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Política
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Trabajo doméstico y tareas de cuidado invisible en el capitalismo

Docente, investigadora y activista por los derechos de las mujeres Silvia Federici.
Docente, investigadora y activista por los derechos de las mujeres Silvia Federici.

En su trabajo Revolución en punto cero (2013) la docente, investigadora y activista por los derechos de las mujeres Silvia Federici, compila artículos, ensayos y conferencias propias entre 1975 y 2011, que giran alrededor del trabajo doméstico, la reproducción e invisibilización de esta suculenta proporción de plusvalor que la economía capitalista en alianza con el patriarcado sofocan y perpetúan ya que lo que mantiene al mundo en movimiento es la inmensa cantidad de trabajo no remunerado que las mujeres realizan en sus hogares. Por Valentín Ibarra, para AIM.

En palabras de la autora es un libro que entremezcla política, historia y teoría feminista pero que, también, es un reflejo de la trayectoria de su activismo dentro del feminismo y de los movimientos antiglobalización, “La lección de independencia que nuestras madres recibieron durante la guerra y que nos trasmitieron hacía inviable para muchas mujeres, e intolerablepara muchas otras, la perspectiva de una vida dedicada al trabajo doméstico, la familia y la reproducción. Cuando escribí en mi artículo «Salarioscontra el trabajo doméstico» (1974) que convertirse en ama de casa suponía «un destino peor que la muerte», reflejaba mi actitud y punto de vista haciaeste trabajo. Y, de hecho, hice todo lo que pude para escapar de él”.

Rosie, la remachadora.
Rosie, la remachadora.

En el presente artículo buscaremos poner sobre la mesa algunos de estos argumentos a sabiendas de que quedaremos cortos en extensión y profundidad pero con la convicción de que el lector querrá hurgar sobre la materia por su cuenta y contribuir a un cambio sustancial en materia social y personal.

Para Federici el puntapié inicial de la confrontación contra el trabajo doméstico debe rastrearse a los años siguientes a las Guerras Mundiales, “período en el que habían  eliminado a setenta millones de personas, los atractivos de la domesticidad y la promesa de sacrificar nuestras vidas para producir más trabajadores y soldados para el Estado no tenían lugar en nuestro imaginario. De hecho, más que la confianza en una misma que la guerra otorgó a muchas mujeres ―y que en EEUU simbolizó la imagen de Rosie la remachadora―, fue la memoria de la carnicería en la que habíamos nacido, especialmente en Europa, lo que dio forma a nuestra relación con la reproducción durante el período de postguerra (…) y no puedo dejar de preguntarme cuánto peso habrán tenido estas experiencias en mi decisión y en la de muchas otras mujeres, de no tener hijos ni de convertirnos en amas de casa”.

Fue a través pero, también, en contra de las categorías articuladas que el análisis de la cuestión de las mujeres se convirtió en un análisis del trabajo reproductivo como factor crucial en la definición dela explotación de las mujeres en el capitalismo, continúa la autora, el movimiento anticolonialista nos enseñó a ampliar el paradigma marxista sobre el trabajo no asalariado más allá de los confines de las fábricas y, así, contemplar el hogar y el trabajo doméstico como los cimientos del sistema fabril más que como su otro y partiendo de este análisis se incorpora como protagonistas no sólo a los trabajadores masculinos de la clase proletaria industrializada o no sino también a los colonizados, los esclavizados, los trabajadores no asalariados especialmente la ama de casa sujeto fundamental de la (re)producción de la fuerza de trabajo.

 

Punto cero

 

[…]lo que mantiene el mundo en movimiento


es la inmensa cantidad de trabajo no remunerado


que las mujeres realizan en los hogares.


A decir de la autora allá por 1975, perspectiva válida incluso para nuestros días, cuando se discute sobre salario doméstico emergen ambigüedades y limitaciones a la hora de enfocarse en un poco de dinero a cambio de las tareas de cuidado y no de proveer la discusión de una necesaria dimensión política ya que de lo que se trata es de cuestionar el rol al cual fueron confinadas las mujeres en la sociedad capitalista.

Claro que desde aquellos días a los nuestros corrió mucha agua bajo el puente y el avance de las mujeres en la esfera pública es innegable, sin embargo la violencia física y simbólica a las que son sometidas diariamente por ocupar ciertos espacios más las tareas de cuidados que siguen reproduciendo en el hogar familiar, operan con la misma firmeza que en los días en que Federici planteó sus estudios tempranos.

Evitando la dimensión revolucionaria de la lucha feminista, esto es, reduciendo la discusión a un poco de dinero en el bolsillo pero sin subvertir las condiciones materiales de existencia perdemos de vista la perspectiva política ya que es importante reconocer que cuando hablamos de trabajo doméstico no estamos hablando de un trabajo como cualquier otro sino de la forma más sutil y más perversa que el capitalismo perpetró contra cualquier segmento de la clase obrera. El salario da la impresión de un tratojusto: uno cambia su trabajo por una razón dineraria, razón que esconde todo el trabajo no remunerado que conlleva subeneficio. No obstante, el salario por lo menos te reconoce como trabajador,por lo que puedes negociar y pelear sobre y contra los términos y la cantidad, significa ser parte de un contrato social y nohay duda alguna acerca de su sentido.

La diferencia con el trabajo doméstico reside en el hecho de que este no sólo se le impuso a las mujeres sino que fue transformado en un atributo natural de la personalidad femenina. Fue transformado en un atributonatural, el capital tuvo que convencernos de que es natural, inevitable e incluso una actividad que proporciona satisfacción y plenitud.

Son apropiadas las palabras de la autora para entender la real dimensión del reclamo: “La demanda de salario para el trabajo doméstico es tan solo el comienzo, pero el mensaje es claro: a partir de ahora tendrán que pagarnos porque, como mujeres, ya no garantizamos nada. Queremos llamar trabajo al trabajo para que así eventualmente podamos redescubrir lo que es amar y crear nuestra propia sexualidad, aquella que nunca hemos conocido. Y, desde el punto de vista laboral, podemos reclamar no solo un salario sino muchos salarios, puesto que se nos ha forzado a trabajar de muchas maneras. Somos amas de casa, prostitutas, enfermeras, psicoanalistas; ésta es la esencia de la esposa «heroica», la esposahomenajeada en el «día de la Madre». Decimos: dejad de celebrar nuestra explotación,nuestro supuesto heroísmo. A partir de ahora queremos dinero porcada uno de estos momentos, y poder así negarnos a llevar a cabo parte de ély eventualmente todo ello”.

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