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Salud y Bienestar
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La mente flexible: Cómo despertar su poder transformador

Tu cerebro tiene un gran poder de adaptación y reorganización. Esa plasticidad te permitirá desde hacer frente con mayor flexibilidad a los desafíos cotidianos, como potenciar tus aptitudes o mejorar tu bienestar mental. ¿Quieres saber por dónde empezar?

Eres plástico, flexible, mutable y transformador. No, esto no es una frase de autoayuda ni una expresión publicitaria. Cada uno de nosotros estamos creando y moldeando nuestro cerebro cada día; en este mismo momento incluso. Todo lo que hacemos y cada interacción que llevamos a cabo con nuestro entorno se traduce en una serie de reacciones químicas en el universo neuronal.

Dichas reacciones producen una serie síntesis de proteínas que favorecerán las sinapsis y, con ellas, la supervivencia de un mayor número de nuestras neuronas. Nuestra mente es plástica porque disponemos de un cerebro capaz de cambiar y del cual somos sus auténticos arquitectos. Si nuestra evolución nos permitió desarrollar autoconciencia, fue también por algo muy concreto.

Somos la única especie que es consciente de que puede moldear y trabajar en su propio ser para mejorar, para ganar en bienestar y lograr sus propósitos. Con el fin de despertar dicho poder transformador debemos comprender el concepto de neuroplasticidad. Profundizamos en esta idea.

Los pacientes que han sufrido accidentes cerebrovasculares son un ejemplo del poder de la plasticidad cerebral. Las partes del cerebro dañadas pueden encontrar otras vías de conexión para seguir llevando a cabo algunas tareas y funciones antes perdidas.

El cerebro, en contra de lo que se creía hasta no hace mucho, mantiene su capacidad para seguir creando nuevas conexiones neuronales gracias al aprendizaje y el desarrollo de nuevos hábitos.


¿Qué es la mente plástica?

Una mente plástica es un enfoque mental que invierte en nuevos aprendizajes para garantizar flexibilidad, agilidad y bienestar. Esa entidad es la expresión de un cerebro que puede adaptarse a los cambios e incluso sanarse después de un trauma al compensar o minimizar las posibles secuelas.

Este concepto es una piedra angular dentro de la propia neurociencia. Y su impacto es inmenso. Una investigación de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, por ejemplo, destaca que el concepto de la neuroplasticidad va más allá del propio ámbito científico para contribuir al bienestar de la sociedad.

Nos permite comprender el valor del aprendizaje, los entrenamientos cognitivos y las terapias para el tratamiento de las lesiones cerebrales e incluso de la propia salud mental. El hardware del cerebro con el que nacemos no es fijo ni inmutable, es plástico; es decir, puede transformarse y reconectarse de nuevos modos para potenciar y recuperar su funcionalidad.

Aunque el cerebro no puede crear nuevo tejido neuronal, sí puede cablearse de otros modos para seguir transmitiendo información y crear nuevas conexiones que optimizan nuestras funciones.


¿Cómo podemos encender ese poder transformador?

Aunque no nos demos cuenta, estamos dando forma -o destruyendo- nuestra mente plástica cada día. Ese proceso de optimización o de destrucción involucra a distintos tipos de neuronas, como pueden ser las células gliales y las vasculares. Nuestros hábitos de vida son los que orquestan el disponer de un cerebro más plástico o con menos habilidades a la hora de responder a los cambios o desafíos.

Por otro lado, cabe señalar que, aunque disponemos de un cerebro muy maleable, hay regiones que no lo son tanto. Sufrir un impacto traumático o un accidente neurovascular en áreas como las vinculadas al habla o el movimiento, hará que ciertas funciones no sean 100 % recuperables. Pueden existir avances y cierto grado de rehabilitación, pero de momento las terapias no logran esa recuperación completa.

Más allá de estas situaciones, entrenar la mente plástica nos puede permitir desde optimizar nuestras funciones cognitivas, hasta desarrollar una mejor resistencia ante más de un trastorno psicológico.


Veamos a continuación qué procesos pueden encender ese poder transformador.

1. La estimulación cerebral está a tu alcance

No importa tu edad, siempre estás a tiempo de optimizar tus funciones cerebrales y con ellas, la neuroplasticidad. Hay infinitas tareas que mediarán en construir nuevas sinapsis, en moldear un cerebro más conectado. Estos son unos ejemplos muy sencillos para conseguirlo:
· Aprende un nuevo idioma.
· Aprende a tocar un instrumento musical.
· Lee todo lo que caiga en tus manos, abre nuevas perspectivas mentales, descubre nuevos conceptos.
· Iníciate en una nueva actividad artística: dibujo, pintura, baile…
· Viaja, no hay mayor experiencia para enriquecer tu mente.


2. El descanso nocturno es salud para tu cerebro

Sin un buen descanso nocturno, tu cerebro no podrá llevar a cabo tareas que son esenciales para su buen funcionamiento, equilibrio y salud. Lejos de favorecer nuevas sinapsis, estarás destruyendo numerosas conexiones e impidiendo que se asienten nuevos aprendizajes.
Procura dormir entre siete y nueve horas diarias, para ello, sigue unos mismos horarios y desconecta todo aparato electrónico dos horas antes de acostarte.


3. Gestiona de forma adecuada el estrés

Nadie desarrollará una buena mente plástica si el estrés está presente a diario en su vida. Sentir como las presiones externas superan nuestras capacidades y recursos, nos debilita y sitúa en un estado de malestar constante. Esa presencia constante de cortisol actúa de forma vitriólica para nuestras neuronas y salud cerebral.

La primera figura que propuso la idea de que el cerebro no era tan inmutable como se creía, fue William James. Lo sugirió en su libro «Los principios de la psicología», en 1890.


4. Los beneficios del ejercicio físico

No podemos descuidar el gran beneficio que tiene el deporte para las funciones cerebrales. No solo reduce la destrucción de neuronas asociada el paso del tiempo, sino que una actividad física regular favorece la oxigenación y el aporte de nutrientes al cerebro.

Hagámoslo, busquemos esa actividad que más se ajuste a nuestras características y movamos el cuerpo para favorecer la neuroplasticidad.


5. La conexión social enriquecedora

La soledad es otro jinete del apocalipsis para la salud cerebral. Somos seres sociales que anhelan conexión con sus iguales, que necesitan compartir pensamientos, sueños, necesidades…

Asimismo, pocas experiencias resultan más estimulantes que las conversaciones, que aprender de otras personas y tener esa estimulación psicoemocional tan necesaria para nuestra existencia.


6. La meditación, un canal enriquecedor para tu cerebro

Es cierto que no todo el mundo logra adaptarse o integrar la práctica de la meditación en su día a día. Sin embargo, el mindfulness se alza como ese recurso que, como nos señala un trabajo de la Universidad de Nápoles, reduce la degeneración cerebral y optimiza la propia neuroplasticidad.

La terapia psicológica es una gran herramienta capaz de favorecer la neuroplasticidad y la mente plástica.


7. La terapia psicológica

La terapia psicológica es una herramienta de gran valor para crear una mente plástica. Tal vez no hayamos caído en este aspecto, pero el propósito de las intervenciones clínicas no deja de ser ayudar a las personas a construir enfoques mentales más flexibles, en los que reevaluar y detectar patrones de pensamiento irracionales y autodestructivos.

Pensar bien nos permite vivir mejor y en ese propósito, las terapias psicológicas basadas en la ciencia tienen un gran potencial.


Conclusión

«La materia orgánica, especialmente el tejido nervioso, parece estar dotada de un extraordinario grado de plasticidad». Esta frase fue pronunciada por un psicólogo de gran relevancia en nuestra historia. Fue William James, corría el año 1890 y lo cierto es que nadie dio valor ni veracidad a su afirmación.

Nos ha costado más de un siglo comprender que esta propuesta era tan cierta como necesaria para mejorar nuestra calidad de vida. Todos podemos favorecer una mente plástica dentro de nuestras capacidades. Hacerlo revertirá en infinitas parcelas de nuestra existencia, esas que garantizarán nuestro bienestar.

Fuente: La Mente es Maravillosa.-

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