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Política
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Donde hay un o una docente está la patria

Por Beatriz Chisleanschi, de Revista PPV, especial para AIM. Este sábado 11 de septiembre se celebra en todo el país el día del Maestro y de la Maestra, y 24 horas más tarde las Paso resultarán un termómetro que permitirá medir la ascendencia que las distintas fuerzas políticas tienen en la sociedad.

La educación y qué hacer con el sistema educativo no es un tema que resulte central en las campañas políticas, sin embargo, con la llegada de la pandemia y, particularmente desde finales del 2020 cuando el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires avanzó en su política hacia la presencialidad, la educación se ha convertido en un campo de disputa.

La educación en sí no es privativa de ninguna clase social, más aún si algo caracterizó a la constitución de los Estados Modernos fue la necesidad de sistematizarla y masificarla. Incluso, el propio Domingo Faustino Sarmiento, con su mirada puesta en Europa y, principalmente Inglaterra, propugnaba una escuela pública común para todos, donde no haya discriminación de raza, sexo, religión o por cuestiones económicas. Sin embargo, la educación, o mejor aún, por medio de la educación las clases dominantes intentan hegemonizar y garantizar, no sólo la reproducción social y la formación de élites, sino que trabaja para impregnar, a los sujetos en desarrollo, de la ideología dominante.

En este sentido, responder a las demandas del lobby de las escuelas privadas, poner los intereses mercantiles por sobre la salud, y que la Corte Suprema de Justicia actúe en consecuencia, es una clara definición política que responde a un modelo de país y, por consiguiente, a un modelo educativo. Y acá es cuando nos preguntamos si los docentes pueden festejar este día en que se recuerda a Sarmiento y se homenajea a todos los educadores del país.

Un cartel firmado por alumnos de 5º1º reza en la puerta de ingreso a las escuelas de cerámica Fernando Arranz y de danzas Jorge Donn, en el barrio porteño de Villa Luro “En el transcurso del día 29 de agosto Patricia Taha, auxiliar de la escuela, falleció a causa del Covid 19. A pesar de ser persona de riesgo era obligada a asistir a su puesto de trabajo, aun sin tener la segunda dosis. Este hecho pudo haberse evitado, sin embargo, el Ministerio de Educación (Caba) tomó decisiones que acabarían con el fallecimiento de Patricia, lo cual repudiamos a toda costa. Tu recuerdo perdura en nuestros corazones. Qué en paz descanses”.

Patricia Taha trabajaba como auxiliar de la escuela del turno tarde y vespertino, era quien recibía a cada una de las personas y alumnos que ingresaban a las dos escuelas que funcionan en ese edificio. Patricia Taha, ya no saluda más, ya no toma la temperatura, ni controla que ningún alumno salga antes del horario establecido. Patricia Taha, como tantos otros docentes y auxiliares víctimas del coronavirus, ya no están entre nosotros.

Duele la muerte cuando pudo ser evitada. Duele saber que a junio de este año 166 docentes y auxiliares fallecieron por Covid-19 en todo el país desde la vuelta a la presencialidad en las escuelas (datos del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación fueguina – Sutef), de los cuales 36 (a la fecha) son de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (datos de la Unión de Trabajadores de la Educación -UTE).

Duele el discurso con promesas de campaña donde una candidata dice a viva voz que bajo su gestión como diputada por Caba no se va a cerrar ninguna escuela más. Casi una ironía escuchar estas palabras de la persona que, cuando era gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, hizo todo lo posible para cerrar escuelas rurales y del Delta y manifestó abiertamente, la decisión de no abrir ninguna universidad más en el conurbano bonaerense.

Duele, hiere en las fibras más íntimas de la sociedad toda y de la comunidad educativa en particular.

¿Podrán festejar su día los docentes de Inicial cuando no sólo vieron incumplida la promesa de crear 3.000 jardines de infantes sino que, durante la pandemia fueron testigos del desmantelamiento del Jardín del Hospital Ramos Mejía u observan atónitos cómo el oficialismo de la ciudad más importante del país pretende vender el inmueble que alberga al Centro de Desarrollo Infantil -CeDi Nº 5- al que asisten niños de 45 días de vida a tres años de edad, mientras que no hay vacantes en escuelas públicas para los niños en etapa inicial?

¿Qué sentirán los maestros y profesores que pusieron dinero de sus magros salarios para comprar tarjetas de memoria, pagar conectividad o prestar viejas computadoras cuando hoy quien era el vicejefe hasta hace dos días del gobierno que se negó a entregarlas y apeló un fallo que los obligaba a ello, declama en discursos dados por la provincia de Buenos Aires que si él gana va a garantizar que ningún niño en edad escolar se quede sin su computadora?

Un panorama en que los globos de colores que auguran una celebración parecen teñirse de negro.

Pero, si los docentes tienen poco y nada para festejar, es la sociedad la que debe rendirles un homenaje este 11 de septiembre, es la dirigencia política la que debería agradecerle una y mil veces la tarea realizada, porque lejos de ser viejos y fracasados, como dijo en su momento la ministra de Educación de Caba, demostraron un amor por su tarea incalculable, como es el amor cada vez que se expande en toda su dimensión.

Porque contra el sentido común que pregona casi como un mantra que “hoy los docentes no tienen vocación”, degradando su condición de trabajadores, dejaron en evidencia su compromiso inclaudicable con la educación y con los niños y adolescentes.

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