempos en que la  iglesia ejercía sin disputa su dictadura espiritual.

El anciano Jacques de Molay ardió en la hoguera el 13 de octubre de 1307, pero  cuenta la leyenda que desde las llamas lanzó  una maldición: ''No tardará en venir una inmensa calamidad para aquellos que nos han condenado sin respetar la auténtica justicia''. Antes de un año fallecieron tanto Felipe IV como Clemente V.

Las profecías comienzan con la frase 'cuando empiece el año mil que sigue al año mil'. La primera contiene una advertencia directa para los que vivan a comienzos del siglo XXI, para nosotros: ''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre estará frente a la entrada sombría de un laberinto oscuro. Y al fondo de esa noche en la que va a internarse, veo los ojos del Minotauro. Guárdate de su furor cruel, tú que vivirás en el año mil que sigue al año mil''.

Los templarios eran los custodios de la ley de la moneda, debían cuidar que no sea alterada.  Una conjetura del fin que tuvieron por orden del Papa  Clemente V y del rey  de Francia, Felipe el Hermoso, era que el rey estaba muy endeudado con ellos  y quería disminuir el tenor de plata en las monedas para aliviar el pago de las guerras en que estaba empeñado. Con Felipe y los consejos de los usureros que lo rodeaban  nació la falsificación moderna del dinero, al punto que hoy todo el dinero es ficticio,  es legal y normal.

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el oro estará en la sangre. El que contemple el cielo contará denarios; el que entre en el templo encontrará mercaderes; los mandatarios serán cambistas y usureros; la espada defenderá la serpiente''.

El oro en la sangre es la riqueza material como única meta  y la codicia como única guía. Juan dice que el único dios será el dinero y los políticos vivirán en concubinato con los cambistas y  usureros, los banqueros actuales.  El ejército y la policía se  usarán para proteger al poder, al animal que inocula el veneno, la serpiente,  como se ve hoy en Chile.

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá poblado los cielos y la tierra y los mares con sus criaturas; mandará, pretenderá los poderes de Dios, no conocerá límite. Pero todas las cosas se sublevarán; titubeará como un rey borracho; galopará como un caballero ciego y a golpes de espuela internará a su montura en el bosque; al final del camino estará el abismo''.

A inicios del tercer milenio, el hombre cree haber dominado el cielo y la tierra, las plantas  y los animales. Pero la naturaleza se está sublevando contra su dominio. El rey borracho identificado con un jinete ciego tomó las muchas formas del poder actual, que tiene el abismo al final de su camino.

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, se erigirán torres de Babel en todos los puntos de la tierra, en Roma y en Bizancio; los campos se vaciarán; no habrá más ley que mirar por uno mismo y por los propios. Pero los bárbaros estarán en la ciudad; ya no habrá pan para todos y los juegos no serán suficientes; entonces, las gentes sin futuro provocarán grandes incendios''.

Todas las grandes ciudades modernas son superficialmente parecidas, sobre todo por sus rascacielos. En estos tiempos los campos se vacían de campesinos para dar lugar a especuladores que esparcen  veneno que cae sobre el mundo  entero. Si Roma entretuvo a sus  pobres con pan  y circo, hoy  ya no hay pan para todos y el circo no basta. La rebeliones son crónica diaria.

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hambre oprimirá el vientre de tantos hombres y el frío aterirá tantas manos, que estos querrán ver otro mundo y vendrán mercaderes de ilusiones que ofrecerán el veneno. Pero éste destruirá los cuerpos y pudrirá las almas; y aquellos que hayan mezclado el veneno con su sangre serán como bestias salvajes cogidas en una trampa, y matarán y violarán y despojarán y robarán, y la vida será un Apocalipsis cotidiano''.

Los narcotraficantes ofrecen el veneno a los que necesitan ver otro mundo, evadirse de éste. Pero el veneno destruye los cuerpos y pudre las almas  hasta convertir a los envenenados en bestias que matan, violan y despojan.

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, todos intentarán disfrutar tanto como puedan; el hombre repudiará a su esposa tantas veces como se case y la mujer irá por los caminos umbríos tomando al que le plazca, dando a luz sin poner el nombre del padre. Pero ningún maestro guiará al niño y cada uno estará solo entre los demás; la tradición se perderá; la ley será olvidada como si no se hubiera anunciado y el hombre volverá a ser salvaje''.

Esta profecía retrata el mundo moderno como dominado por la industria de la diversión, buscador del goce continuo a cualquier precio. En la época de Juan de  Jerusalén, no  había todavía obligación de poner a los hijos el nombre del padre en  buena parte de Europa,  y ahora de nuevo no la hay. El  niño librado a sus solas fuerzas, sin ejemplo ni  guía, volverá a ser salvaje. En una manada de elefantes donde los cazadores han matado a los adultos, en particular a la matriarca,  los jóvenes se agrupan para matar por diversión a otros animales.

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el padre buscará el placer en su hija, el hombre en el hombre, la mujer en la mujer, el viejo en el niño impúber, y eso será a los ojos de todos. Pero la sangre se hará impura; el mal se extenderá de lecho en lecho; el cuerpo acogerá todas las podredumbres de la tierra, los rostros serán consumidos, los miembros, descarnados; el amor será una peligrosa amenaza para aquellos que se conozcan sólo por la carne''.

Este pronóstico parece ajustarse bien a  hechos que la sociedad moderna acepta un poco aturdida, pero mantiene en discusión, a veces violenta.

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, todos sabrán lo que ocurre en todos los lugares de la tierra: se verá al niño cuyos huesos están marcados en la piel y al que tiene los ojos cubiertos de moscas, Y al que se da caza como a las ratas. Pero el hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino de sí mismo; dará un puñado de granos como limosna, mientras que el dormirá sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano recogerá con la otra''.

El hombre que quiere verlo todo pero no se preocupa por nada que no sea él mismo es el hombre que ha hecho del egoísmo su  programa: una hechura del capitalismo, la ideología liberal triunfante. Que lo que da con una mano lo recoge multiplicado con la otra lo define bastante bien. Que todos sepan lo que pasa en todos los lugares parece una promoción de internet y la noticia al instante.

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre comerciará con todo; todas las cosas tendrán precio, el árbol, el agua y el animal; nada más será realmente dado y todo será vendido. Pero el hombre entonces no valdrá más que su peso en carne; se comerciará con su cuerpo como los canales de ganado; tomarán su ojo y su corazón; nada será sagrado, ni su vida ni su alma; se disputarán sus despojos y su sangre como si se tratara de una carroña''.

La modernidad declaró superada la sacralidad del mundo y de la vida, a diferencia de todas las culturas tradicionales, entre ellas las autóctonas de Abya yala- América. Dejó abierto el camino del dominio sin límites del usurero y  del cambista, que se conducen por su vicio propio, la codicia,  y solo ven en todo el precio y a todo le dan el trato que Juan califica ''de carroña''

''Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá cambiado la faz de la tierra; se proclamará el señor y el soberano de los bosques y de las manadas; habrá surcado el sol y el cielo y trazará caminos en los ríos y en los mares. Pero la tierra estará desnuda y será estéril, el aire quemará y el agua será fétida; la vida se marchitará porque el hombre agotará las riquezas del mundo. Y el hombre estará solo como un lobo en el odio de sí mismo''.

 

Mientras el hombre moderno llama la atención sobre sus logros retumbantes en todos los terrenos, la tierra responde con desnudez y esterilidad crecientes, el agua se corrompe y los recursos naturales se agotan. Al final, cada uno estará solo frente a los demás como arañas en un vaso, esperando el momento de atacarse.

Al comienzo de sus profecías, Juan da un indicio de dónde provienen: ''Mis ojos descubren en el cielo lo que será, y atravieso el tiempo de un solo paso. Una mano me guía hacia lo que ni veis ni conocéis....

Veo la inmensidad de la tierra. Continentes que Heródoto no nombró sino en sueños se añadirán más allá de los grandes bosques de los que habla Tácito y en el lejano final de mares ilimitados que empiezan después de las columnas de Hércules.''

Más allá de los mares ilimitados después de Gibraltrar está América.

De la redacción de AIM.

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