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Salud y Bienestar
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¿En qué consiste la sobrecompensación en Psicología?

La sobrecompensación es un mecanismo muy peculiar que cobra un sentido especial en el pensamiento de Alfred Adler. Así, en este artículo hablamos de su formación y proyección en la vida adulta.

Alfred Adler desarrolló la psicología individual y destacó la innata necesidad humana de superar dificultades y auto-actualizarnos. Este autor señaló que nuestra motivación más poderosa nace de un sentimiento de inferioridad gestado en la infancia que tratamos de superar utilizando diversos mecanismos de defensa, entre ellos, la sobrecompensación.

Como ocurre con frecuencia en los trastornos psicológicos, dichos mecanismos son útiles y funcionales durante la infancia. Sin embargo, si se siguen empleando en la edad adulta, cuando las condiciones del entorno han cambiado, pueden generar problemas.

El sentimiento de inferioridad

Es durante los cinco primeros años de vida cuando se establecen las bases de la personalidad de un individuo. Durante este tiempo, tiene lugar uno de los fenómenos a los que más importancia otorga Adler: se desarrolla el sentimiento de inferioridad.

En efecto, cuando somos niños todos dependemos de la atención de nuestros cuidadores para sobrevivir. Comprendemos, entonces, que existen personas más válidas y capaces que nosotros. Y comenzamos a sentirnos frágiles, insuficientes y, en definitiva, inferiores.

No obstante, será la educación y el trato que recibamos por parte de los adultos lo que nos ayudará a superar o a magnificar este sentimiento. Si el niño no es tratado como un igual, si es sobreprotegido o, por el contrario, víctima de un excesivo autoritarismo, no aprenderá a valerse por sí mismo. Y, por ende, no desarrolla la suficiente confianza para desenvolverse en sociedad de una forma sana. El sentimiento de inferioridad ha quedado arraigado.

Sin embargo, es importante destacar que se trata, más que nada, de una percepción subjetiva. Si bien contar con alguna discapacidad física o cierta falta de habilidades puede influir, es principalmente la percepción que cada uno tiene de sí mismo la que resulta determinante.

Una vez que se ha instalado este incómodo sentimiento, el niño pone en marcha diversos mecanismos de afrontamiento para proteger su integridad física y psicológica. Sería aquel que le resultara más útil en su entorno infantil, el que pasaría a formar parte de su personalidad adulta.

La sobrecompensación

La sobrecompensación es uno de estos mecanismos de defensa con los que se trata de superar el sentimiento de inferioridad. Consiste en hacer todo lo contrario a lo que, de niños, nos hizo daño. Así, si fuimos considerados débiles o inseguros, trataremos de mostrar una gran fortaleza y seguridad. Si fuimos considerados torpes o poco capaces, intentaremos acumular méritos y logros.

Ese intolerable sentimiento de inseguridad nos impide relacionarnos de una manera abierta y natural y nos lleva a realizar acciones exageradas y sin sentido. En definitiva, contraatacamos lo que fue una agresión real de niños, desde una posición de adultos en la que ya no tiene sentido.

A simple vista, la sobrecompensación puede parecer positiva. Tratar de superar tus miedos y limitaciones infantiles mediante el esfuerzo suena a una buena estrategia. Sin embargo, el problema se encuentra en el exceso.

Cuando intentamos mejorarnos y trabajar en nosotros de forma consciente, estamos compensando. Cuando nos lanzamos a una espiral de conductas excesivas e inconscientes motivadas por el miedo a ser inferiores, sobrecompensamos.

En sencillo distinguir a quien se esfuerza de manera genuina por mejorar de quien actúa movido por la angustia y el temor. Pues, en el primer caso la persona despierta simpatía y admiración. Mientras, en el segundo resulta alguien vanidoso, pedante y egoísta. Son personas que buscan la dominación y el prestigio.

Hombre con pensamientos negativos

La clave está en flexibilizar

Los mecanismos de defensa no son negativos en sí mismos. En ocasiones, nos resultan de utilidad para mantener nuestra organización psicológica. No obstante, cuando se emplean en exceso y motivados por un daño emocional infantil resultan perjudiciales. Por ello, el objetivo consistirá en flexibilizarlos y adaptarlos a nuestra realidad actual.

Habrá que identificar ese sentimiento de inferioridad y trabajarlo en profundidad para que deje de marcar nuestro camino. Así nuestros deseos por mejorar, superarnos y tener éxito serán sanos y adaptativos. Nuestras acciones serán genuinas y no estarán perpetuando nuestras inseguridades infantiles.

Hemos de aprender a valorarnos y apreciarnos por nosotros mismos, a cambiar ese sentimiento subjetivo de fragilidad. De este modo podremos relacionarnos socialmente de una manera natural. Podremos mostrarnos como somos, sin la necesidad de escondernos tras máscaras de seguridad y méritos ficticios.

Por la Lic. en Psicología Elena Sanz para La Mente es Maravillosa.-

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