El 8 de mayo de 1903, apartado voluntariamente en la isla de Tahití de la civilización occidental que se le había vuelto insoportable, murió desesperado, enfermo, alcohólico y solo, el pintor francés Paul Gauguin, en una humilde choza.
Gauguin nació en 1848 en París, pero a los tres años viajó con sus padres al Perú, donde vivió cuatro años con su madre, ya que su padre murió en el viaje, hasta que regresaron a Francia.
Gauguin abandonó el colegio a los diecisiete años y siguiendo una tendencia a la aventura que iba a ser constante en él, se hizo marino mercante. A la muerte de su madre el banquero Gustave Arosa se convirtió en su protector legal y lo inició como agente de bolsa. Tuvo éxito en las especulaciones bursátiles, se casó con una danesa rica, tuvieron cinco hijos y llevaron una vida burguesa confortable, respetable y segura.
Como pintor aficionado conoció a Pisarro Manet, Monet, Renoir y Degas y Cézanne.
Cuando una crisis financiera lo sacó de la bolsa se entregó a la pintura en Copenhage, donde contaba con la ayuda de sus suegros. Pero no consigue vender ningún cuadro. Volvió a París con uno de sus hijos y su mujer se quedó en Dinamarca con los otros.
Poco a poco se abría paso en él el deseo de otra vida en otros ambientes. Mandó a su hijo Clovis a Dinamarca y se embarcó para Panamá con un amigo. De regreso a París, enfermo, conocío a Vincent Van Gogh.
Sin dinero, decidió en 1891 irse a Tahití. "Sólo quiero crear un arte sencillo. Para ello necesito empaparme de una naturaleza virgen".
El resto de su vida lo pasó en Tahití y en las islas Marquesas, a excepción de una visita a Francia. Se evadió de la sociedad de su época para encontrar en un entorno y entre gentes no corrompidas por el progreso, las condiciones de autenticidad e ingenuidad primitivas en las que pueda florecer su pintura. Su exploración de la naturaleza y de las gentes de lejanos países no es una vuelta al exotismo romántico.
Gauguin se alejó de la cultura de Occidente y procuró integrarse en la vida local. Se familiarizó con los indígenas e incluso tomó como compañera a una de ellas, se habituó a sus costumbres y se esforzó por comprender su religión. Sus pinturas se basas en el folclore de la isla, observando las cosas que veía e intentando ir más allá de ellas.
Su estilo se hizo más simbólico y expresivo, colorido y con formas nítidas.