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Una visión interétnica de la Revolución de Mayo

Desde el Programa Interculturalidad y Pueblos Originarios de la Uader, compartieron un mensaje a propósito del 210° aniversario del histórico 25 de Mayo. "¿Nos hemos preguntado qué sucedía en 1810, en cada región habitada por nuestros pueblos ancestrales?", se preguntaron la autora del escrito, Ukaivbera Gladys Do Nascimento.[{adj:81179 alignright}]

Do Nascimento es co-coordinadora del Programa Interculturalidad y Pueblos Originarios de la La Secretaría de Integración y Cooperación con la Comunidad y el Territorio (Sicct) de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader), así como integrante del pueblo nación Charrúa de Entre Ríos, y colaboró con esta reflexión.

“Comparto este mensaje al cumplirse 210 años de la gesta Revolucionaria de Mayo de 1810, en un contexto mundial paralizado por la imposición de un paradigma hegemónico mercantilista y depredador, donde el valor del capital irrumpe por sobre el valor de la vida y nos cuesta reconocer que vivimos las consecuencia de la falta de cuidado y resguardo de la interrelación de los ecosistemas, de la gran casa en común que es la madre tierra.

Como integrante de un pueblo indígena, me es pertinente y necesario invitarlos a reflexionar; a traer en consideración el rol olvidado y hasta negado por algunas tradiciones académicas, de la participación activa de los pueblos indígenas en la gesta de Mayo; naturalizándose históricamente la ausencia de la huella étnica de estos territorios.

Como sucede en los discursos de los actos escolares conmemorativos, los cuales son abordados desde los estereotipos colonizantes, se pone de relieve la participación de las élites porteñas, de índole extranjeras, por sobre las más de cincuenta etnias originarias y africanos esclavizados. De este modo, se impregna profundamente en el imaginario social a través del sistema educativo desde los primeros años de escolaridad, en los personajes representativos de la sociedad de 1810; donde con aparente inocencia se despliegan los papeles de damitas con corsets y peinetón y caballeros de galera y bastón, éstos tan pretendidos son disputados; mientras los negros, vendedores de empanadas y veleros, son menos requeridos. A nuestro entender, esta es una de las herramientas más efectivas de imposición del etnocentrismo cultural.

Como docentes y personas comprometidas con la sociedad, debemos repensar el contexto para comprender la historia. ¿Cómo puede aparecer, por ejemplo, un negro vendiendo velas con una sonrisa blanca y simpática, cuando en realidad estaban encadenados y obligados a los trabajos más degradantes bajo el látigo y los vejámenes? ¿Cómo puede estar feliz la mazamorrera? Es pertinente preguntarse cuán feliz estaría una mujer indígena obligada a ser separada de su familia para la servidumbre en las estancias de los ricos, en territorios que nos fueron expropiados (robados), y en la casa de los señores de los pequeños poblados de europeos y criollos donde eran maltratadas y ninguneadas.

Pero no nos quedemos sólo en lo doméstico. ¿Nos hemos preguntado qué sucedía en cada región habitada por nuestros pueblos ancestrales? Las respuestas hoy tienen profunda vigencia, en los relatos orales, archivos disponibles, que ya están siendo revisadxs, contadxs por otra perspectiva histórica. Las regiones mapuches del sur, las del Chaco del norte y noroeste, y el litoral desplegaban una resistencia feroz, frente al invasor realista. Las luchas de los lonkos, los Ayllus liderados por Túpac Amaru desde el Alto Perú, portando sus lanzas, boleadoras, huaracas y el lanzamiento de piedras fueron entre otras las armas de esas resistencias. Como así los centenares de mujeres indígenas que además de atender los campamentos, proveer de medicinas naturales, curando a los heridos de guerras, cocinando y aprovisionando de interminables alimentos típicos de nuestros pueblos para que nuestros soldados no murieran de hambre, o ir al frente como lanceras y soldados de guerra cuando los ejércitos quedaban sin hombre, son apenas una puerta, para introducirnos en la esencia misma de la revolución profunda de esta joven nación.

Creemos firmemente que es momento de revisar una identidad revolucionaria que se impone a sangre y fuego, donde el mayor porcentaje de ello lo hemos puesto los originarios. Y es aquí donde aparece la educación como uno de los factores determinantes para ello. Donde con el compromiso de los actores sociales y políticos y de nuestros hermanos indígenas integrados, nos aboquemos con seriedad a reescribir y poner en valor lo que corresponda. De esa manera, podremos dar el lugar adecuado, en pie de igualdad, a nuestros pueblos indígenas en la reivindicación histórica de la participación activa y fundante en las gestas revolucionarias e independentistas de Argentina; de esta nuestra nación que es pluricultural y plurilingüe ancestralmente.

No se puede pretender borrar miles de años de culturas frente a 210 años de historias impuestas. No hay unas culturas mejores que otras, simplemente hay diferentes interpretaciones para llegar a un mismo, fin que siempre debe ser común, no en detrimento de otrxs”.

25 de mayo pueblos originarios Uader

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