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Caleidoscopio
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El subconsumo como responsable de un país desintegrado, empobrecido y asimétrico

En este artículo de opinión, Alejandro Di Palma, José Moulia, Julio Panceri, Roberto Domingo, Pablo Mussio, Pablo Presas y Rubén Pagliotto, analizan la teoría del subconsumo como responsable principal de una Argentina “socialmente desintegrada, empobrecida y asimétrica”, que se consolidó con la recuperación democrática y cuyos rasgo fundamental es el empobrecimiento.

Ante la catastrófica recesión a la que nos ha llevado la devaluación del día posterior a las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso), que vino en combo con la suba de la tasa de referencia a 209 por ciento anual, un nivel de remuneración del dinero donde ya no existe posibilidades de renta vinculada al trabajo y a la producción; devaluación seguida por una salvaje remarcación que redujo a polvo la corrección cambiaria en solo 48 horas, nos resulta interesante hurgar en la historia de la humanidad, buscando los resultados que se desataron a partir de este tipo de “crisis de consumo” que irresponsablemente se ensayan recurrentemente en nuestro país.

Una explicación del imperialismo
En la búsqueda señalada, llegamos a Inglaterra (a 1902) cuando John Atkinson Hobson publicó su libro “Imperialismo: un estudio”, que es una crítica a las políticas imperialistas de Gran Bretaña y al exceso de ahorro producido por una “desigual distribución de la riqueza”. Hoy la actualidad esas distorsiones resultan evidenciadas por el “coeficiente de Gini”, una medida que normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual. El coeficiente de Gini es un número entre cero y uno, donde cero se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y uno con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

La idea fundamental sobre la que gira la obra es la citada “Teoría del subconsumo” como origen del imperialismo y hoy vemos que su evolución es, en la actualidad, la formación de activos en el extranjero, en Argentina suele conocerse como “fuga de divisas”.

Hobson sostiene que, habiendo una mayoría de la población con un salario de subsistencia, resulta imposible el cubrir la oferta, lo que impidió la inversión lucrativa en ese país por parte de los grandes grupos económicos, por tanto la desigualdad en la distribución de la riqueza provoca: el subconsumo y, transitivamente, que existan grandes cantidades de dinero improductivas.

Como dice y asegura Hobson, “la distribución de la riqueza no guarda relación predeterminada alguna, con las necesidades, sino que es consecuencia de otros factores que asignan a ciertas personas un poder adquisitivo enormemente superior a sus necesidades o posibilidades de utilizarlo, mientras que a otras les privan incluso de la capacidad de consumo necesaria para satisfacer todas las exigencias de su conservación física (hambruna)”.
Por esta razón, los proveedores de capital se ven en la necesidad de invertir en el exterior, en territorios que aún no estaban abiertos económicamente. Este proceso de inversión en el exterior, necesitaba (en ese entonces), ir acompañado militar y políticamente, explicando la aparición de “las colonias”, es decir, se justifica la aparición de “los imperios”.

La necesidad de colocación de todo ese capital improductivo, obligó a los grandes grupos económicos a llevar adelante una política de presión al gobierno, para que éste, les abra los territorios de ultramar, hoy ese proceso esta simplificado por la existencia de un servicio “ad hoc” compuesto por jurisdicciones de baja o nula tributación, es decir, países, dominios, territorios, Estados asociados o regímenes tributarios especiales, que establecen una tributación máxima a la renta empresaria inferior al 15 por ciento, o sintéticamente “paraísos fiscales”.

En conclusión, lo que Hobson explicó con claridad meridiana, es que el tremendo incremento de la inversión británica en el exterior y la rapidez con que crecieron las colonias están conectados con el relativo estancamiento económico de la metrópoli, vinculado a su vez, a la baja calidad de vida de la población, es decir, a la destrucción de lo que hoy conocemos como el “mercado interno”.

Hobson plasmó una teoría tendiente a demostrar una relación directa entre el imperialismo y el bajo poder adquisitivo de las masas de la metrópoli, inclusive propone una alternativa que, muchos años después, es tomada por Keynes en los años de “la gran depresión”, exponiendo que, si se hubiera incrementado la capacidad adquisitiva de las masas trabajadoras en Gran Bretaña, las políticas imperialistas, habrían resultado innecesarias.

Además de lo anterior, hay que añadir que desde el punto de vista de la sociedad, el imperialismo conllevó pérdidas, y que el comercio británico con las colonias tuvo una importancia marginal comparado con el comercio con otras potencias europeas, por lo tanto, el beneficio que podía reportar el comercio con las colonias no guardaba relación con los costos de mantener un gran imperio.

Sin embargo, el imperio, sí que era rentable para los grandes grupos de inversión, los cuales fueron “el” gran actor del imperialismo.

La pregunta que se formula Hobson y luego propone una respuesta, es: ¿Cómo es posible que el imperialismo contara con el apoyo de la mayoría de la población si resultaba tan mal negocio para la sociedad en su conjunto?

Para responderse esta cuestión, Hobson echa mano de lo que llama la “coalición imperialista”: el bienestar de la población se subordinaba al de unos pocos grupos inversores y clases sociales que se han hecho con el control mediante la formación de la llamada “Coalición imperialista”.

El perpetuo proceso de formación de opiniones
La única respuesta posible y que en la actualidad también funciona, es que los intereses económicos del conjunto de la Nación están subordinados a los de ciertos grupos privados que usurpan el control de los recursos nacionales y los utilizan para su beneficio personal.

Hobson propone que esa “coalición imperialista” llevó adelante una serie de maniobras para convencer a la sociedad de lo maravilloso del imperialismo. Para ello tenían que recurrir a explotar los sentimientos patrióticos de la población y así lo hicieron, por supuesto.

La teoría del subconsumo o de la caída de los beneficios en el espacio metropolitano, también puede ser aplicada en las actuales circunstancias de nuestro país, vemos que se han deprimido ambos vectores: la demanda, perjudicando a amplios grupos de población y generando una gran masa de subproletariado; la oferta, cuya renta sólo puede reducirse hasta desaparecer, es en este escenario distrópico, de tasas del 209 por ciento anual (Argentina post Paso, agosto 2023), donde la única salida parecería ser la exportación, que en general, solo beneficia a las grandes empresas con capacidades tecnológicas, financieras, comerciales, etc., para poder comerciar en un mundo bastante poco abierto al intercambio franco (como en la época de los imperios).

El convencimiento de la necesidad de sostener un ajuste perpetuo sobre la sociedad, se resuelve a partir de la publicidad, un proceso de formación de opinión que viene siendo sostenido desde antes de Jesucristo con el mismo resultado positivo.

Conclusión
La desestimación del mercado interno, su destrucción, es en síntesis la reducción de la importancia del propio país, ya que la importancia de un país es proporcional al tamaño de su mercado interno, por ende, estamos ante una práctica voluntaria absolutamente irresponsable y disfuncional para los países, algo que puede ser verificado a través de la historia.

Este núcleo de preocupaciones que planteamos al presentar esta “teoría del subconsumo”, es el que J. M. Keynes retomará en los años de “la gran depresión” orientando la economía a ponerse al servicio del mercado interno y, como se describió, lo llevó a Hobson a buscar una nueva perspectiva para comprender las razones económicas de los imperios y de sus defensores como vía de escape dada la estrechez del mercado interno, tanto desde el punto de vista del consumo como de la inversión.

En nuestras actuales circunstancias, el subconsumo es responsable principal de este tipo de país socialmente desintegrado, empobrecido y asimétrico que se consolido con la recuperación democrática y cuyos rasgos fundamentales, en particular el nivel de empobrecimiento perdura.

Pero la definición política, “la decisión” del subconsumo, es tan torpe como irresponsable, ha sido simplemente nefasta, la historia lo demuestra.

subconsumo Alejandro Di Palma José Moulia Julio Panceri Roberto Domingo Pablo Mussio pagliotto

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