Si hay un proyecto educativo que es digno de imitar es el japonés, creado entre 1947 y 1950, este modelo consta de cuatro etapas: seis años en primaria, otros tres en la media inferior, luego tres años de escuela media superior y cuatro de Universidad. Lo admirable de este pionero sistema de enseñanza, es que no solo cambió la forma de dictar las clases dentro del aula, sino también a entender cómo aprenden mejor nuestros hijos. De esta manera, no es extraño encontrar colegios en Japón en los que el aprendizaje sea invertido, alumnos haciendo las clases, proyectos sin profesores, o incluso, exámenes a través de una plataforma web.

La profesora japonesa Chikako Fuiji afirma que el objetivo de la educación en su país se trata de un sistema educativo que forme ciudadanos seguros de sí mismos, en una nación pacífica y democrática, que respeten los derechos humanos y sean amantes de la paz y la verdad.

Claves de la educación en Japón que podríamos adoptar

• En currículum educativo se establece en cooperación con los ministerios de educación, cultura, deporte y ciencia y tecnología. De esta manera se busca que el alumno logre un conocimiento integral y alcance un mayor desarrollo en distintas disciplinas.

• Tiene una legislación educativa estable, el Gobierno japonés modifica muy pocas veces las leyes educativas. Y si lo hace, es con el fin de incentivar los valores y promover la cultura del país

• La educación primaria y secundaria es pública y gratuita. A diferencia de nuestro país, Japón concentra todos sus esfuerzos educativos en las primeras etapas de los niños. Con el fin de formar desde pequeños, personas íntegras, felices y con una base educativa sólida.

• Entre las asignaturas que imparten los colegios también hay algunas valóricas, las que buscan desarrollar el trabajo en equipo, la disciplina en grupo, el apego a las normas y por ende, un individuo más ético.

• Pone énfasis en la competitividad. La sociedad japonesa considera que el éxito se alcanza con esfuerzo, lo que también se refleja en el ámbito escolar. Esta característica propone igualdad de oportunidades, siendo las familias con menores ingresos las más beneficiadas, ya que, dependiendo los resultados de su hijo, pueden alcanzar los mejores colegios a medida que va creciendo.

• Hay que aprender a ser hábil para resolver los problemas. Una de las grandes diferencias que tiene el sistema educacional japonés es que incentiva la resolución de problemas a través de la razón. De esta forma, los alumnos entienden el cómo y por qué suceden las cosas.

• No solo se estudia en el colegio. Los establecimientos incentivan una serie de actividades como torneos deportivos, salidas culturales y actividades extraescolares. Según los directivos, esta cualidad refuerza la resolución de problemas, el trabajo en equipo y la colaboración para el bien común.

• A través de la disciplina establece un hábito de estudio. Si bien, los estudiantes japoneses tienen un horario de estudios similar al chileno, las horas de estudios que se invierten son mucho más. Por ejemplo, un estudiante al salir de clases debe dedicar un par de horas al estudio de la lengua japonesa, una actividad extraescolar, clases de refuerzo y preparación para examen.

• Los maestros son respetados y preparados. Ser profesor es una de las profesiones con mayor prestigio y sueldo. Por lo mismo, los aspirantes son muchos, pero elegidos pocos, ya que el ministerio se encarga de seleccionar solo a los mejores. Un dato para tener en consideración es que los maestros renuevan su certificado cada 10 años, luego de una exhaustiva prueba.

• La educación se considera un trabajo de todos. Si bien, la educación japonesa es estricta con los alumnos, también lo es con los padres. El fracaso de un niño es considerado también de su familia. En este sentido, el Gobierno exige a los padres buscar ayuda cuando un niño no entiende bien una materia. Para ello, los maestros siempre están a disposición para ayudar en el rendimiento de su pupilo.