El Gobierno de Cambiemos viene prometiendo con diversas frases de corte publicitario mejoras que se demoran y finalmente no llegan. La felicidad para todos, tomada de algunas experiencias budistas del presidente, los "brotes verdes" para metaforizar la primavera, y la espera del "segundo semestre" eran algunas.

Ahora, cuando junio, el primer mes del segundo semestre de 2018 ya llega a la mitad, las realidades parecer llegar inexorables, con aspecto muy diferente del que tenían en  la propaganda política oficial.

El gobierno, ante el corte del préstamo internacional que venía obteniendo en grandes cantidades, debió acudir al FMI, prestamista de última instancia al que acuden los desahuciados. De todos modos, a pesar de los recuerdos dolorosos, terribles, de muchos argentinos, el gobierno trata de mostrar los presuntos "lados buenos" del acuerdo y dejar para otros mentar  los malos, que están vigentes en la memoria popular, sobre todo después del fatídico "blindaje-desfalco" que consiguió Domingo Cavallo poco antes del hundimiento del gobierno de Fernando de la Rúa en 2001.

Al comiendo del segundo semestre, este más duro  y más verdadero,  volvemos a ser monitoreados por el  Fondo, que tan bueno ahora como antes pretende generar las divisas con que los prestamistas de 50.000 millones de dólares puedan cobrar los intereses del préstamo.

En el segundo semestre, el verdadero y no el propagandístico se termina el gradualismo para acabar rápido sin reparar en costos sociales con  la  inflación, el déficit fiscal y provocar el decrecimiento de la economía.

En 2003, cuando Horst Köhler nos visitó  para juntarse con el recién asumido Néstor Kirchner, quiso  saber de primera mano cómo se las ingeniaría el país para salir del default. Historia conocida: el vínculo se rompió definitivamente un par de años después, cuando Kirchner saldó la deuda con el FMI de un saque, aprovechando el boom de la soja y las rebosantes reservas del Bcra.

Ahora fue el turno de Cristina Lagarde, que en  durante el gobierno de Cristina Kirchner dijo haber sacado "tarjeta amarilla" a la Argentina por la intervención al Indec. Y amenazó con sacar la tarjeta roja, que hubiese sido la expulsión del país del FMI.

Ahora el gobierno impulsará las medidas que recomienda el fondo, como  cambiar la fórmula de actualización de las jubilaciones, como pretendía el artículo IV del FMI para la Argentina. Hay que recordar que Legarde dijo en su momento que los viejos viven demasiado y "hay que hacer algo al respecto".

Se terminará el gradualismo en las tarifas a pesar de que aumentaron 1600 por ciento desde que asumió Macri; se eliminarán todos los subsidios y se  reducirá drásticamentge el déficit primario, con cese de obras, despidos en el Estado, congelamiento de salarios y otras medidas similares, como evitar al atraso cambiario y acelerar la reducción del gasto público.

Si es cierto aquello de "a mal tiempo buena cara", deberemos decir "bienvenido segundo semestre", aunque no sea lo prometido ni lo esperado.

De la Redacción de AIM.