En un hecho sin precedentes, la Organización Territorial Huarpe Pynkanta recibió del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires restos humanos pertenecientes al pueblo Huarpe, registró AIM. La actividad se realizó en el Complejo Museográfico “Enrique Udaondo” de Luján, donde fueron hallados estos restos hace casi 20 años, cuando se inició un proceso de identificación y preparación, que llegó a su fin con la primera restitución del Estado bonaerense a pueblos originarios. “Estamos en círculo ancestral agua y en el encuentro de restitución de muchas Lunas y Soles. Claramente es el camino del agua. Muchas injusticias, mucho dolor, muchas lágrimas. El Gran Espíritu repare, proteja y permita el equilibrio", afirmó a AIM el Omta Samay Pachay Roque Miguel Gil, guía espiritual del Pueblo Nación Preexistente de la Región de Cuyo.
Los restos serán enterrados en distintos lugares sagrados del territorio de una manera Ancestral, como lo realizaban los abuelos. La Organización Territorial del Pueblo Nación Preexistente Huarpe Pynkanta de San Juan, Mendoza y San Luis recibirá 37 cuerpos, incluyendo cinco completos y 30 cráneos, que se distribuirán en distintos lugares sagrados, según el llamado Ancestral, en distintas comunidades del Pueblo Nación.
“Tumta Guay Cuyum Neñe Guarpe Pynkanta Mutekeke Namanguey Ñañeru”, afirmó a esta Agencia el guía espiritual del Pueblo Huarpe Pynkanta de la Región de Cuyo, Roque Miguel Gil. “Se trata del inicio del camino de equilibrio, el regreso al territorio, dejando semilla para la paz, ancestros del Pueblo Nación Preexistente Huarpe Pynkanta de San Juan, Mendoza y San Luis”, aseveró el Omta a esta Agencia.
Visiblemente emocionado, el Omta relató que se efectuó la ceremonia de regreso a la naturaleza, con el aroma del territorio jarilla, creando con el sahúmo círculo ancestral natural de protección, “tomando de la mano con chañar a cada ancestro mujer Luna, con algarroba a cada Ancestro hombre Sol y con junquillo, a cada Ancestro jóvenes Tierra”.
En la ceremonia, no faltaron los temte, canastos vasijas que contienen y equilibran la casa, la vida y la paz. Hubo también “cantos, movimiento de retorno, sanando heridas para emprender el vuelo a la Familia Antigua monte, animal, naturaleza. Este gran paso de restitución y tregua entre Estado hermano no indígena y el Pueblo Nación Preexistente Huarpe Pynkanta, se inicia un nuevo camino en equilibrio natural en el territorio de San Luis, San Juan y Mendoza, propio del Pueblo Huarpe Pynkanta”.
También agregó que “el cielo, la tierra, el agua, el fuego, el aire y el sol y la luna, muestran al mundo indígena y no indígena, el camino de respeto a la vida, como era al principio, en equilibrio con todo lo que nos rodea, volviendo a las prácticas y a la alimentación ancestral indígena”.
“Cegados por nuestras acciones y sentires cotidianos, así como en las relaciones, nuestros caminos se nutren de luz para poder distinguir, pero para ello necesitamos una relación de amor puro, sincero, que hoy está bien marcado en este viaje de padres, madres, hijas e hijos, abuelas, abuelos, nietos y nietas”, agregó el Omta.
Estuvieron presentes en este gran acontecimiento, además del Omta, autoridad tradicional del Pueblo Nación Prexistente Huarpe Pynkanta, miembros de los Consejos de Jóvenes, y de Ancianos del Pueblo Organización Territorial Pueblo Nación Preexistente Huarpe Pynkanta de San Luis, San Juan y Mendoza.
Para saber más
“Esta acción se enmarca en la Ley nacional 25.517 sobre Restos mortales de las comunidades indígenas y representa una importante política de reparación histórica, ante el genocidio, la colonización y cosificación de nuestros Pueblos Originarios”, explicaron desde el instituto.
Por parte del Instituto Cultural, trabajaron las direcciones Provincial de Coordinación de Políticas Culturales, de Diversidad y Prácticas Identitarias, Patrimonio Cultural y el Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo”.
El Complejo Museístico Udaondo de Luján es de las cosas más lindas de la provincia de Buenos Aires, y también un artefacto de la historia. Nació hace un siglo, en 1923, y se nota que en la fundación andaba Martín Noel, uno de los mayores arquitectos y el mayor artista en el estilo neocolonial. Noel tomó una casa del siglo 18, el cabildo local y algún resto que por ahí quedaba, y creó bellezas convincentes que tienen como partes orgánicas aljibes y cancelas, portones y maderas rescatados de demoliciones crueles. Y qué jardín plantaron...
Pero también había crueldades de la época, como el monumento a un Alferez español, erigido en 1932 en agradecimiento por "defender a esta villa de las invasiones de los indios infieles". Y el azulejo que todavía marca la Colección Gnecco, donada en 1944, que consiste en 37 restos humanos, incluyendo treinta calaveras, robadas de tumbas huarpe. Esta crueldad, robarle a la gente sus abuelos, pasaba por arqueología en esos años, total eran indios.
Este miércoles 3 de abril, lluvioso y amañado, de la mano del gobierno bonaerense y de las nuevas generaciones que llevan el Udaondo, hubo un día de justicia. El gobernador Axel Kicillof y la presidente del Instituto Cultural Florencia Saintout firmaron el acta que le restituye los restos a la Organización Territorial Huarpe Pinkanta de San Juan. Kicillof fue sintético cuando dijo que estaba simplemente cumpliendo la ley para que los restos humanos "estuvieran donde tienen que estar", con los suyos. Y fue un día histórico.
La ceremonia fue realizada por la autoridad tradicional espiritual del Pueblo Nación Preexistente Huarpe Pynkanta, Roque Miguel Gil, la Tayta Yachesye, María Ester Sosa; Franco Gil, Mariela Villegas, Víctor Barroso y Roxana Montenegro, por el Consejo de Jóvenes , y por el Consejo de Ancianos, Rafael Gil, y Ángel Aguirre, al pie de las cajas.
También estaban sabios de esa Nación y amigos aymara, kolla, mapuches y tehuelches, celebrando juntos. Entre el pequeño escenario y el público se construyó un espacio ritual para la ceremonia, con ofrendas a los ancestros, al pie de las cajas que contenían sus restos ahora dignificados. Y en la pared colgaban las banderas de esas Naciones.
“Este es un hecho fundacional en el marco de una política que vamos a extender a lo largo y ancho de la provincia de Buenos Aires”. Y esto, porque "estas son cosas que no les pertenecen a los museos, cosas que tienen que estar donde tienen que estar, descansando con los suyos", dijo el gobernador, Axel Kicillof.
La ceremonia
El acto de restitución fue sencillamente emocionante y cargado de simbolismos. El Omta se sacó los ponchos que vestía, uno arriba de otro, mientras su familia iba ofreciendo agua, hierbas, humos aromáticos. Una niña de diez años, hija del Omta y de su esposa, María Ester, con toda seriedad, acompañó los pasos del ritual. Las ofrendas, los cantos, iban dirigidos a las cajas plateadas donde descansaban los restos.
El Omta explicó a AIM que el poncho blanco (loputata tatata posku), representa a los caminos antiguos de las Ancestras mujeres; el rojo (loputata tatata ñerke), simboliza a los caminos antiguos de los Ancestros ancianos. El azul (loputata tatata pykan), simboliza a los caminos antiguos de los Ancestros hombres, y el marrón (loputata tatata jerkech), a los caminos antiguos de los Ancestros jóvenes.
Los ponchos rojos y blancos, "son el retorno al útero y luego, el paso a la naturaleza. El giro y movimiento es para el paso del útero de mamá al paso por la vida en la tierra y en un suspiro pasar a la Familia Antigua guardianandopor siempre, todo", explicó el Omta.
El proceso de identificación y restitución
Entre 1997 y 1999, investigadores realizaron un informe sobre la existencia de restos humanos pertenecientes a pueblos originarios en la Colección Gnecco del Museo Udaondo. Fue en el marco de un Proyecto de Extensión de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) radicado en la Universidad Nacional de Luján. Los trabajos estaban a cargo de los doctores Carlos Cansanello (director), Alicia Tapia y Mariano Ramos (Arqueología).
La Colección Gnecco fue adquirida en 1944 e incluía restos de diferentes sitios y regiones de San Juan, que posteriormente fueron exhibidos. En lo que respecta a restos humanos, se compone de un conjunto de elementos óseos disociados, especialmente integrados por cráneos, por restos humanos individuales conservados por momificación natural y restos culturales asociados a los entierros.
El grupo de profesionales estuvo coordinado, en la parte de Bioantropología, por la Dra. Silvia Cornero, con la colaboración de Lucía Rangone y Carolina Bruno (Universidad Nacional de Rosario) y Sandra Alanís, estudiante de Antropología de la Universidad de Buenos Aires y miembro del Proarhep, de la Universidad Nacional de Luján (UNLu). La toma de muestras de ADN antiguo fue hecha por la licenciada Cristina Dejean. El estudio de los tejidos de telares estuvo a cargo de Cristina Suárez del Museo de La Plata.
Los antropólogos trabajaron con la colaboración del personal del Museo, especialmente del área Técnica. También se contó con el apoyo del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inai) especialmente las gestiones de Fernando Pepe y Miguel Suárez.
Legislación y reparación histórica para los Pueblos Originarios
La Ley 25.517, en su artículo 1 establece que “los restos mortales de aborígenes que formen parte de los museos y/o colecciones públicas o privadas, cualquiera fuera su característica étnica, deben ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que los reclamen”.
La mencionada Ley de restitución de restos humanos a pueblos originarios data del año 2001, pero es Cristina Fernández de Kirchner quien en 2010 la hace efectiva, dando la responsabilidad de ejecutarla al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), mediante el Decreto 701/10.
La Constitución Nacional establece, en su artículo 75, inciso 17, que reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, garantizando el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural, reconociendo la personería jurídica de sus comunidades, la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan y regulando la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano.
Por su parte, la Constitución de la provincia de Buenos Aires, en el artículo 36, inciso 9, reconoce los derechos de los pueblos indígenas, estableciendo que: “La Provincia reivindica la existencia de los pueblos indígenas en su territorio, garantizando el respeto a sus identidades étnicas, el desarrollo de sus culturas y la posesión familiar y comunitaria de las tierras que legítimamente ocupan”.
Fuente: AIM, con información de Página 12
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