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Caleidoscopio
Caleidoscopio

Con el pelo en llamas

La aparición de un cometa en el cielo no anunciaba nada bueno en épocas en que las supersticiones eran diferentes de las actuales; al contrario, era presagio de calamidades como guerras, hambrunas, pestes o sequías.

Cuando anotaban la presencia de un cometa, los astrónomos chinos de la antigüedad marcaban algún detalle, por ejemplo, hacia dónde apuntaba la cola, para predecir algún infortunio; el primer registro conocido, hace 3500 años, dice: "...cuando Jie ejecutó a sus fieles consejeros, hizo su aparición un cometa''.

El cosmos, de alguna manera, era solidario con los hechos humanos, el universo era una unidad de sentido que quedó desactualizada desde que las explicaciones mecanicistas ocuparon el centro.

Un ejemplo poético de la unidad del mundo moral y el mundo natural aparece en la descripción del yelmo de Aquiles en la Ilíada: "brillaba como la estrella roja que sacude sus cabellos en llamas y arroja enfermedades, pestilencia y guerras''. La palabra "cometa" significa en griego "de largos cabellos", por eso la estrella de Homero puede sacudirlos desparramando males.

A pesar del temor que suscitaban los cometas, en ocasiones traían las mejores noticias. Una estrella que magos caldeos vieron en Oriente les advirtió del nacimiento del mesías en Belén. Otras estrellas anunciaron la llegada al mundo de otros avatares, como Krishna y Buda.

Aristóteles suponía que el universo era esférico y limitado. En el centro estaba la Tierra; la esfera sublunar incluía hasta la luna y la supralunar hasta las estrellas fijas en el límite del universo. Más allá de la esfera de las estrellas fijas no había nada.

En nuestra esfera, la sublunar, estaban los cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el fuego y en la esfera supralunar el éter, elemento más afín a lo divino.

Aristóteles creía que los cometas eran "exhalaciones" que se incendiaban en la atmósfera, que era su lugar sublunar natural. Eran de la naturaleza del fuego por lo que presagiaban sequías, calor y tormentas.

La esfera sublunar estaba sometida a corrupción a diferencia de la esfera supralunar, que era eterna y perfecta. Un resto de estas creencias subsiste en Lutero, que llama a los cometas "estrellas prostitutas". ``Los infieles escriben que los cometas se deben a causas naturales, pero Dios no crea uno solo que no signifique calamidades. Todo lo que se mueve extrañamente en el cielo es señal de la ira de Dios''.
Cualquier movimiento sospechoso o inesperado es indicio de que hemos ofendido a Dios.

Del fuego al hielo
La persistencia de estos temores hace que cada vez que los astrónomos anuncian la llegada de un cometa a las vecindades de la Tierra se actualicen algunas aprensiones que los vinculan con la ocurrencia inminente de hechos terribles de los que serían mensajeros.

Los cometas son reliquias de la formación del sistema solar y están constituidos principalmente por hielo de agua, dióxido de carbono, metano y amoníaco entre otros compuestos químicos.

Provienen de los confines del sistema solar, más allá de la órbita de Plutón, y habrían sido los responsables de traer gran parte del agua que posee la Tierra y los compuestos químicos orgánicos precursores de la vida, pero a la vez también han provocado probablemente extinciones masivas como la que acabó con los dinosaurios y otras formas de vida hace 65 millones de años.

También algunos creen, pero con menos pruebas, que otro cometa que habría caído en lo que hoy es la costa de Australia hace unos 200 millones de años fue la causa de la “gran extinción” que eliminó entonces el 95 por ciento de la vida sobre la tierra.

A los cometas, entre otras cosas, le deberíamos toda el agua que hay en la Tierra, y con ella el desarrollo de la vida. La Tierra en sus orígenes, de acuerdo con conjeturas plausibles, era una bola de rocas ardientes.

Fue recibiendo el impacto de numerosos cometas, entonces mucho más numerosos que ahora en el sistema solar, y como estaban compuestos de hielo, lo dejaron en la tierra y de allí provendría toda el agua, incluida la de los océanos.
De la Redacción de AIM.

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