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Caleidoscopio
Caleidoscopio

Organización y conciliación

La carta encíclica "Divini Redemptoris", dada a conocer en 1936 por el Papa Pío XI, cinco años después de la Quadragesimo Anno, contiene la célebre definición del comunismo como "intrínsecamente perverso"; es decir, maligno sin remisión, "abyecto por definición, canallesco por defecto". El pontífice alega conocer cómo se llegó a la divulgación que había alcanzado el comunismo en el mundo por esos días: "las masas obreras estaban ya preparadas (...) por el miserable abandono religioso y moral a que las había reducirlo en la teoría y en la práctica la economía liberal".

El Papa ponía al liberalismo en la raíz de la abyección, pero no lo condenaba en los mismos términos que al comunismo.

En el inicio de la guerra civil española y poco antes de la segunda guerra mundial, Pío XI recordaba la encíclica Rerun Novarum, de fines del siglo XIX: "Ha sido nuestro predecesor León XIII, de feliz memoria, quien ha dado, por medio de su encíclica social, los principios reguladores de la cuestión obrera y de los problemas económicos y sociales; principios que personalmente, por medio de la encíclica sobre la restauración cristiana del orden social, hemos adaptado a las exigencias del tiempo presente. En esta encíclica nuestra, prosiguiendo la trayectoria de la doctrina secular de la Iglesia sobre el carácter individual y social de la propiedad privada, hemos definido claramente el derecho y la dignidad del trabajo, las relaciones de apoyo mutuo y de mutua ayuda que deben existir entre el capital y el trabajo y el salario debido en estricta justicia al obrero para sí y para su familia".

La iglesia recomendaba la conciliación de clases sociales porque temía que las luchas sin cuartel entre Estados por el reparto de los mercados del mundo desembocara en una convulsión tan violenta que rompiera las bases de su influencia, de su poder bimilenario.

El Papa, consciente de que la situación era tan grave que con apelar a la caridad no alcanzaba, postulaba la justicia social, hoy tajantemente rechazada como un robo por el neoliberalismo. En síntesis, la encíclica propone que el empresario y el trabajador trabajen juntos; que la iglesia se ocupe de la moral, el Estado de la justicia, y que los trabajadores y empresarios se organicen en sindicatos.

Castillo de naipes
El tema sigue vivo. Hace dos años, cuando el pueblo peruano eligió presidente a Pedro Castillo por sobre Keiko Fujimori, un cura peruano, Pablo Meloni Navarro, advirtió antes de las elecciones, tratando de restar votos a Castillo, que el comunismo es intrínsecamente perverso, repitiendo la lapidaria expresión de Pío XI. Castillo fue electo de todos modos, pero la situación política fue rápidamente corregida por un golpe palaciego seguido de una represión violenta, que contó con la buena voluntad del padre Meloni.

Cosas nuevas y comunidad organizada
En la Argentina la encíclica Rerum Novarum tuvo expresión en la "comunidad organizada", que estrenó Perón en el congreso de filosofía de Mendoza en 1949. Allí Perón, posiblemente de la mano de algún especialista, pasó revista a muchos filósofos desde los griegos antiguos y concluyó en que se estaban enfrentando en aquel momento el individualismo capitalista y el colectivismo soviético.

En la comunidad organizada cada uno podría dar su mejor versión: "nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias, nuestra disciplina tiende a ser conocimiento, busca ser cultura. Esta comunidad persigue fines espirituales y materiales, tiende a superarse, a ser más justa, más buena y más feliz, el individuo tiende a realizarse y realizarla".

Terminó con una cita altísima: "dará al hombre la bienvenida desde la alta torre de Spinoza: sentimos, experimentamos, que somos eternos".

Desde las alturas de la eternidad, el general presidente veía ante todo una tierra donde las luchas sociales se habían resuelto en la conciliación de clases, donde el capitalismo que había devastado Europa no sería erradicado sino corregido para darle rostro humano y hacerle aceptar de buena voluntad repartos equitativos, precios y salarios justos.

La encíclica de León XIII y las de sus continuadores persiste a pesar del derrotero tomado por las fuerzas sociales en la Argentina, mientras la temperatura de los hechos no madure una concepción más ajustada.

La clase peligrosa
En 2017 Juan Grabois, un dirigente ligado a Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, publicó "La clase peligrosa", un libro que pretende presentar una propuesta novedosa, pero insiste en caminar sobre el terreno abierto por León XIII, cada vez más resbaladizo. A pesar de sus programas de toma de tierras y de cortes de calles, al final Grabois pretende que sean los políticos de la situación los que modifiquen las cosas y no los propios perjudicados.

En el fondo, para las encíclicas y sus seguidores, el problema no es la naturaleza del capitalismo, sino la avaricia desmedida de unos pocos ricachones, que deberían pagar un impuesto a las ganancias suficiente para terminar con el hambre.

Como recomienda la doctrina social de la iglesia, algo hay que ceder para no perder todo, para evitar "ideas peligrosas”.

Divina añoranza
La Rerum Novarum, de 1891, condena al capitalismo porque estaba incendiando al mundo pero con fe en los bomberos, y esperaba que se alejara el verdadero peligro, la revolución socialista amenazante, que se concretó años después.

La alternativa propuesta por León XIII delata las preferencias ideológicas de la iglesia, la añoranza de su período de esplendor, el apogeo de su fuerza en la Edad Media europea, cuando impuso una dictadura espiritual indiscutible en el feudalismo.

Los románticos reaccionaron contra la burguesía, ante la que mostraban ambivalencia; pero de la que vivían porque era su única clientela, con una revalorización mítica del pasado medieval. La restauración romántica de una sociedad orgánica era la idealización de la cristiandad medieval.

El papa León rechaza la modernidad, defiende a los proletarios contra los abusos de los patronos. La encíclica pretende desde el comienzo tomar partido por el pueblo. El causante de la cuestión social sería el capitalismo y la solución es el regreso -dentro de él- a la justicia y a la conciliación de clases.

Para el Papa, el binomio "obrero-patrón" es inseparable, y sobre esa base rechaza la lucha de clases que los separa y enfrenta. Condena al socialismo, peligro mayor, y también los excesos del capitalismo, que debería seguir principios católicos tradicionales para evitar consecuencias graves.
De la Redacción de AIM.

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